Lucha Inesperada

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.࿐╰─╮Hoshina Soshiro ╭─╯.࿐

Todos se sorprendieron enormemente. Su mirada de lapislázuli brilló expectante y caminó inmediatamente hacia mí, haciendo lo que le ordené.

—Como pueden notar, las parejas que les asigné son más débiles... —miré a Kurosawa—, o más fuertes que ustedes —devolví mi atención a hacia los soldados—. Aquellos cuyo porcentaje de pelea es mayor que el de su contrincante, colóquense los pañuelos que Okonogi tiene para ustedes en la caja negra y átenlo a cualquiera de sus brazos —me quité la chaqueta, revelando el pañuelo de un morado intenso amarrado en mi brazo derecho—. El trabajo de los más débiles es quitarles el pañuelo, mientras que los otros, evidentemente, evitar que lo hagan en un lapso de quince minutos.

—Pero si nuestro porcentaje de combate es menor que el de ellos, ¿cómo podremos hacerlo? —preguntó Akari, su rostro denotando preocupación.

—No todo se trata de fuerza bruta. Esta es una pelea que les enseñará a pensar e idear estrategias cuando se enfrenten a Kaijus que no puedan derrotar fácilmente, incluyendo Kaijus de menor tamaño. Una última cosa: cada pareja tendrá asignado un dron para que los evaluemos con mayor detalle después —tan pronto como hablé, los drones se acercaron a cada pareja a unos cuantos metros sobre ellos.

—¡Ya déjenos empezar, Vicecapitán! —exclamó Furuhashi con una gran sonrisa.

—Lo haré cuando Kurosawa y yo les hagamos una demostración de nuestra pelea —dije, girándome para verla y esbozando una sonrisa maliciosa. Ella acomodó los mechones sueltos detrás de su oreja, lista para el desafío.

—¿Qué pasa si consigo quitarle el pañuelo, vicecapitán? —preguntó con un semblante sosegado. Todos escuchaban expectantes.

—Tendrás que ponerte el pañuelo y aguantar hasta que el tiempo termine, porque yo estaré tratando de recuperarlo. El que tenga el pañuelo cuando pasen los quince minutos, será el ganador —Kurosawa asintió, su mirada profunda afilándose poco a poco. La tensión en el aire era palpable, una chispa que podía encenderse en cualquier momento.

—Cuando estés lista —dije, retrocediendo unos pasos para darle espacio.

Sin dudarlo, Kurosawa se lanzó hacia mí con la agilidad de un felino, sus movimientos rápidos y precisos como el viento. Bloqueé sus primeros ataques, notando la fuerza y determinación en cada uno de sus golpes. Aunque era consciente de que era increíblemente más fuerte que ella, decidí contenerme unos segundos, observando hasta dónde podía llegar en esa ventaja de tiempo. Me dediqué a esquivar y a contraatacar cuando era estrictamente necesario. Sus puñetazos y patadas eran una sinfonía de movimientos bien coordinados, cada uno fluyendo al siguiente con una gracia letal, su cabello trenzado siguiendo la elegante danza de su cuerpo.

Sin embargo, en un paso en falso, su equilibrio se tambaleó al lanzar un golpe que esquivé en una dirección que pareció no haber previsto. Aproveché la apertura, jalando su muñeca hacia adelante, pateando el puente entre su pie y su tibia, provocando que tropezara. Se puso de pie casi de inmediato, su respiración aún regular, pero ya había encontrado mi oportunidad. En el instante en que aún estaba recuperándose, la tomé de los brazos, atrayéndola hacia mí. Su espalda chocó contra mi pecho, y con un golpe calculado de mi rodilla, impacté la parte posterior de la suya, derribándola al suelo nuevamente. Sus muñecas quedaron atrapadas detrás de su espalda baja en una de mis manos mientras llevaba la otra a su nuca, envolviendo su cuello. Para evitar que se resistiera, mis rodillas flanqueaban su cuerpo, mi peso descansando firmemente sobre su cintura.

—Me ofende que se haya contenido al principio —pronunció con voz firme, la mitad de su rostro recargado en el pasto—. Hubiera podido derribarme desde el comienzo si así lo hubiera querido. Solté una breve risa, apreciando su buen análisis.

Sublevación De EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora