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Chiara

Me desperté el sábado por la mañana cansada después de una semana muy dura. Empezando con una discusión con Martin el lunes a primera hora, en la que acabo convenciéndome para que Mia pudiera ir a mi antigua casa. No me hacia ninguna gracia, pero después de ver la cara de felicidad de mi hija esa tarde, no pude negarme mas. Estaba disfrutando muchísimo con Violeta, y eso me molestaba.

Quise convencerme que no quería que pasaran tiempo juntas porque Violeta era una estafadora, pero algo dentro de mi me decía que había algo mas. Aun no estaba convencida de que la pelirroja estuviese diciendo la verdad aunque en sus ojos podía ver unas sombras que reflejaban todo lo que había sufrido. Esa noche en el bar pude ver como siempre miraba detrás suyo, asegurándose que nadie la seguía y se despertó en mi un sentimiento de protección. Fueron pasando los días y me di cuenta del verdadero motivo por el que no quería que pasara tiempo con mi hija. Mia no soportaría otro abandono, y estaba claro que Violeta solo estaba de paso.

Me puse a lavar toda la ropa de la semana mientras Mia paseaba con su tía Olivia. Seguía sin saber la insistencia de Olivia en venir un fin de semana al mes a ver a la niña si claramente no lo hacia por amor. Desde hacia dos años repetía la misma rutina: recogía a la niña el sábado a las 9, dejaba que ella corriera por la playa mientras la vigilaba de lejos y al irse, siempre me decía las mismas palabras " Nicole volverá". Al principio tenia esperanza, pero ahora ya prefería que no volviera nunca mas. No se había preocupado por su hija en dos años, no la había llamado para Navidad, ni para su cumpleaños, no había preguntado ni una vez por ella. Así que por mucho que volviera y nos rogara, yo no se lo perdonaría.

Había pasado una hora desde que Mia había salido cuando su tía me llamo. En seguida supe que algo iba mal.

- Chiara, tienes que echar a esa maleducada de la antigua casa de Nicole.- grito Olivia al teléfono.

- Para empezar, Nicole perdió su derecho a mi casa y a mi familia el día que se largo. Ahora, cuéntame que ha pasado.- dije intentado mantener la calma.

- Se ha llevado a tu hija y me ha llamado imbécil.

- ¿Cómo que se la ha llevado? ¿Dónde esta mi hija?- pregunte alterada.

- Supongo que en el hospital.- respondió con indiferencia. Todas mis alarmas se encendieron. ¿Que coño había pasado?

- Olivia, ¿Qué ha pasado con Mia?- dije saliendo por la puerta a toda prisa.

- Se ha caído de las rocas. Esta niña es una inconsciente. Todo por recoger dos conchitas.- respondió Olivia, pero yo ya no oía nada, solo corría con todas mis fuerzas hacia el hospital.

Al llegar, fui directamente a la consulta de Alex, sabiendo que que mi mejor amigo estaría cuidando de mi hija, pero antes de llegar escuche algo que me hizo parar en seco. Violeta estaba cantando con mi hija con todo dulzura en su voz. Notaba los sollozos de mi hija, pero yo estaba paralizada. Solo me hicieron reaccionar las siguientes palabras de Mia: "Te quiero".

Mia solo le había dicho esto a cinco personas en su vida: mi madre, Martin, Rus, Alex y a mi. Ahora también podíamos incluir en esa lista a una persona que la iba a abandonar. Y no podía permitirlo.

Mis siguientes palabras fueron puro veneno. Quería hacer daño a Violeta, quería hacer todo lo posible para proteger el corazón de mi hija. Y no pude negar que también quería proteger el mío. Violeta era un chica preciosa pero era mucho mas que eso. Era la chica que no había podido sacar de mi mente desde que la conocí.

- ¿¡Que coño haces tu aquí?! No pintas nada. Te dije que te alejaras de mi hija, no te necesita. Tu no eres nadie.- grite al abrir la puerta.

En cuestión de segundos la cara de Violeta cambio completamente. Su sonrisa se esfumo y vi como sus ojos se llenaban de lagrimas. Ese era mi objetivo y lo había cumplido, pero jamas imagine que eso me rompería a mi también. Tuve un gran sentimiento de culpabilidad pero también sentí como mi corazón se encogía. No pensé que su dolor me dolería tanto.

Aparte esos sentimientos para centrarme en mi hija. La mire a los ojos y pude ver como nuevas lagrimas seguían el rastro de las muchas otras que que habían caído.

- Mi amor, no llores. ¿Qué te duele?- pregunte acariciándole la mejilla.

- No me duele nada. Lloro porque estoy enfadada contigo. Le has dicho cosas muy feas a Vivi.- respondió Mia haciendo un puchero.

No quise mirar a Violeta a los ojos, ya que era consciente que volvería a perderme en ellos, como cada vez. Así que baje la mirada al suelo y vi un charco de sangre.

- Mia, ¿Qué te ha pasado? ¿Qué es toda esta sangre?- dije alarmada.

- La niña solo se ha dislocado el hombro.- respondió Violeta fría.

Entonces me percate que Violeta estaba pálida. Antes de poder reaccionar, Ruslana se acerco corriendo a la pelirroja y observo sus pies ensangrentados. En mi rostro se dibujo miedo, pero Violeta seguía impasible.

- ¿Cuándo pensabas decirnos que habías venido descalza, Violeta?- pregunto Rus mas enfadada que nunca.

- Ni me había dado cuenta. Creo que me he cortado con el vaso del café, que se me había caído al correr hacia Mia en la playa.- dijo Violeta rompiéndome el corazón un poquito mas.

Lo había dejado todo por cuidar de mi hija. Solo la conocía desde hacia unas semanas y ya la protegía así. Quería enfadarme, quería odiarla , pero ahora mismo... No podía. Solo quería abrazarla contra mi pecho y agradecerle por haber aparecido en mi vida. Y no únicamente por Mia, también por mi. Me había roto todos los esquemas y sentí que esto solo era el principio.

Entre Alex y Ruslana le quitaron todos los fragmentos de cristal incrustados en la planta de su pie, mientras Mia cantaba para calmar a Violeta. Ruslana se llevo a la pelirroja a otra sala para vendarle ambos pies y me quede sola con Alex y mi hija.

- Espero que dejes de comportarte como una capulla con ella. Ha corrido sin pensárselo dos veces, ha traído aquí a tu hija y se ha portado genial con ella. ¿Y tu se lo pagas así? ¿Tu te imaginas el dolor que ha sentido con esos cristales en sus pies? Pero no le ha importado.- dijo mi mejor amigo.

No fui capaz de decir nada, así que Alex siguió.

- No todas son como Nicole. Esta puede quedarse.

Durante una semana entera, esta frase apareció a cada minuto por mi mente. ¿Quería que Violeta se quedase? No estaba segura. Pero no podía odiarla por mucho que lo intentara. No se el momento exacto en el que sucedió, pero me di cuenta que no quería que se fuera del pueblo, de mi antigua casa, de mi vida.

Violeta

No me arrepentía de salir corriendo cuando vi a Mia caer, pero ojala hubiese llevado zapatos puestos. Alex y Rus me habían prohibido apoyar los pies en el suelo durante 10 días para que las heridas cicatrizaran bien. Llevaba 6 y no aguantaba mas. No me moví del sofá del salón en seis días mas que para ir al baño, y me tenia que ayudar Denna llevándome en silla de ruedas. Era un cuadro.

¿Lo peor? Llevaba seis días sin ver la playa, sin ver el amanecer desde mi banco favorito. Todas las tardes venia Mia a cuidarme. Por suerte, ella estaba completamente recuperada de su caída. Solo quedaba el rastro de unos moretones por su costado derecho, pero ella aseguraba que no le dolía nada.

Era viernes por la tarde cuando recibí un mensaje de Denna, que había salido a hacer un recado. "Tía, me ha surgido algo y este finde no estaré en casa. Si necesitas cualquier cosa, molesta a Martin. Te quiero". Reí al leerlo, ya que no era la primera vez que a la rubia le "surgía algo" y eso solo significaba problemas.

Pero ahora mismo, el problema lo tenia yo, que no era capaz de ir al baño por mi misma. Justo estaba intentando levantarme del sofá para sentarme en la silla de ruedas cuando la puerta de entrada se abrió y apareció Mia.

- ¡Vivi, seremos tus enfermeras por dos días!- grito la niña entusiasmada.

"¿Seremos?" pensé. Justo en ese momento vi entrar a la chica pelinegra que quería odiar con todas mis fuerzas.

- Parece que este fin de semana nos tendrás que soportar.- dijo ella con media sonrisa.

Mi corazón empezó a latir intensamente. Ella tenia la habilidad de acelerarme las pulsaciones con solo una sonrisa. Respire profundo, intentando coger fuerzas para los días que me esperaban. Mi muro no podía caer.

Te Encontre- KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora