La reina Annette se encargó personalmente de todos los preparativos para que su pequeño príncipe pudiera reunirse hoy a tomar el té con el joven príncipe William de Inglaterra. Desde hacía meses, ella había observado con una mezcla de orgullo y curiosidad la creciente amistad entre los dos jóvenes omega, cultivada a través de cartas. Algunas veces, encontró las cartas escondidas en la alcoba de su hijo, mas jamás se atrevió a leerlas.
En el palacio de Inglaterra, la reina Jules preparaba a su pequeño príncipe heredero para este gran día. Con esmero, escogió su ropa y calzado, y le dio muchos consejos de etiqueta, consciente de que su pequeño William era algo revoltoso.
—Recuerda, querido, postura recta y no hables con la boca llena —le decía, acariciándole el cabello con ternura.
Ambas reinas veían esta reunión como un símbolo de la hermandad entre sus reinos. Tenían la esperanza de que los jóvenes príncipes no solo se llevaran bien hoy, sino que forjaran un vínculo duradero.
Louis se quejaba cuando su madre le acomodaba el cabello por milésima vez en la mañana.
—¡Mamá, ya está bien! —protestaba, mientras ella le pellizcaba suavemente las mejillas para darles un tono rojizo natural. Dios sabe cuánto detestaba Louis eso, ya que su piel era extremadamente sensible.
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El carruaje negro con detalles dorados se detuvo frente al castillo blanco. Louis no pudo evitar que su boca se abriera de asombro al ver aquel lugar tan fascinante. Era inmenso, y su color blanco se asemejaba a las nubes esponjosas de verano. Los detalles dorados brillaban con la intensidad del sol de la mañana.
Louis sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. No podía creer que finalmente estuviera allí, frente a aquel majestuoso castillo que solo había visto en sus sueños.
—Recuerda comportarte, es una ocasión muy importante y debes asegurarte de que te vuelvan a invitar, William —dijo su madre con voz firme, pero cariñosa.
Louis rodó los ojos al escuchar su segundo nombre salir de la boca de su madre. No le gustaba que lo llamaran así, especialmente en un momento tan significativo. Suspiró y miró hacia el castillo, tratando de contener su emoción. Sabía que tenía que comportarse, pero la maravilla del lugar hacía que fuera difícil concentrarse en las reglas de etiqueta.
—Sí, mamá, lo sé —respondió Louis con un tono de resignación.
Al bajar del carruaje, fueron recibidos por la reina Annette, tan bella y radiante como Jules la recordaba. Por otro lado, era la primera vez que Louis conocía a la omega.
La reina Annette los saludó con una sonrisa cálida, su presencia imponente y a la vez acogedora.
—Es tan gratificante estar aquí, su alteza —dijo Louis, ganándose una mirada de sorpresa por parte de su madre. La etiqueta siempre había sido un punto de tensión entre ellos, pero Louis quería impresionar a la reina—. Su palacio es tan exquisito, y esos detalles dorados… podría pasar horas admirando tanta belleza.
La reina Annette sonrió con genuino agrado ante las palabras de Louis.
—Me es muy gratificante saber eso, joven William —respondió con amabilidad—. Y debo admitir que sus palabras son tan finas que estoy muy segura de que podrá establecer una muy buena amistad con mi Harry.
Louis sintió una mezcla de orgullo y alivio al escuchar eso. Esperaba ansioso poder ver a Harry.
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Durante el camino hacia la gran sala, Louis se dedicó a admirar el palacio. Las maravillosas pinturas y esculturas parecían cobrar vida con cada paso que daba. El eco de sus pasos resonaba suavemente en los pasillos, y un tenue aroma a flores frescas flotaba en el aire. Entonces lo vio. Oh, Harry.
Harry lucía tan encantador con su traje blanco pulcro. Sus rizos eran tan bellos como Louis los recordaba, y su maravillosa sonrisa hacía que su corazón latiera tan rápido. Louis podría escribir y recitar mil poesías dedicadas a esa sonrisa.
—Los dejaremos solos para que puedan conversar a gusto —indicó la reina Annette, colocando delicadamente una mano sobre el hombro de Louis. Él sintió el suave toque de la reina y asintió, tratando de contener su emoción.
Cuando las mujeres se alejaron lo suficiente, ambos omegas corrieron hacia el otro para darse un fuerte abrazo. Sus pechos chocaron con fuerza, sus brazos se entrelazaron por todas partes y sus trajes comenzaron a arrugarse. Pero no les importaba. En ese momento, solo existían ellos dos, finalmente reunidos.
—Louis, te echaba tanto de menos —dijo Harry con pequeñas lágrimas en los ojos.
—Harry, ver tu rostro hoy es el mejor regalo que la vida pudo darme. También te extrañé mucho, y escribí cartas a diario. Las traje todas para que puedas leerlas cuando gustes.
—Eso me gustaría mucho. Por favor, camina junto a mí.
Ambos omegas se dirigieron lentamente hacia el patio, donde su té los esperaba humeante y acompañado de los más exquisitos panecillos de miel. El aire estaba lleno del dulce aroma de las flores del jardín, mezclado con el suave murmullo de una fuente cercana.
—Por cierto, tu palacio es precioso —comentó Louis, mirando a su alrededor con admiración.
—Lo es —respondió Harry con orgullo—. Deberías verlo en verano; el sol del ocaso pinta las paredes de un naranja magnífico.
Ambos jóvenes detuvieron su caminata para observarse mutuamente, sumergidos en el brillo emocional del reencuentro después de tanto tiempo separados.
—Bueno... crearemos nuestro propio palacio, amor mío —dijo Louis con una sonrisa tierna, imaginando un futuro juntos lleno de promesas y sueños compartidos.
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Estoy corrigiendo esta historia porque me gusta mucho y sentí que le faltaba pulir un poco.
Es cortita pero la voy a separar en un par de capítulos.
Díganme si les va gustando y qué opinan.
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todo por amor [l.s]
FanficCriados bajo el manto blanco de la corona, rodeados de riquezas y palabras vacías. Dos omegas encontrando el amor en palabras escritas a través de cartas con aroma a petricor y verano, aroma a pureza y amor. Dos omegas dispuestos a dejarlo todo por...