#2 Aprendiendo lo básico

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Días después el distrito 5 perdió contra los Hawks, como era de esperarse.

Me reuní en casa de Connie para hacer un trabajo para matemáticas.

—El entrenador Bombay nos enseño a caernos— me contó con disgusto

—¿hacer trampa?— era un extraño método deportivo— se nota que no quiere estar ahí.

—¡toma el golpe! ¡Actúa herido! ¡Indignate!— gritó Connie con determinación

—que buen lema— observe con sarcasmo

—si, pero caernos hizo que perdiéramos contra los Jets, y todos estaban bastante enojados por vernos así— dijo con tristeza.

—Tal vez pase un rato por el lago mañana— avisé con voz baja.

Cuando llegué al hielo el sábado por la mañana el entrenador Bombay estaba tirado en la nieve, parecía en plena crisis existencial.

Me puse los patines y me deslicé hasta un extremo.

Recorrí el lago en segundos imaginándome estar en una pista de verdad, con gente en el público mirándome. Imagine tener un disco de hockey y moví mis brazos, me acerqué a la portería imaginaria y dentro de mi cabeza, anoté.

Salté como si de verdad hubiera ganado un juego, zigzagueé hasta la otra portería y me mantuve patinando un buen rato. Era divertido, incluso estando sola.

Pronto mi papá llegó y me avisó que debía estar en casa para el almuerzo, así que me senté en la misma roca de siempre y cambié mis patines por botas de nieve.

Para entonces el entrenador Bombay ya se había ido corriendo, parecía apurado.

[...]

Por la noche, en mi casa tocaron la puerta. Papá abrió.

—buenas noches, ¿esta es la casa de Veronica Pierce?—escuché una voz familiar del otro lado, pero no hizo más que confundirme.

—¿quién pregunta?— respondió mi padre en tono firme

—soy Gordon Bombay— si, lo supuse ¿que hace aquí?— creo que esto les interesará.

—pase— lo invito mamá.

Yo, que estaba detrás de la puerta de mi habitación, fui llamada por mi madre.

—¡Veronica baja!— bajé rápidamente las escaleras y me paré detrás del sillón.

—Bien, señores Pierce. Me presento, soy Gordon Bombay, entrenador del equipo de hockey del distrito 5. Hoy vi a su hija patinar en la mañana— creo que ya se por donde va esto— y déjenme decirles que su velocidad no es algo que se vea a menudo.

—A ella le gusta patinar— dijo mi madre aún intrigada.

—Eso es lo más importante, verán, creo que tiene bastante potencial como delantera. Qué es quién se encarga de... — Bombay fue interrumpido por mi padre

—se que hace un delantero ¿por qué cree que a mi hija le gustaría jugar?— preguntó con tono de hostilidad

—porque se lleva bien con el equipo. — el entrenador pone sus codos en las rodillas como si estuviera negociando mi entrada— Y podrá usar su habilidad para alzar el nombre del distrito 5

—¿Qué hay del equipo de protección? — cuestionó mi mamá— es muy caro. No podemos pagarlo.

—nuestros patrocinadores se encargarán de todos los gastos— informó Bombay—¿qué dices Veronica?

Sonaba interesante, pertenecer al equipo, tener un entrenador. Era una buena oportunidad, no perdía nada yendo con el equipo. Aparte de la dignidad, claro.

Miré a mi papá con duda, él se limitó a encogerse de hombros. Voltee a ver a mamá que dió un leve asentimiento de cabeza, casi imperceptible.

—si, está bien— contesté segura.

[...]

Fuimos a una tienda deportiva cerca de la ciudad, todos estábamos bastante emocionados, hasta Bombay se veía divertido.

Me acerqué junto con Charlie a los Sticks ambos tomamos el mismo a la vez y al retirar nuestras manos tiramos todos. Volteé a verlo, tenía una sonrisa divertida y no pude evitar reír de lo sucedido.

Me alejé, comencé a buscar todo lo necesario en mi talla.


Bombay nos llevó a una pista de hielo, era más grande que el lago y mucho más segura.

Una vez que todos nos pusimos el equipo de protección, con torpeza puso varios conos en el centro.

—¡de vuelta a lo básico!— gritó después de hacer sonar su silbato de entrenador.

Debíamos zigzaguear como si estuviéramos llevando un puck.

—den la vuelta, cuidado con la orilla— advirtió

Esto era fácil, tal vez voy lento pero es por el peso que no estoy acostumbrada a llevar.

—con suavidad— dijo mirando fijamente a un huevo— no se dispara el disco a su compañero, lo envías. Veronica, de pie.

Tome el palo e intente detener el huevo pero se rompió justo al tocar el palo.

Todos expresamos nuestro disgusto con el olor y su consistencia.

—no lo detienes, lo aceptas— nos puso a todos en un medio círculo y cada uno tenía un huevo.

Explotaban una y otra vez.

—De nuevo. Concentración, no fuerza— recordó el entrenador

—como karate Kid ¿no?— empezó Averman— encerar, pulir...

Rode los ojos

—cállate e inténtalo, Averman— dije poniendo una mano en su pecho en señal para que se callara.

—pasalo Averman— ordenó Bombay— bien, Veronica

Me lo dijo envío y lo recibí con los ojos cerrados temerosa de que se rompiera en mi. Sin embargo lo logré y se lo envíe de vuelta. Al pasarlo a Charlie el huevo se rompió en el sueter de Bombay.

Pasamos varios minutos intentando pasarnos un huevo, no era fácil.

Depues de lograrlo, el entrenador nos ordenó disparar los discos a Golberg, que estaba atado a la portería. Según Bombay, era su Bar Mitzvah.

—¡Escuadrón, atención! ¡Listos!— Bombay hizo una pausa dramática mientras todos nos pusimos en positivo para tirar— ¡Apunten! ¡Fuego!

Empezamos a lanzar los discos, era mucho más fácil que un huevo. No pasó mucho tiempo cuando Golberg se dio cuenta de que en realidad no dolía, aún así continuamos disparando hasta que los discos se acabaron. Entonces empezamos a golpear el hielo como festejo a la vez que voceamos el nombre de Golberg.

Volvimos otra vez a los conos en zigzag, fue pan comido para todos.

—Excelente chicos, así se juega— festejó Gordon— ¿tienen hambre? ¿Están cansados? ¿Les duele? ¿les gusta?

—¡si!— gritamos a todo

—Eso es, un gran entrenamiento. Sientanse orgullosos de ustedes

Salimos de la pista entusiasmados, pero tenía el sentimiento de que olvidamos algo. Bombay estaba cambiando, parecía realmente preocupado y emocionado con los partidos. Nos subió a la lujosa camioneta dejando uno a uno en su casa correspondiente. El aire helado combinado con el sudor casi seco del entrenamiento me daba una sensación extraña, pero a la vez reconfortante.


La Magia del HockeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora