3. «Coincidencia»

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Lucas

-Que tengas un gran primer día de clases, hermanito.

-¡Luna, basta! -Me la quito de encima dándole un leve empujón, pues no dejaba de darme besitos. Es tan empalagosa a veces-. Harás que llegue tarde.

Mi hermana me sonríe, alborotando mi cabello que me había tomado el tiempo de peinar bien está mañana.

-De nuevo, que tengas buen día de clases.

Salgo del coche de Alejandro. Él con Luna decidieron ir a dejarme en mi primer día, aunque les había dicho que estaba bien cogiendo el metro. Después de haber paseado por toda la ciudad durante la última semana, ya estoy familiarizado. Lo mismo con la universidad. Me permití hacer un tour antes del inicio de clases. Me encargué de conocer cada edificio que fuera de mí interés en el campus.

-Muchas gracias, a ambos.

Me ajusto la mochila y habiéndome despedido de Luna y Alejandro, ingreso en el campus.

🍀

- ¿Qué tal tu primer día? -pregunta Oscar al otro lado de la línea.

-No está mal, ¿qué tal el tuyo? -inquiero.

-Pues tampoco ha estado mal-Hace una pequeña pausa, suspirando-. Te estoy echando mucho en falta, Lucas -admite.

Suspiro mientras ingreso en un pequeño restaurante donde he ido a comer algo antes de mi siguiente clase.

-Que también te he echado mucho en falta, pero bueno, ha resultado que ambos nos hemos decantado por algo distinto y eso nos ha obligado a separarnos.

-Más bien, los dos sabemos que lo que nos ha separado no tiene nada que ver con la carrera que escogimos sino ella -la menciona, haciéndome recordarla cuando al menos había pasado las últimas horas sin pensarla, lo cual es todo un record, pues Hailey Evans, para haber tenido muy poco de ella, me tiene muy jodido-. Dime, ¿la has vuelto a ver? -Se interesa. Le conté sobre nuestro primer encuentro, porque es mi gemelo y nos contamos todo.

Recargo el codo sobre la mesa en la cual acababa de sentarme, paseando mi vista alrededor del pequeño restaurante. Es pequeño, muy cerca del campus, pero luce muy pintoresco, alegre y acogedor. Y apenas quedan espacios disponibles, lo que quiere decir que está casi lleno.

Ha pasado una semana desde mi llegada a New York, y la única vez que vi a Hailey fue aquel viernes, y durante un par de horas porque lo cierto es que no se quedó más de un par de horas. Fue la primera en marcharse.

-No, yo no... -de pronto me toca quedarme en silencio mientras mi respiración empieza a volverse rápida, mi corazón a palpitar enloquecido. Dos chicas acaban de ingresar en el pequeño restaurante en ese momento, y una de ellas resulta ser mi delirio. La veo reír con su acompañante, ajena a que mis ojos la devoran y mi corazón se revuelve en euforia por volver verla. Ambas se mueven hasta el fondo, donde las espera una mesa vacía y toman asiento allí.

-Lucas, ¿por qué te has quedado mudo de pronto?

Paso saliva con dificultad, mis ojos sin poder apartarse de la razón de mis mayores desvelos durante los últimos años.

-Es que... estoy viéndola justo ahora, Oscar -farfullo. Mis ojos todavía en su dirección, en la sonrisa hermosa que no desparece de sus labios y en esos rizos salvajes.

-Solo escúchate, parece que te estas asfixiando. Esa tía sí que te trae mal, hermano.

Esbozo una pequeña sonrisa. Mal siquiera alcanza a definir el modo como Hailey Evans es capaz de hacerme sentir. Apareció en mi vida y me trasformó. Volteó todo mi mundo y lo redujo solo a ello, pues ha sido la única mujer en la cual he podido pensar durante los últimos años. Ella tomó mi corazón, mi razón... todo. Es tanto que pareciera que llevara toda mi existencia sintiendo todo esto que siento por ella.

Lo mejor de mí (PRÓXIMAMENTE 2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora