capítulo dos

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—El té es exquisito —dijo Louis con satisfacción—. Me hace tan feliz poder verlo de nuevo, amor mío —confesó en un susurro, casi temiendo romper el hechizo del momento.

Las mejillas de Harry se tiñeron de un delicado carmín ante tan hermosa confesión. El joven omega de ojos verdes, con una gracia innata, limpió las comisuras de su boca con una delicada servilleta de bordados dorados y, tras un instante de pausa, se aclaró la garganta.

—Me emociona de sobremanera su visita, joven William —respondió, su voz teñida de un afecto profundo y sincero, mientras observaba de reojo cómo uno de los miembros de su familia se acercaba a solo unos metros de ellos.

Louis giró disimuladamente en la dirección hacia la cual miraba el omega frente a él, su curiosidad apenas contenida por las normas de la cortesía.

—Pronto —prometió en silencio.


—Cuénteme de sus días, ¿el joven Duque ya se ha cansado de intentar cortejarlo? —preguntó Harry con una burla apenas perceptible en su tono de voz, mientras sus ojos brillaban con diversión.

Louis dejó escapar un suspiro y respondió, rodando los ojos con exasperación:

—En absoluto, a veces pienso que los alfas no comprenden la palabra no como respuesta. Es verdaderamente molesto recordarlo.

Harry dejó escapar una risa baja, una melodía suave que llenó el aire.

—¿Mis infortunios le resultan divertidos, joven príncipe? —inquirió Louis con una ceja levantada y un tono ligeramente herido.

—De ninguna manera, y me disculpo si le he dado esa impresión. Sin embargo, no estoy del todo de acuerdo con usted en ese aspecto —dijo Harry, sus ojos verdes brillando con seriedad—. Quiero decir, los alfas comprenden completamente cuando nosotros decimos que no, pero se niegan a aceptarlo. Creen que pueden doblegarnos simplemente por el hecho de ser alfas. Su personalidad narcisista les impide aceptar la realidad ante sus ojos, y es que pocos omegas desean realmente tener a su lado a alguien que no toma en cuenta sus deseos.

Louis se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de Harry. Finalmente, una sonrisa apreciativa se dibujó en su rostro.

—Estoy de acuerdo con usted. Es muy sabio, mi joven príncipe —respondió, su voz suave y llena de respeto.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro.


Tras haber conocido a varios miembros de la corona, la noche finalmente cayó, permitiendo a ambos príncipes un merecido descanso. Louis, sin embargo, no pudo conciliar el sueño y decidió escabullirse de su habitación en la madrugada para visitar a Harry.

—Me encantaría que nos quedáramos unos días más, por favor —rogó Louis al entrar con sigilo en la alcoba del príncipe. Sus cejas se fruncieron al no encontrar a Harry de inmediato con la vista.

—Estoy aquí —respondió Harry, anticipando la pregunta no pronunciada. El omega se encontraba detrás de su biombo de madera tallada, cambiándose de ropa para estar más cómodo a la hora de dormir.

Louis apartó la vista y tragó saliva cuando Harry emergió, vestido con un simple camisón blanco adornado con delicados encajes en los bordes. Se mordió el interior de la mejilla y apretó con más fuerza la lámpara que sostenía.

—¿No piensa voltear hacia mí, omega mío? —inquirió Harry con una sonrisa traviesa—. No poseo nada que usted no tenga, salvo algunos lunares y manchas de nacimiento, claro.

Louis finalmente se permitió mirarlo, su corazón latiendo con fuerza al contemplar la belleza y serenidad de su amado en la tenue luz de la lámpara. Harry se encontraba junto a la cama con una pequeña sonrisa en el rostro, luciendo tan perfecto bajo el suave resplandor que iluminaba apenas la habitación, creando sombras danzantes en las paredes.

—Ven, duerme conmigo —invitó Harry suavemente, extendiendo una mano hacia Louis.

Louis respiró profundamente, tratando de calmar el torbellino de emociones que sentía.

—Lamento tanto si mi nerviosismo me hace decir o hacer algo inapropiado, amor mío, pero esta es la primera vez que mis ojos podrán ser testigos de cómo luce su rostro al dormir. Imagino que es aún más bello que cuando está despierto, porque todos sus músculos se relajan y seguramente sea como presenciar la visita de un ángel. Y no lo digo sin el debido respeto —dijo Louis, hablando demasiado rápido, mientras Harry no podía evitar reír ante su nerviosismo.

El pecho de Harry se llenó de alegría y su omega saltó de felicidad ante tales elogios. ¿Cómo podría no amarlo?, se preguntó Harry en silencio.

—Me halaga, y debo confesar que también me siento algo nervioso. Verlo dormir, mi joven príncipe, sería un sueño hecho realidad para mí —respondió Harry con sinceridad, sus ojos verdes brillando con ternura.

Louis apretó los labios, conteniendo una sonrisa que amenazaba con desbordar su rostro. Se acercó lentamente, cada paso era una mezcla de anhelo y timidez. La habitación estaba inmersa en un silencio tranquilo, roto solo por el leve crujido del suelo bajo sus pies y el susurro de sus ropas.

Cuando ambos se encontraron envueltos en las cálidas sábanas blancas de seda, con sus manos unidas y los latidos de sus corazones sincronizados, los párpados comenzaron a pesarles. La tenue luz de la lámpara proyectaba sombras suaves sobre ellos, creando una atmósfera de tranquilidad y ternura. El suave susurro del viento contra las ventanas y el leve crujir de la madera añadían una serenidad casi mágica a la noche.

Louis hizo todo lo posible para no cerrar los ojos y quedarse dormido, pero el viaje había sido tan largo y se encontraba realmente agotado. Las sábanas de seda acariciaban su piel con una suavidad que solo incrementaba su somnolencia. Por otra parte, Harry se dedicaba a observar cómo las pestañas de su omega aleteaban cada vez que luchaba contra el sueño, una visión que llenaba su corazón de amor y protección.

—Duerme, amor mío —murmuró Harry con suavidad, su voz un susurro cálido en la penumbra—. Te prometo que mañana despertarás y estaré aquí a tu lado. No iré a ninguna parte sin ti.

Louis sonrió débilmente, sus párpados finalmente cediendo ante el peso del cansancio. La seguridad en las palabras de Harry lo envolvió como un manto, permitiéndole relajarse por completo. Sus dedos se entrelazaron más firmemente con los de Harry, una última muestra de su amor antes de sucumbir al sueño.

Harry, por su parte, continuó observando a Louis, sus ojos llenos de ternura y promesas silenciosas. La noche avanzaba, y el silencio de la habitación era roto solo por el suave sonido de sus respiraciones acompañadas. Harry ajustó las sábanas sobre su amado con delicadeza, su corazón lleno de una paz indescriptible.

—Buenas noches, mi príncipe —susurró Harry, permitiendo que sus propios ojos se cerraran, confiado en que el amor y la promesa de un nuevo día los mantendrían unidos.






Ay gente yo amo a estos dos me pongo sensible.

Díganme si les va gustando y si ven algún error me chiflan porfa. Muak.




todo por amor [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora