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Violeta

Tardamos un día en llegar a nuestra nueva casa pero no me importaron las mil horas de coche, ya que a cada minuto que pasaba me sentía mas feliz. Estaba nerviosa por empezar mi nueva vida, alejada de todo el dolor de las ultimas semanas. Sabia que no seria fácil y que no podía huir para siempre, pero tenia que intentar pasar pagina.

En las ultimas semanas no había podido dormir mas de dos horas cada noche. Siempre que cerraba los ojos aparecía la cara de ese hombre, y juro que podía sentir sus manos sobre mi brazo y cadera. En mis pesadillas aparecía luego Salma, para reírse de mi desgracia y diciendo que no fui mas que un juguete para ella. Cada noche me despertaba empapada en sudor y con la respiración acelerada, así que pasaba horas y horas mirando al techo y preguntándome si algún día volvería a ser feliz.

Cuando por fin llegamos al pueblo, pude ver que ninguna de las fotos de internet le hacían justicia. Era el lugar mas bonito que había visto nunca. Me quede embobada mirando por la ventana, observando las calles repletas de alegría. Se respiraba paz, justo lo que necesitaba. Acostumbrada desde pequeña a vivir en una gran ciudad, la imagen de este pueblo era como si todo fuese mas lento, como si el tiempo se hubiese parado. La gente nos miraba extrañados, y supuse que en un pueblo tan pequeño cualquier coche desconocido sorprendía. Intente fijarme en todos ellos, pero mi mirada quedo clavada en alguien en especial.

Había visto cientos de chicas guapas en mi vida pero nunca una como ella. Tenia las facciones mas perfectas que jamás había visto y esa sonrisa... Su pelo negro y lacio hacia resaltar aun mas esos ojos de color verde, pero lo que en verdad me cautivo fue la mirada llena de amor que le dedicaba a una niña pequeña mientras le ataba los cordones. Aun no puedo explicar porque, pero en ese momento se me aceleraron los latidos del corazón.

Al llegar a nuestra nueva casa, pudimos ver a un chico esperándonos con una sonrisa de oreja a oreja. Bajamos del coche y fuimos a saludarle. Denna tenia razón, Martin era un chico muy guapo pero nada comparado con la chica que había visto hacia unos minutos.

- ¡Bienvenidas chicas!- dijo riendo el.- Espero que el viaje haya ido bien.

- Cansado, pero ahora que te veo, ha valido la pena.- respondió Denna guiñando un ojo y los tres reímos

Ellos siguieron la conversación mientras yo sacaba las maletas del coche, ansiosa por descubrir todos los rincones de esa casa. Desde fuera ya me pareció preciosa, se notaba que quien la había construido había ultimado todos los detalles. Martin nos enseño el interior de la casa y nos explico que había ciertas cosas que necesitaban reparación, pues la casa llevaba dos años desocupada.

- Martin, ¿Cómo puede ser que nadie quisiera esta casa? Es preciosa.- pregunte curiosa.

- No la había puesto en alquiler hasta hace una semana. Pero si, era una pena verla vacía.- contesto el y tuve la sospecha de que había algo mas en esta historia.- Mañana vendré y empezare con las reformas, si os parece bien.

- Espera, ¿las harás tu?- pregunto Denna.

- Claro, esta casa la construimos mi hermana y yo, así que nadie la conoce mejor que yo.- respondió con un ápice de tristeza en su voz.

- Perfecto.- dijo Denna coqueta.- Pero ahora te quedas a cenar. Hemos pedido pizza para tres.

- Hecho.- contesto Martin y yo me sentí una sujeta velas.

La noche estaba yendo genial y estábamos riendo muchísimo. Llevaba horas sin pensar en Salma y en todo el drama de mi vida, y se lo debía todo a esa casa. Martin nos estaba explicando la enésima historia sobre el pueblo cuando sonó su teléfono. Quien estaba al otro lado de la llamada sonaba nervioso, o mas bien nerviosa, pero no pudimos escuchar que decía. Martin se disculpo cuando colgó y nos dijo que tenia que irse corriendo.

Denna y yo recogimos todo y nos fuimos a nuestras habitaciones. Yo me quede con la mas pequeña pero la que tenia vistas al mar. Me quede mirando por la ventana y sonriendo. Este era el cambio que necesitaba.

Esa noche volví a despertarme con una pesadilla y decidí esperar a que amaneciera sentada en el banco del jardín, en el que se podía observar esa playa preciosa. Solo así, mirando las ir y venir, conseguí calmarme hasta el punto de quedarme dormida por un par de horas mas. Solo llevaba una noche en este pueblo y ya notaba que todo iba mejor.

La mañana siguiente la pasamos deshaciendo maletas y anotando todo lo que teníamos que comprar para hacer de esta casa, nuestro hogar.

Martin llego a primera hora de la tarde, pero no vino solo. Vino acompañado de una niña preciosa escondida detrás suyo.

- Hola chicas.- nos saludo Martin.- Os presento a mi sobrinita Mia. Cariño, estas son Violeta y Denna.- le dijo a la niña.

- ¿Esa es tu nueva amiga Almudena?- pregunto Mia señalando a mi amiga y todos reímos.

Me acerque a ella y me puse de rodillas para estar a su altura. Era una niña preciosa, de unos 4 o 5 años, pelinegra y con los ojos negros.

- Hola, bonita. Yo soy Violeta.- le dije tendiéndole la mano.

- ¿Te puedo llamar Vivi? Vivi es nombre de heroína.- me respondió ella con una sonrisa tímida.

- Claro, cariño.- le conteste y ella puso su mano junto a la mía.

La pequeña me guio hasta el salón y se sentí en el suelo, delante de la mesa. Supuse que no era su primera vez en esta casa, ya que conocía perfectamente el camino. Mientras Denna y Martin se ocupaban de las reformas de la casa, Mia y yo dibujamos, reímos, cantamos y me hizo millones de preguntas.

- Es el mejor dibujo del mundo, Vivi.- exclamo ella cuando vio el resultado final del dibujo que hicimos juntas.

No pude evitar sonreír ante sus palabras y ella se levanto para rodearme con sus pequeños bracitos. Siempre me habían encantado los niños, pero Mia era especial, podía notarlo. Sentada entre mis piernas me dijo:

- Se lo voy a regalar a mi mama.- pude ver como se le iluminaban los ojos de felicidad.

- ¿Quieres hacer otro para tu padre, princesa?- sugerí yo.

- Yo no tengo padre, Vivi.- respondió ella con total naturalidad.

Su comentario me sorprendió muchísimo. No sabia que había pasado con su padre pero dentro de mi despertó un instinto grande de protección. No iba a dejar que nada ni nadie le hiciera daño a Mia. Solo me había hecho falta una tarde para enamorarme completamente y tenia ganas de pasar mas tiempo con ella. En ese momento, no me imaginaba lo difícil que lo pondría su madre.

Te Encontre- KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora