Quiero aclarar que este cap contiene escenas +18, es mi primera vez escribiendo este tipo de cosas, así que espero y sea de su agrado, y si les incomoda leer este tipo de cosas pueden saltarse esa parte.
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Los primeros días sin Aria fueron sin duda una tortura, me sentía muy sensible, sentía que me hacía falta algo pero... ahora no estaba yo solo, ahora había alguien más que dependía de mi y esa era Akiko.
Ella es una bebé muy difícil y crecerla fue mucho más difícil, lloraba mucho todos los días y cuando cumplió los tres las cosas se complicaron mucho más...
-Akiko espera- Illumi corría detrás de la pequeña niña que trataba de correr a la habitación en donde su abuelo Silva se encontraba
-aquí- la pequeña Akiko llegó al lugar en donde su abuelo se encontraba y con esto su padre la alcanzó y la tomó en brazos provocando los pequeños lloriqueos de la pequeña mientras decía "ahí" "ahí" y señalaba la puerta en donde su abuelo se encontraba, esto provocó que el mismo Silva salga
-¿pero porque tanto alboroto?- hablo con la misma voz autoritaria de siempre y mirando a Illumi que tenía en brazos a Akiko
-papá abajo- dijo la pequeña tratando de safarce de los brazos de su padre, mientras que este solo se quedó quieto mirando a su padre, el más que nadie sabía que a su padre no le agradaba su propia hija, su propia sangre
-bájala Illumi- le tomó por sorpresa y terminó por hacerle caso; Akiko corrió y abrazó a su abuelo por las piernas y corría detrás de él mientras intentaba tirarle del cabello
-¿tienes muchos asuntos pendientes hijo?
-si padre, tendré que partir en dos horas, me llevaré a Akiko enseguida para que deje de ser una molestia
-te equivocas hijo- Silva aclaró su garganta y miró a la pequeña- te debo una disculpa
ahora era el chico el que miraba a su padre atento sin perder esa inexpresiva mirada, no dijo nada y solo se limitó a asentir con la cabeza y observar a su pequeña hija con una expresión feliz, pero al lado de su propio padre, aquel que no los educó para comportarse así, ahora su pequeña hija podría disfrutar de una infancia "normal" sin nada que la ate a un destino de nacimiento; su propio padre estaba disfrutando de las pequeñas palabras que le decía su nieta, el cómo jugaba entre sus piernas y el cómo pedía que la cargara; quiso dejarlos solos y se retiró sigilosamente a un cuarto, le llamaba su cuarto de "trabajo"; aunque más que un cuarto de trabajo, era un lugar de escape, cada que se sentía confundido, abrumado, estresado, triste, acudía a dicho lugar solo para entrar y observar la pintura central del cuarto y ahí estaba ella... la mujer que se robó su corazón, la primera que provocó sentimientos fuera de su familia, la primera que lo desafiaba y la primera que le dio la libertad de sentir, la mujer que le concedió lo que más amaba, y eso era su hija, sin duda aquella mujer de cabellos rubios, un cuerpo que parecía delicado y esa característica expresión suya sin duda eran su perdición, no había día que el joven Zoldyck no se arrepintiera de dejarla ir; el sintió que debió insistirle en quedarse, en ser más abierto que ella, "si tan solo no hubiera nacido en aquella familia" pensó, pero esas ideas se esfumaron enseguida y repaso con detalle aquel retrato de su amada...