cinco

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Se obligó a salir de la habitación y se dirigió a la cocina. Louis ya estaba ahí, preparando el desayuno con Teo, que parecía un poco más tranquilo.

— ¿Qué te parece si hoy faltas al colegio y nos quedamos en casa? —sugirió Harry – hace mucho frío y no quiero que te enfermes – masajeó sus hombros

— Sí —respondió Teo con una sonrisa tímida, sus ojos aún enrojecidos.

Louis observó a Harry, verificando que estuviera mejor y más tranquilo, y luego se centró en terminar de preparar el desayuno. Sirvió unos panqueques muy esponjosos de chocolate y los llevó a la mesa, donde Teo ya estaba esperando con una sonrisita.

— Gracias Louis – sonrió el pequeño.

Harry se sentó junto a su hijo en la mesa, y junto a él Louis. El ojiverde no podía digerir nada, y el otro ya había desayunado.

— Te estoy haciendo café que te compré – murmuró. Harry lo miró de lleno, sonriendole genuinamente.

— Gracias – suspiró, acomodando un poco su cabello. Parecía casi intencional querer lucir lo mejor posible, pero quizá no completamente para que su hijo no se preocupase.

 Parecía casi intencional querer lucir lo mejor posible, pero quizá no completamente para que su hijo no se preocupase

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 Teo parecía más relajado, riendo de vez en cuando con la televisión que ahora estaba encendida.

— Papá, si hoy no voy al jardín, ¿Puedo hacer eso? – señaló la tele. Era un fuerte hecho con sábanas que adentro tenía almohadones y juguetes.

— Obvio que sí. Podemos sacar tus sábanas y usarlas, de paso pongo nuevas.

— ¿Querés que te ayude a limpiar?

— Ayudalo a hacer eso que el quiere, tengo que organizar unas cosas... ahora que estoy realmente solo.

— No lo estás. Teo, cuando termines de comer andá a buscar tus sábanas. Después llevamos los juguetes – éste asintió, sin dejar de ver la televisión – ¿Qué necesitas?

— Tengo que llamar al colegio para que lo puedan pasar a doble turno, tengo que llamar a mi jefe para acomodar mis horarios, y tengo que limpiar... es un desastre todo.

— Yo te ayudo – insistió.

— Solo cuida a Teo, yo me encargo de lo demás – suspiró, agarrando su celular y levantándose de la mesa, por lo que el pequeño se volteó a observarlo.

El cachorro agarró su plato y todo lo que usó para comer y lo llevó al lavaplatos, dejandolo ahí para luego correr a su habitación.

Volvió al minuto sus sábanas, arrastrándolas por el pasillo, y Louis sonrió al verlo tan entusiasmado. Se acercó para ayudarlo, colocando dos sillas contra la pared.

— Así está bien – dijo Teo, observando cómo Louis las acomodaba lo suficientemente distanciadas para que entre él y varios juguetes.

— Ahora pongamos las sábanas por encima – respondió, extendiendo las sábanas sobre los respaldos de las sillas enfrentadas, creando un pequeño tunel que terminaba en la pared.

Teo estaba emocionado y no dejaba de saltar mientras de paso ojeaba la televisión.

— Traé tus juguetes también – comentó con una sonrisa, exhalando un tanto pesado porque su espalda dolía un poco.

Teo se fue pero volvió con un montón de juguetes en sus brazos, casi tropezando por la prisa.

— Vamos a poner los almohadones adentro para que esté más cómodo —sugirió Louis, ayudando al cachorro a poner una alfombra y a acomodar los almohadones.

— ¡Sí! Ellos van a proteger el fuerte – Teo colocó dos dinosaurios de Danonino contra las patas de las sillas, y luego metió todos sus juguetes favoritos con él, cerrando la 'puerta'.

Louis se detuvo un momento para admirar el entusiasmo. El cachorro estaba completamente inmerso en su refugio, lo escuchaba reir.

— ¡Es el mejor fuerte de todos! – exclamó Teo desde adentro.

Louis sonrió, satisfecho. Mientras Teo jugaba en su nuevo fuerte, se levantó y se dirigió al baño porque su té de desayuno estaba pidiendo salir de su organismo.

Fue cuando escuchó a Harry llorar en la habitación.

Tocó la puerta que estaba medio abierta, antes de asomarse para entrar.

— ¿Pasó algo? – preguntó el alfa menor, limpiandose la cara. Estaba en el suelo, contra la cama.

— No, Teo está bien, jugando en su refugio – se sentó a su lado y pasó su brazo por sus hombros – ¿Querés hablar? – Harry comenzó a llorar de nuevo, cubriendo su rostro con su mano.

— Calum sí puede tener hijos, te mentí, el problema soy yo – dijo por lo bajo, aun llorando – intentamos que funcione entre nosotros pero no hubo forma.

— ¿Por qué me mentiste? ¿Te pensabas que te iba a juzgar? ¿O qué?

— No pensaba que iba a necesitarte, y confesarle a otro alfa eso es horrible. Pero al otro día estaba solo en un berrinche de Teo cuando llegué un poco tarde a buscarlo, y al otro hizo berrinche porque no quería ir al colegio, y no sabía cómo manejar ésto porque nunca lo hice solo. Yo solo trabajaba, los fines de semana convivíamos.

— Todo se va a normalizar, y estoy de tu lado – lo animó a que dejara su cabeza en su hombro, lo cuál hizo – te voy a ayudar en lo que necesites, andá a pasar tiempo con Teo. Conectá con él, jueguen, te va a sorprender lo que puede cambiar las cosas – Harry asintió, refregandose la cara – dale, andá, yo limpio – sonrió, despeinandolo. El ojiverde gruñó suavemente, levantándose.

Cuando salió, Louis vió que quizá lo mejor era empezar por la habitación. Había ropa tirada, la cama era un desastre, y estaban las mismas sábanas que esa noche. También había polvo en los muebles, lo cuál indicaba que Calum no se encargaba de limpiarlos.

Suspiró y se arremangó, incorporándose.

Ese hombre es supermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora