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-Bakugo...

-¿Qué?

Tan rápido como dijo su nombre, el recuerdo de ese día lo azotó.
Cerró sus ojos con fuerza, como si el solo hecho de recordarlo le ardiese por dentro. Instintivamente se llevó una mano a la parte superior de su pierna derecha, aquella donde tenía la cicatriz que marcaba su piel y su vida, la prueba física de que ese día sí pasó y no solo era una pesadilla que tenía siempre.

-Bueno saberlo. ¡Adiós!- la voz del hombre que tanto se esmeró en buscar lo trajo de vuelta a la realidad. Antes de reaccionar completamente, el viejo ya se encontraba corriendo como si su vida dependiese de ello.

-¡Idiota, vuelve aquí!- gritó mientras corría para perseguirlo. No fue difícil alcanzarlo, es decir, ¿quién gana la carrera: el héroe o un viejito? La respuesta es obvia.

-¡Suéltame, niñato! ¡No lo haré de nuevo! ¡No lo haré nunca!- el hombre se sacudía entre sus brazos, luchando por volver a escapar.

-¡No lo entiendes, tienes que hacerlo!- rogó.

-¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No!- los gritos del sujeto advertían de su perseverancia y persistencia, pero no le ganarían a la suya.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!

-¡Por favor, no de nuevo! ¡No quiero hacerlo de nuevo!- entonces el lado protector de Bakugo, su lado de héroe, salió a flote. Aflojó el agarre que tenía para mantener al hombre en su lugar y lo obligó a mirarlo a los ojos. Éste lo observó asustado en un comienzo, pero los ojos rojos del más joven le transmitieron confianza-. Yo... maté a mi perro- confesó. El rubio alzó una ceja.

-Lo sé.

-También maté a una niñita en Malasia, y a un adolescente en Vietnam, y a un bebé en Egipto- Bakugo fue reafirmando el agarre-, y a una anciana en Marruecos y... a una familia entera en Bélgica. Por favor, ya no...

La confesión le pareció terrible, y se atrevería a decir que estaba frente a un monstruo. Pero había algo en la voz del hombre que lo hacía dudar de todo lo que sabía. Algo que lo convenció de no arrestarlo ahí de inmediato.

-Tienes el poder de revivir personas- le recordó.

-Yo... ¡yo lo hice para salvarlos! No lo entiendes, nadie nunca lo hizo. Por eso lo tuve que hacer yo, pero me habían jurado que lo harían ellos, ¡pero ya no puedo más!- por su tono de voz y su respiración acelerada, perecía que estaba a punto de tener un ataque al corazón. El héroe apretó con más fuerza los costados de los brazos del sujeto, obligándolo a concentrarse en él.

-Quiero entender- declaró.

El viejo tragó duro, pero de inmediato sus ojos demostraron decisión.

-Confío en ti, héroe número 2, te diré todo.

Inverso; Bakutodo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora