Por mucho que lo intentara, Martin no había logrado volver a pegar ojo. No hacía más que dar vueltas en la cama mientras su cabeza rumiaba cada pensamiento sobre Juanjo que se le pudiera ocurrir del derecho y del revés. Pensaba en abrazarle, luego en echarle de menos, y eso era cuando se sentía contento; porque cuando le atacaba la ansiedad, era la conversación pendiente que tenían la que se paseaba por su mente. Ya iba planeando las cosas que diría, los puntos que trataría, se anticipaba a las posibles respuestas de su pareja y exploraba cada bifurcación que pudiera surgir en el camino.
Dos horas después, terminó por levantarse y prepararse el desayuno. Estaba tan nostálgico que al ver el pote de Colacao se echó a llorar. Mientras se preparaba un vaso de leche, rememoraba los primeros meses viviendo juntos en esta casa. Habían establecido una rutina que poco a poco fueron perdiendo hasta que ahora era un mero recuerdo, pero entonces solían preparar el desayuno en conjunto. Juanjo cada mañana le pedía un Colacao y a cambio les preparaba tostadas (Martin lamentó haber perdido esa costumbre, mirando su actual tostada quemada).
Al final, empujado por la añoranza, se adentró en el pasado en forma de armario. Abrió las cajas donde guardaban las cosas que les importaban, mas no solían necesitar. Eran tan solo valor emocional.
Comenzó a ver fotos. De cuando se conocieron en la universidad, de su grupo de amigos, de sus familias, de vacaciones juntos... De la noche de su primer beso. Todavía recordaba lo nervioso que había estado, pero sobre todo la nube de endorfinas que se lo había tragado y le había dejado mareado y enamorado perdido. En ese momento supo, si es que aún quedaba duda alguna, que quería estar con él de por vida. Le llevaba deseando meses, anhelando algo que creía que nunca iba a darse; y, cuando por fin ocurrió, sintió que su corazón explotó y lo llenó todo de felicidad.
Junto a las fotografías, había cartas. Leyó cada palabra con mimo y tuvo presente cada emoción, no solo las que le embargaban ahora, sino las que ya habitaban en él para el momento de escribirlas o recibirlas. Su corazón se encogió al redescubrir detalles olvidados, eran declaraciones que ya no se sentían del todo ciertas.
Acceder a una parte de su vida que había quedado un poco enterrada bajo el peso del tiempo le dejaba un sentimiento agridulce.
Entonces vio la libreta. Estaba en el fondo, tímida y dispuesta a llevarse sus secretos a la tumba, como su dueño. Su tapa era de colores sobrios, un gris aburrido al que él mismo le había añadido corazones de colores para darle algo de vida. En la esquina se leía "juantin" encerrado en un corazón flechado, verlo le dibujó una sonrisa nostálgica en los labios.
Acarició las letras con cariño, rememorando el día de su creación. La gran pasión de Juanjo siempre había sido la música, pero habían demasiadas trabas en su cabeza que le impedían lanzarse a ello de lleno. Sin embargo, cuando conoció a Martin, se dedicó a escribir mucho al respecto. Le había dado mucha vergüenza mostrárselo, pero con el paso del tiempo se fue abriendo más hasta el punto de que ya ni se inmutaba cuando Martin la cogía y la leía enfrente suyo. Y esta era la libreta donde escribía todo lo que tenía que ver con él, con ellos.
Mientras la abría, Martin se preguntó cuánto haría desde la última vez que escribió en ella.
Se pasó más de una hora sentado en el suelo bebiendo cada palabra. Pasó de las primeras hojas, donde se derramaban sentimientos confusos y tímidos, a un amor más afianzado conforme más avanzaba.
Había pensamientos caóticos y desordenados, como también versos cuidados y perfeccionados, con melodías incluidas. Algunas le transportaban directamente a noches donde Juanjo se las cantaba, y el mero recuerdo le dejaba con una sensación cálida en el pecho.
Conforme más se acercaba a la actualidad, no obstante, más espaciado era el tiempo entre las fechas de escritura. Las frases ya no eran románticas ni soñadoras, sino que hablaban de una rutina cómoda y una felicidad tranquila. Ya no eran fuegos artificiales, sino la chimenea de un hogar.
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Promesas desdibujadas
Fiksi PenggemarTras cinco años de noviazgo, lo cierto es que la relación entre Juanjo y Martin está pasando por un bache importante, el más grande al que se han enfrentado nunca. A pesar de que les aterra no ser capaces de lograrlo, ambos quieren hacer el esfuerzo...