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Chiara

Sentí sus labios posándose sobre los míos y en ese momento, el tiempo se paro. No existía nada mas y fue como si me besaran por primera vez. Fue tan mágico que tarde unos segundos en reaccionar. Pero luego pose mi mano en su cuello, atrayéndola mas y lo que empezó como un beso inocente pronto escalo. Por primera vez en mucho tiempo quería dejarme llevar y disfrutar de esta chica que me estaba volviendo loca. Pero fue ella la que puso cordura y se separo de mi.

- Wow.- dijo sonriéndome.

Yo no pude articular palabra, seguía impactada con ese beso. Así que la abrace mas fuerte y empecé a acariciarle la espalda. Nos quedamos las dos mirando las olas ir y venir, con nuestras respiraciones acompasadas y disfrutando de ese momento de paz. No podía dejar de sonreír, no me importaba nada mas. No podía creer que por primera vez, hubiese sido capaz de contar mi historia, de abrirme y explicar todos mis miedos. Y Violeta me había escuchado, me había entendido y aquí seguía, abrazada a mi, a pesar de todo.

- ¿Vamos a despertar a Mia?- me pregunto reincorporándose después de unos largos minutos.

- Agárrate.- le conteste, cogiéndola una vez mas.

No lo iba a admitir en voz alta, pero no me importaría pasar toda mi vida llevándola de un sitio a otro así, pegada a mi pecho.

- Gracias por entenderme y por perdonarme por todo lo que te hice.- dije antes de entrar a la casa.

- Ay, Kiki... Estas muy equivocada si piensas que te perdonare tan fácilmente.- me respondió con una sonrisa. No pude evitar volver a besarla. Era solo la segunda vez, pero ya era adicta a sus labios carnosos.

- ¿Así voy bien?- dije uniendo nuestros labios sin parar. Las dos reímos y dios... fui feliz.

- Así vas genial.

Deje a Violeta en el sofá y fui a despertar a mi hija, sin parar de sonreír. Este día acababa de empezar y ya estaba siendo el mejor de los ultimo dos años. Cuando Mia abrió los ojos y vio que no estaba en su habitación sonrió de oreja a oreja y bajo corriendo a estar con Violeta. Se querían mucho y eso me llenaba el corazón de alegría. Desayunamos todas juntas en el sofá, pensando en lo que podríamos hacer después.

- ¡Quiero ir a ver a la abuela, mamá! Me dijo que me enseñaría a hacer pasteles.- exclamo Mia.

- Pero hoy estamos con Violeta, mi amor.- conteste yo, mirando a la pelirroja de reojo. Dudaba si no era demasiada presión conocer a mi madre el día que nos habíamos besado por primera vez. Pero Violeta no iba a negarle nada a mi hija.

- Por mi vamos, así también aprendo yo.- respondió y Mia corrió a sus brazos entusiasmada.

Así que una hora mas tarde estábamos en la puerta de la casa de mi infancia. Allí viví con mi madre y mis hermanos, hasta que me case con Nicole. Estábamos muy unidos, sobre todo desde que mi padre falleció. Ella también había sufrido cuando mi hermano se fue con Nicole y nuestra familia se rompió, pero nunca lo monstruo delante de mi o de Mia.

Mi hija entro corriendo entusiasmada. Era una niña risueña y su vida estaba llena de felicidad, pero jamás la había visto así. Algo dentro de mi sabia que la llegada de una chica especial a este pueblo era la causa de su alegría.

Violeta se había negado a coger la silla de ruedas para ir a casa de mi madre. Supuse que realmente si estaba algo nerviosa y, la verdad, yo también. Para ojos de todo el mundo era solo una conocida pero para mi ya era alguien especial. Era la persona que estaba logrando volver a hacerme sonreír. La ayude a bajar del coche y ella cogió las muletas.

- ¿Me va a odiar como tu?- pregunto Violeta en voz baja, antes de entrar a la casa.

- ¡Claro que no!- exclame sorprendida.- Yo solo te odie porque fui imbécil.

- No lo voy a negar.- dijo ella riendo. Le di un corto beso en los labios y entramos.

Mi madre estaba en la cocina preparando todos los ingredientes con Mia y su cara se ilumino al ver que traíamos compañía. Se acerco a Violeta y esta quedo impactada cuando mi madre la estrecho entre sus brazos.

- ¡Por fin conozco a la famosa Violeta!- exclamo mi madre.- Que guapa estas, con los pies vendados y todo.

- Violeta, te presento a mi madre Emma.- le dije.

- Es todo un placer. Mia me ha hablado mucho de su abuela favorita.- respondió una sonriente Violeta.

- ¿Cómo no voy a ser su favorita si su otra abuela es igual de arpía que su otra madre?- contesto mi madre y ambas nos sorprendimos.- Vaya, lo he dicho en voz alta.

Violeta rio ante el comentario de mi madre y en ese momento supe que se llevarían genial. Pero... ¿eso realmente importaba? Por mucho que me costara de imaginar, Violeta solo estaba de paso. Me sorprendió a mi misma el dolor que me causo ese pensamiento. Ella se iría y yo volvería a estar vacía. Agobiada, salí a la terraza a fumar, para dar rienda suelta a mis pensamientos.

Volví a entrar a la cocina media hora después, y me encontré a las dos mujeres de mi vida y a la chica que me había cautivado llenas de harina. No tardaron ni medio segundo en ir a por mi, y así fue como las cuatro, acabamos metidas en una guerra de harina llena de risas.

Después de comer en casa de mi madre, Violeta se quedo jugando con mi hija mientras mi madre y yo recogíamos la mesa.

- Te gusta.- me sorprendió mi madre. No me lo esperaba y estuve a nada de tirar un plato del susto.

- Mama, ¿Qué dices? La acabo de conocer. Y además, ya sabes que yo hace tiempo que renuncie a esto del amor.

- Di lo que quieras, pero he visto como la miras, como si fuera pura luz.- me dijo acercándose para abrazarme.- Date una oportunidad, Chiara, porque mereces ser feliz.

- Ella se ira, mamá.- respondí en un susurro, intentando ocultar mi aflicción.

- Ella puede quedarse.- finalizo mi madre.

Si se quedara, ¿la querría en mi vida? No dude ni un segundo en saber la respuesta. Si. Necesitaba oír su risa, buscar su mirada, cogerle la mano y sentir su pulso. Por eso iba a ser tan dura la despedida.

Después de comer, volvimos a mi antigua casa y, esta vez, no sentí ninguna pizca de dolor al verla. Mia estaba agotada, así que cayo rendida en el sofá. Lo que nos dio a mi y a Violeta, la oportunidad de volver a disfrutar de nuestra sesión de besos entre sonrisas. Pero nos duro poco.

A los pocos minutos, la puerta de la entrada se abrió de golpe y una Denna cabreadísima entro. Violeta y yo nos separamos instintivamente, pues ninguna de las dos estaba preparada para explicar este giro de los acontecimientos. Denna miro a Violeta y dijo:

- Tu y yo. Esta noche. Nos cogemos una borrachera increíble para olvidar a todos los tíos y tías gilipollas de este mundo.- Violeta y yo nos quedamos boquiabiertas. Supuse que ese fin de semana con Alex no había acabado muy bien. Tendría que preguntarle a mi amigo.- Uf, y viendo con quien has pasado tu estos días, también lo necesitas.- siguió la rubia.

Pero las dos sabíamos que eso no era así, y que los últimos días habían sido perfectos. Aun así, Violeta acepto y, esa misma noche, lo volví a joder todo.

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He vuelto después de una semanita en la playa. 

¿Qué os parece una mini maratón de capítulos para compensar la ausencia de capítulos?

También decir que estamos en la mitad de la novela ya. ¿Qué creéis que sucederá? 

Te Encontre- KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora