III

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—¿...Qué...?

—¡No! ¡Esto es imposible!—Haruna comenzó a llorar y a empujar a la multitud de maestros y amigas que estorbaban.—¡Quítense! ¡Suhyeon no puede-

Y ahí estaba Suhyeon, tirada en un charco de sangre en el piso del baño. Tenía la parte superior de su puño cerrado debajo de su mentón, como si el asesino lo hubiera colocado ahí cuando ya había muerto, además de un perfectamente clavado cuchillo que atravesaba todo su cráneo. Su cuerpo estaba completamente apuñalado de pies a cabeza, y tenía una marca curva que rodeaba todo su cuello. En un cubículo estaba escrito con sangre: "¿Lo recuerdan? Empieza el juego. *guiño, guiño*".

Suhyeon estaba más feliz que nunca, pues la chica que le gustaba—y que formaba parte de su grupo de amigas—le había guiñado el ojo

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Suhyeon estaba más feliz que nunca, pues la chica que le gustaba—y que formaba parte de su grupo de amigas—le había guiñado el ojo. Tan feliz que tuvo que pedirle al maestro ir al baño para escribir en la pared con bolígrafo negro una "S" y un corazón rodeándola.

—¿Suhyeon?—Una voz se escuchó dentro de el baño, una voz bastante conocida.

La pobre no pudo evitarlo y abrió el cubículo esperando a que esa chica apareciera, pero una cuerda de plástico de saltar —que era muy accesible al estar en el auditorio de la escuela para las clases de educación física—rodeó su cuello por completo y comenzó a ahogarla.

Miró al espejo y solo vio una figura alta cuya cabeza era cubierta por una enorme capucha amarilla detrás de ella, sosteniendo la cuerda.

—¡Su-su-suelta-me!—Gritó mientras tosía por la falta de aire.

Al parecer, el asesino obedeció, haciendo creer a Suhyeon que se encontraba a salvo, pero no era así. Sintió una patada en su espalda que la hizo caer. Al estar en el suelo, el asesino apuñaló su tobillo, haciendo que soltara un grito de dolor y que no pudiera levantarse.

—¿Por- por qué haces esto?

—Cierra el puño.

—¿Por qué?

—¡Cierra el puño o te irá peor, idiota!

Suhyeon obedeció y lo hizo.

—Se quien eres, conozco tu voz. Pues me gustas.

—¡Cállate!

—A mi me importa un carajo lo que me hagas. Siempre te amaré, tal vez como Tsuki nunca lo hizo.—Tiro de la capa de la asesina y la besó.

"Tal vez como Tsuki nunca lo hizo."

Una pequeña lágrima se escapó de los ojos de el asesino por lo último pronunciado. Lágrima que no pudo ocultar, pues cayó directamente en la mejilla de Suhyeon, quien sonrió al sentirla.—Sé que no eres mala, solo lo haces por tristeza.

Estoy escuchando Justo ahora San Lucas de Kevin Kaarl y Dios, quedo tan jodidamente perfecto que hasta yo lloré.

—¡No hables más o te clavo esto por todo tu maldito cuerpo!—Ordenó ahora llorando.

KillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora