Capítulo 7: When he said...

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—¿Cómo es?

—Amable.—responde.

Su mirada no parece conforme.—¿Te tratan bien?

Pensó por un momento que cuando su madre mandó a llamar por ella, era para abrazarla y decirle que la había extrañado. Lamentablemente Alyrent comenzaba a aceptar que su madre... no era esa clase de madre.

—Si...

Sus labios se fruncen y sus ojos se enmarcan en una mirada afligida.—¿Por qué no respondiste la carta que envié?

—Pensé que lo había hecho, pero ya veo que lo olvide.—miente.—Lo siento, madre.

Alicent asiente.—Si algo malo ocurre, por más mínimo que sea... no dudes en decirme.

Aquellas palabras la hicieron confundir.

¿Por qué su madre se notaba tan preocupada?

—Tu me enviaste ahí...














A medio día la familia de Rhaenyra visitó al rey. Los niños se sintieron tan fuera de lugar en medio de una habitación en la que el olor a enfermedad prevalecía. El silencio parecía un sepulcro y los maestres no dejaban de limpiar las heridas del rey.

Rhaenyra notó el estado de sus hijos y actuó rápido. Los mandó al patio de entrenamiento.














Las puertas se abrieron y ella no tardó en salir a prisa.

Bajo las escaleras al patio, notando rápidamente la presencia de sus hermanos.

Nada parecía haber cambiado en su ausencia pero lo que sí nota, es el silencio de Aemond.

Cuando partió a Dragonstone, Aemond yacía aislado por voluntad propia en su habitación. No salía para nada y no dejó que nadie lo consolara por su pérdida... o al menos nadie sabía cómo hacerlo exactamente, ni su propia madre.

La ausencia de Aemond hizo que Alyrent jamás asimilara del todo la gravedad de lo que significaba el daño hecho a su hermano y como el culpable nunca recibió un castigo.

Verlo ahora era... estremecedor.

—¿Vienes a ensuciar tu vestido con lodo, hermana?—parloteo Aegon cuando la vio. Aemond la miró de reojo unos pasos atrás.

—Deseaba acompañarlos esta mañana, ver sus mejorías.

—O comprobar que somos mejores qu...—Aegon enmudeció rápidamente para luego sonreír con burla. Como usualmente suele hacerlo cuando quiere burlarse de algo o alguien.—Sobrinos, ¿Han venido a entrenar?

Al igual que Aegon, Alyrent y Aemond los observaron llegar también, aunque este último tenía una mirada fulminante al más pequeño.

—Es una pena... me hubiera gustado entrenar contigo Jace.—recalca Aegon con malicia.—Nosotros ya nos vamos.

La peliblanca puede sentir la tensión que ha generado las palabras de su hermano pero al menos cree o quiere creer que el ambiente se calmara en cuanto Aegon se valla.

La silueta alta del mayor se retira del lugar, dejando a la vista la silueta mediana de Aemond. Su mirada reposa en su hermana mayor quien lo ha notado, su único ojo bueno la mira de manera intimidante, como si tratara de amenazarla con la mirada.

Alyrent se estremece por alguna razón, sin notar que las gemelas han llegado al lugar. Sólo puede ver como los pies de Aemond resuenan contra el suelo a medida que se acerca.

Se para frente a ella y aún permanece en silencio, esto hace que se sienta pequeña en su lugar.

—¿De verdad vas a unirte al hermano de quien me hizo así...?

L E G A C Y  / Jacaerys Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora