El Senado estaba en ebullición. La propuesta de ley que buscaba reformar el sistema de salud del país había provocado acaloradas discusiones y rivalidades al rojo vivo. Citlali se levantó de su asiento, sus ojos brillando con determinación mientras se dirigía a la tribuna.
—Esta reforma es crucial para el bienestar de nuestro pueblo. No podemos seguir permitiendo que millones de ciudadanos queden desamparados —dijo con firmeza, dirigiendo su mirada a los senadores presentes.
Lili, sentada al otro lado del salón, observaba en silencio. Ella sabía que Citlali tenía razón, pero también comprendía las complejidades políticas que envolvían la propuesta. Cuando llegó su turno, se levantó con elegancia y se dirigió a la tribuna, enfrentando a Citlali con una mirada de desafío.
—Aunque respeto la pasión de la senadora Citlali, debemos considerar las implicaciones económicas de esta reforma. No podemos actuar precipitadamente sin un plan financiero sólido —replicó Lili, su voz resonando con autoridad.
La tensión entre ambas era palpable, y sus colegas no podían ignorar la intensidad que impregnaba cada una de sus palabras. Al terminar la sesión, Citlali y Lili se miraron por un breve instante, un intercambio silencioso que sólo ellas comprendían.
Esa noche, Citlali cruzó el umbral del elegante hotel donde habían acordado encontrarse. Las luces doradas del vestíbulo reflejaban la opulencia y el secreto que ambas mujeres guardaban con tanto recelo. Con cada paso, Citlali sentía el peso de sus decisiones y el latido de su corazón se aceleraba al pensar en lo que estaba por venir.
Lili ya estaba en la suite, sentada junto a la ventana que ofrecía una vista panorámica de la ciudad iluminada. Su figura, envuelta en un elegante vestido negro, destacaba contra la luz tenue del exterior. Al escuchar la puerta, se giró lentamente, sus ojos oscuros encontrando los de Citlali con una intensidad que sólo ellas comprendían.
Llegas tarde —murmuró Lili, sin moverse de su lugar.
—Lo siento, tenía que asegurarme de que nadie me siguiera —respondió Citlali mientras cerraba la puerta tras de sí y se acercaba a su amante.
El silencio se instaló entre ellas por un instante, un silencio cargado de palabras no dichas y emociones contenidas. Citlali se acercó más, su mano rozando suavemente el rostro de Lili.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Citlali, susurrando con voz temblorosa.
—No lo sé —admitió Lili, dejando caer su máscara de seguridad por un momento. La senadora firme y decidida se desvaneció, dejando ver a la mujer vulnerable que yacía debajo.
El peligro de ser descubiertas era real. Ambas habían estado recibiendo amenazas anónimas desde hacía semanas. Sabían que sus rivales políticos no dudarían en usar su relación en su contra si se enteraban. Pero había algo más, algo que había cambiado en los últimos días. Citlali sacó de su bolso un sobre manila, que dejó sobre la mesa de cristal.
—Encontré esto en mi oficina —dijo Citlali, su voz cargada de preocupación.
Lili tomó el sobre con manos temblorosas y sacó su contenido: una serie de fotos de ambas en momentos íntimos, acompañadas de una carta anónima que decía: "El poder tiene un precio. Elijan bien sus próximos movimientos".
Las palabras flotaron en el aire, llenas de una amenaza velada. Lili apretó los labios, su mente trabajando rápidamente en un plan para protegerlas. Sabía que, si querían sobrevivir en el despiadado mundo político, necesitarían estar unidas más que nunca.
Holaaa una disculpa por la demora
Mañana actualización :)
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Bajo la Superficie
FanfictionEn el Senado de México, las senadoras Lily y Citlali aparentan ser rivales acérrimas, enfrentándose públicamente en intensos debates. Pero en secreto, son amantes apasionadas, ocultando un amor prohibido que desafía las barreras de la moralidad y la...