#1 El nuevo entrenador

8 0 0
                                    

El aire frío me envolvía mientras avanzaba por el sendero que llevaba al lago. Mis botas de nieve crujían bajo mis pies y el sonido se mezclaba con el viento a través de los árboles. Había algo mágico en el invierno, algo que hacía que todo pareciera un poco más silencioso y brillante.

Con cuidado, me deslicé sobre el hielo, sintiendo la superficie lisa bajo mis botas. No había nadie más alrededor. Aunque pronto llegaría el equipo de Hockey del distrito 5. Saqué mis patines de mi mochila y me senté en una roca cercana para ponérmelos.

Una vez lista, me levanté y comencé a deslizarme por el hielo. Al principio, mis movimientos eran torpes, pero pronto encontré mi equilibrio y comencé a patinar con más confianza. Con cada empujón, mi velocidad aumentaba y sentía cómo el viento en mi cara se hacía más fuerte. La sensación de libertad era indescriptible.

Mis piernas se movían con precisión, y cada vez que empujaba más fuerte, sentía un zumbido de adrenalina recorrer mi cuerpo. Era como volar. La superficie del hielo bajo mis patines se sentía suave y firme, y mi corazón latía con fuerza mientras zigzagueaba, giraba y me deslizaba con agilidad.

Pronto empezaron a llegar los chicos del Hockey. Los observé riendo, pero seguí patinando. No me moví de ahí. Me llevaba bien con ellos dentro de lo que cabe, incluso los acompañaba a sus partidos pero no soy un miembro oficial.

Me pasé rápido por el lago y frené repentinamente al encontrarme a Charlie Conway cara a cara lo que me costó una caída.

—¿Qué tal Pierce?— preguntó ayudándome a levantar.

—estoy bien gracias, Conway— respondí sin apartar la vista de sus ojos.

—me alegro— sonrió

—bueno, los dejaré practicar, ya me iba— dije, y note que todos sus amigos se reunieron alrededor de nosotros.

—vamos Veronica— dijo Connie— quédate con nosotros

Antes de poder responder una limusina entró al hielo directo a nosotros.

—¿y si nos vamos?— escuché detrás de mí

—oye amigo, creo que te equivocaste de barrio—dijo Jesse al señor elegante que bajo del coche— este es mi territorio, pero como me siento generoso, dejaré que te larges.

Todos se rieron.

—Gracias hermano, pero no voy a irme hasta que termine lo que vine a hacer— respondió con un aire serio. Parecía que sacaría un arma de su chaqueta, pero había un brillo en sus ojos que delataba que bromeaba. Así que no retrocedí.

—Equipo Pee Wee del distrito Cinco, soy Gordon Bombay, su nuevo entrenador.— todos rieron— es cierto, tengo la lista. Averman, Dave. Conway, Charlie. Hall, Terry.

Todos se miraron confundidos.

— odio el Hockey y no me gustan los niños— dijo el nuevo entrenador — ¿tienen portero?

—yo, pero no por mucho— dijo Golberg desde atrás

—¿jugarás?

—por supuesto— respondió poniéndose la mascara.

—bueno, salgan al hielo y muestrenme— ordenó Bombay. Esto será divertido.

Se dispersaron por el lago y yo me posicioné junto al entrenador, que persona tan interesante.

—¿y tu que haces?— me preguntó

—verlos caer es divertido— respondí— son bastante malos. Soy Veronica Pierce

—si que lo son— observó con decepción — Veronica, ¿que sabes de la temporada?

Connie se acercó después de tirar a Averman

—no mucho, pero no va muy bien— metí las manos a las bolsas e intenté entrar en calor.

—hola entrenador, soy Connie— se presentó la niña— ¿usted juega?

—no. ¿Cómo va la temporada? — interrogó Bombay

—0 a 9– dijo casi orgullosa— uno estuvo muy cerrado solo perdimos por 5 y casi anotamos.

Sonreí recordando que fue vergonzoso, pero bastante divertido de ver.

—¿Qué hacemos ahora, entrenador?—preguntó Jesse con tono burlesco

—¿qué hacían con el otro entrenador?

—oír sus gritos— se quejó Charlie

—así se lastimó el brazo— sus compañeros relataron cómo el antiguo entrenador había sufrido un ataque cardiaco.

El entrenador carecía de interés por lo que se encerró en su auto y dio órdenes de dar vueltas alrededor. Vaya sujeto amable.

Me dispuse a irme a casa al ver que nada interesante pasaba. Caminé por los callejones llenos de nieve sosteniendo mis patines en la mano.

En casa abrí la puerta y mamá estaba esperándome.

—¿qué tal la escuela?—preguntó acercándose a mi

—bien— contesté— los de hockey tienen un nuevo entrenador.

—si, oí eso. Está bajo servicio social ¿cierto?

—sip, y no se ve que tenga un gran interés en el juego.

—es que después de verlos jugar no creo que este muy contento mañana— se encogió de hombros mientras dejaba un plato en la mesa

—¿y papá?— pregunté sacando los vasos

—fue por leña para la chimenea— con cuidado sirvió agua tibia en los vasos— no tardará. Cena, anda.

Al llegar papá no pasó nada interesante, me retire a hacer la tarea y al final me quede dormida.

La Magia del HockeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora