Un nuevo día se asomaba por la ventana de Scott. Sus ojos, perdidos, se abrieron mientras estiraba su cuerpo, con una extraña sensación de abandono en su cama. Los rayos del sol despertaron sus sentidos, solo para darse cuenta de que una mirada fija estaba sobre él.
—Buenos días, teléfono con patas. Hoy hará 20 °C, con cielo nublado y un 50 % de humedad —dijo el moreno, entregándole una taza de café—.
Scott lo miró con cierta incredulidad y sorpresa al verlo tan temprano en su casa, y aún más por cómo había logrado entrar sin que la alarma lo despertara. —¿Cómo carajos entraste, cabrón? —preguntó el castaño, rechazando el café del moreno.
—Ni buenos días eh. La educación te falta. —el moreno, se acercó y le dejo la taza de café en su mesita de noche—. No rechaces el café —lo miró con ojos fríos—, lo fui a buscar a la cafetería, y Nathalie se pondrá triste si lo rechazas.
—¿A ti qué te pasa últimamente? Estás más raro que cuando te conocí. —pasa por él ignorando el café por completo.—
—Se lo diré a Nathalie y se pondrá triste por tu culpa —habló, siguiendo al castaño con la mirada.—
Hacía aproximadamente unos cuantos días que el extraño comportamiento de su amigo lo estaba preocupando. No le importaba; de hecho, estaba más que seguro de que su actitud se debía a una mujer. Con un suspiro, entró al baño y encendió la ducha de lluvia, que comenzó a calentar la habitación con el vapor. Su mente daba vueltas en la sensación de abandono que había sentido al despertarse. Se sentía confuso y, de cierta forma, triste.
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Nathalie, por su parte, estaba más que feliz y despierta. Su habitación, iluminada por los brillantes y tenues rayos del sol, dejaba a la vista las innumerables fotos de Scott, tomadas desde diferentes ángulos y en distintos lugares: en la pizzería con su teléfono rojo sobre la cabeza, al salir del trabajo, camino a su casa, en sus días libres, mientras salía a correr e incluso cuando dormía. Su escritorio y el gran tablón de notas en su pared estaban repletos de fotos de él, fijadas con alfileres y decoradas con corazones que marcaban la fecha, la hora y el lugar donde había sido tomada cada imagen.
La notable alegría era contagiosa y, extrañamente, macabra. El simple hecho de dejar sus hobbies y pasatiempos para seguir a alguien totalmente desconocido para ella, y encargarse de saber todo sobre su vida, incluso su horario de trabajo y las cosas que hacía en su casa o a qué hora se iba a dormir, eran hábitos que cualquier persona con sentido común consideraría enfermizos.
Esa noche se había encargado personalmente de organizar su casa y dejarla impecable mientras Scott dormía profundamente en su habitación. Las visitas nocturnas a su casa se habían vuelto una pequeña costumbre que la hacía sentir cerca del castaño. A veces, estas extrañas visitas incluían ordenar la casa, hacer la compra para la semana o el mes, prepararle el desayuno y cocinarle una buena comida para llevar al trabajo. Pequeñas cosas que hacían que ella se sintiera mucho más cómoda al tumbarse a su lado y dormir con él.
—¿Qué te hace estar tan alegre hoy, Nathy? —preguntó Denis, apoyado en el marco de la puerta de la habitación—. ¿Algo en especial?
—Nada que tú debas saber. Son cosas de mujeres —respondió sin voltearse a verlo. Aún estaba molesta con él por haberla llamado perra el otro día—. ¿Qué quieres?
—Una explicación —afirmó, entrando en la habitación de ella y señalando las fotos de Scott en el tablón—. ¿Te gusta Scott? ¿En serio? ¿Es una broma?
—¿Y qué te importa? Son mis gustos y mi elección, no es asunto tuyo —contestó con evidente molestia en su voz.
—Ese tío no me gusta y lo sabes. No tengo buena relación con él ni con la perra de pelo morado —exclamó, reclamando a su hermana por sus acciones—. Deberías buscarte a alguien mejor, hermanita. No quiero que andes con gente... rara.
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La Locura Que Es Amarte
FanfictionSean bienvenidos, chicos y chicas a la versión definitiva de esa gran historia que he criado para vuestro entretenimiento. En esa historia conoceréis a Nathalie Artemis Hoods (derivado del nombre T/N, pero solo la N) y su loca familia. Como era de l...