Tras años de convivencia era inevitable que se crearan rutinas. Juanjo estaba contento con eso, pues no había cabida para las dichosas sorpresas que tanto odiaba. A las ocho de la tarde de un viernes estaban, como acostumbraban, echados en el sofá eligiendo una película para ver. Si bien los primeros años se pasaban cualquier momento libre abrazados, tan pegados que parecían fundidos en un mismo ser, estos últimos meses solían preferir velar por su espacio personal y estar, aunque uno al lado del otro, de un modo que corriera el aire.
—¿Esta? —propuso Martin. Juanjo levantó la vista del móvil y observó apenas unos segundos la portada y el título de la filmografía: Eternal Sunshine of the Spotless Mind.
—Sí, vale —respondió sin mucho interés y volvió a bajar la vista a su teléfono. Se formó una sonrisa en sus labios al ver la publicación de su amiga Bea: una foto de ella y su novia en la playa. Le dio like y comenzó a escribir una serie de comentarios, uno detrás de otro, piropeándolas.
Casi un minuto después, el silencio que permanecía en el comedor le picó y volvió a levantar la vista, esta vez hacia su pareja. Martin ya le estaba mirando con el ceño fruncido y el mando de la televisión todavía en la mano.
—¿Qué pasa?
—Pues que si no quieres, no la vemos. Pero no me digas que sí por decir.
—No, no. —Juanjo bloqueó la pantalla y lanzó el móvil a su lado en el sofá. Se recolocó y miró a la tele con su expresión más seria—. Ponla.
Martin le evaluó unos segundos más; sin embargo, desistió enseguida con un suspiro y le dio al play. La verdad es que Juanjo ni siquiera se había molestado en leer la sinopsis, así que no sabía de qué trataba. Al principio creía que la estaba entendiendo bastante bien, pero conforme más avanzaba, más confundido estaba.
Los primeros minutos preguntaba por cada cosa que no le quedaba clara, pero los resoplidos de su novio cada vez que le tenía que explicar algo acabaron por mermarle las pocas ganas que tenía de ver esta absurdez que, a sus ojos, no tenía ni pies ni cabeza. A la media hora ya había vuelto a coger el móvil y estaba chateando con Ruslana, que era la primera en responderle sus stories de queja y agonía ante la situación que estaba viviendo (no comprender los gustos cinematográficos de su novio). Encima Martin les hacía verla en versión original subtitulada, cosa que le complicaba aún más seguir el hilo de la trama tan enrevesada que se estaba dando.
Juanjo le iba comentando las cosas raras que veía suceder en la pantalla sin contexto y Ruslana era muy buena para responder cosas graciosas al momento, era una chica muy ingeniosa. Volvió a soltar una risita ante una broma de su amiga, que se cortó de golpe cuando Martin pausó la película.
—Jolín, ¿puedes parar ya? Que no escucho, siempre igual.
—Pero si tienes los subtítulos puestos, hijo, ¿qué quieres escuchar?
—Si me diera igual escuchar, le pondría el mute, ¿no crees? —Se quedaron callados unos segundos, mirándose sin querer dar ninguno el brazo a torcer—. Encima no sé qué haces tanto con el móvil, íbamos a ver la peli y no le estás haciendo ni caso.
—Es que no la entiendo, me aburro.
—Pues vete a otro lado.
Y con eso dio por zanjada la discusión y volvió a sumergirse en la película. Sin embargo, Juanjo se quedó ahí, mirando al vacío, colgando en el limbo. Le había dolido esa respuesta, más que nada por todas las implicaciones que cargaba a sus espaldas. Este tipo de peleas eran algo que les había perseguido desde el principio de su relación, aunque este no era el desenlace que solían tener. Si se perdía, Martin hacía pausas para resituarlo; si se aburría, cambiaban de película; si su novio se hartaba de escucharle, le callaba a besos. Y ahora la solución a todo eso era un simple "vete".
Solo salió de su bucle de pensamientos al oír sollozos. Se giró de inmediato, asustado al ver a Martin llorar. No obstante, enseguida se percató de que la fuente de sus lágrimas no era otra cosa que la endemoniada película. Juanjo miró hacia la pantalla durante unos segundos, pero a simple vista no fue capaz de vislumbrar qué era lo que le estaba haciendo llorar. Inmóvil, le vio secarse las mejillas empapadas, todavía absorto en la historia ficticia que se daba frente a sus narices, sin notar la implosión que ocurría justo a su lado.
Y es que Juanjo se estaba dando cuenta, justo ahora, de cuánto habían cambiado las cosas. Tan solo meses atrás su primer instinto habría sido abrazarle, consolarle, besar las lágrimas que descendían por su rostro. Y ahora se veía incapaz de reaccionar. Si se acercaba, ¿sería bienvenido? Le daba miedo comprobarlo.
Observó la distancia que separaba sus cuerpos, a la que no le había dado importancia hasta hoy porque había aumentado paulatinamente, centímetro a centímetro cada semana para no activar las alarmas hasta que fuera demasiado tarde.
Ese viernes fue el día en el que Juanjo se dio cuenta de que le estaba perdiendo.
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Holiii esto será un poco triste de leer porque me encanta el sufrimiento y dolor pero prometo que acaba bien :)
No quiero arruinar la realidad con esto, por eso aunque podría basarlo en el futuro tras OT, no lo haré. Será todo ficticio, jamás habrán sido concursantes de OT y se conocieron de otra forma que iremos explorando conforme avancen los capítulos.
¡Espero que os guste y que vaya bien! Planeo que sea una obra introspectiva acerca de cómo a veces las relaciones se deterioran, pero si la persona realmente te importa, haces un esfuerzo por sanar el vínculo y reconstruirlo :) Y por supuesto en realidad no tengo ni idea de cómo lograr eso en la vida real porque no me ha pasado, pero espero poder plasmarlo bien. Besitos de fresa <3
(También la tengo publicada en AO3 donde ahora mismo estoy más avanzada)
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Promesas desdibujadas
FanfictionTras cinco años de noviazgo, lo cierto es que la relación entre Juanjo y Martin está pasando por un bache importante, el más grande al que se han enfrentado nunca. A pesar de que les aterra no ser capaces de lograrlo, ambos quieren hacer el esfuerzo...