Capítulo 2

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Al fin, una mañana casi 'normal'....

Bueno, ni si quiera era una mañana, eran casi las 3 de la tarde. Y no era normal ver a Andrew y Sara desayunando. ¡ESPERA! ¿Qué? No era para nada normal verlos despiertos a esta hora...

Me levanté. Fui a el baño sin antes saludar a Sara que se hallaba en la habitación.

—Hasta que despiertas, eh— dijo, mientras cogía su Iphone.

—Pues me sorprende verlos a ambos despiertos— puse cara de sorpresa. 'Menuda estupidez' pensé. Sara rió inocentemente y salió de la habitación.

Aproveché para tomar mi ropa; calzoncillos, camiseta, unos jeans, converse... y entrar al baño. Ahí estaba mi reflejo. Mi reflejo vacío, sin alma. Me desnudé y entré a la ducha. El agua me sentaba bien, me relajaba. Después de 15 minutos de baño, y 10 más de arreglarme y vestirme. Salí.

Dios mío.

—¿Y a ustedes 2 qué les pasa?— lo decía porque, eh, bueno...la casa relucía de limpia. Odiaba eso, la prefería hecha un desastre. Miré a Andrew—¿Eh? La casa de mi abuela está más sucia que esto— ambos, se echaron a reír. Yo, no. No me parecía gracioso, me fastidiaba—Contesten.

—¡Eh! Oye, tranquilo — puso su mano en mi hombro— ¿Es que no te gusta que la casa esté limpia?

—Sí—Mentí. Lo odiaba rotundamente.

—¿Entonces, de qué te quejas?—lancé una mirada asesina a Sara, ¿De qué me quejo? De que agarren mis cosas y las pongan en su lugar, de eso. No se lo iba a decir, se enfadaría y no quería que pasara, la conozco perfectamente, no quiero sus escándalos.

Cambié de tema, el estómago me rugía como si no hubiera comido en días.

—Hm, ¿Qué hay de comer?—pregunté y me topé el abdomen— Me ruge el estómago como nunca—me miraban los nudillos. Mis tatuajes. No se los había dicho, aunque supuse que ya lo sabían. Hace días que me los había hecho—¿Qué? ¿No me van a contestar?

—Ah..., sí— dijo Andrew sin dejar de verme las manos, así que me las metí en el bolsillo— Digo, no. No hay nada de comer, ¿O sí?— Miró a Sara con ojos pícaros y ella se sonrojó.

Sara tosió y le dio un pequeño golpe en el brazo, vi cómo le susurraba que se callara. Reí.

—¡VAYAN AL MOTEEEEEEL!—grité con tono burlón y reí más fuerte— Les dejo solos...—sonreí e hice el signo de amor y paz en mi salida triunfal.

Al menos alguien era feliz en esta casa.


Luego de ir a McDonald's por una hamburguesa, regresé a casa. Sara se había ido y Andrew por lo visto, también. Así que tomé El Psicoanalista y terminé el capítulo que había empezado y que desde hace un mes no había terminado. El reloj marcaba las 5...

No me haría mal salir a tomar un café, nada mal. Tomé las llaves del auto y salí. Conduje más de 15 minutos tratando de encontrar una cafetería normal y tranquila, pero nada que ver. Todas las que encontraba eran Starbucks y no me apetecía tomar ese café. Así que seguí, y al fin la encontré; era algo sencilla y no tan costosa, dos mesas rodeaban una pequeña fuente y en cada una de ellas habían 2 sillas, pedí mi café. Lo mismo de siempre: Un Capuchino. Miré con detenimiento mis nudillos, eran letras...sólo letras, no tenían ningún significado.

— Hey —era una voz grave, masculina— Sí, tú. El depre de siempre, ese mismo— Volteé, no reconocía su voz.

Era Charlie, y estaba con... ¿Emily? Sí, es Emily la hermana de Charlie, idiota. Me paré de mi asiento y guardé mis manos en los bolsillos, no quería que me observaran como animal de zoológico.

El último cigarro...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora