Capitulo 2

3.5K 163 34
                                    

No hablo mucho de cómo conocí a Samantha. En realidad no hablo mucho sobre cualquier cosa; pero se que la mayoría tiene una especial curiosidad de cómo esa pequeña Barbie llegó a asociarse conmigo, pero como siempre digo, me vale mierda.

Ella es mi única amiga, mi hermana, mi familia.

Apenas he empezado a vivir; esto según cualquier adulto que ha entrado en mi vida, pero mi alma ya ha vivido décadas para meterme en estúpidos dramas juveniles, por eso prefiero mantenerme apartada de la mayoría de los seres vivientes.

Samantha prácticamente brinca hacia las puertas de entradas, robando miradas a nuestro alrededor, casi haciéndome pasar desapercibida.

Casi.

Veo como las miradas, que han parado de analizar al rayito de sol a mi lado, se quedan más que unos segundos en mis piernas, antes de que lleguen a mi rostro y luego rehuyan de mis ojos.

La forma en que Sam endereza su hombro me hace notar que se ha dado cuenta de todos los pares de ojos puestos en nosotros, así que acelera el paso, haciéndome ir más rápido. Contengo un gruñido porque mi estómago retuerce el nudo dentro de él, pero no hago el ademán de avisarle a Samantha sobre esto. Es capaz de comenzar a perseguirme con una tupper de comida vegana.

Algunas animadoras nos miran descaradamente cuando pasamos cerca de su mesa de inscripciones, que está a un lado de los casilleros. Su pancarta llena de brillos podrían provocarme una migraña sino tuviera mis lentes puestos.

Una de ella no despega los ojos de nosotras, hasta que noto como sus muslos se aprietan debajo de la mesa. Ignorandola, mi mirada vaga por la salida de incendios y una puerta que indica el armario del conserje. Samantha sigue caminando distraída mientras bajo un poco mis lentes para analizar el conducto de ventilación, el cual es lo suficiente grande como para que alguien de constitución pequeña quepa por él. Aprieto mis labios y veo como la rubia frente a mí aprieta la correa de su mochila, clavando sus uñas contra el materia.

Sammy gira hacia una pequeña salita, y la sigo de cerca.

Una señora de aspecto mayor teclea lentamente sobre una maquina de escribir. Alzó mis cejas, pero no se notan detrás de mis gafas. Samantha da un saludo formal, como toda una chica sureña, aunque haya nacido en Oregón. Mantengo esa observación para después.

La señora sonríe hacia mi amiga, posiblemente pensado que en ha encontrado un alma sureña en la fría Seattle. Su sonrisa se atenúa un poco cuando sus ojos vuelan hacia mí. Debo verme como una nube negra que trata de ocultar el sol.

Una sonrisa maliciosa se dibuja en mi rostro, lo que haciendo que la secretaria aparte su vista de mi, para volver a mi rubia amiga. Asiente cuando Samantha dice nuestros nombres y nos pide que esperamos mientras busca nuestra información.

-Qué bonito es aquí, creo que nos divertiremos- dice Sam con el repiqueteo de fondo de gavetas siendo abiertas. Yo asiento mirando para otro lado.

El lugar es totalmente blanco con un par de sillas. Hay dos grandes macetas con plantas de verdad. Una puerta crema resalta en el fondo, donde supongo que debe estar el almacén. Hay fotos repartidas por todo el escritorio de la secretaria, un pequeño tablero con papeles de colores rayados con crayones, una maceta más pequeña y diferentes carpetas. Pero todo en un perfecto orden.

Miro sobre mi hombro, teniendo una vista clara de los estudiantes que pasean por los pasillos. Vuelvo mi atención hacia Samantha cuando la secretaria vuelve con un par de hojas en su mano.

-Aquí están, cariño. Samantha Harries.-le pasa un par de hojas a la rubia. Vuelve su vista, empañada por lentes, hacia mi, y su mano temblorosa estira otros papeles sobre el escritorio.-Y Emma Collins.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 30, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Not NormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora