Capítulo 2: Juegos de Poder

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El sol comenzaba a filtrarse a través de las ventanas del Senado, anunciando un nuevo día de intensos debates y decisiones cruciales. Lily se preparaba frente al espejo de su despacho, ajustando meticulosamente su peinado y repasando mentalmente los puntos de su próximo discurso. Sabía que hoy tendría que enfrentarse nuevamente a Citlali, y aunque la idea le provocaba un nudo en el estómago, también sentía una emoción que no podía negar.

Al otro lado del edificio, Citlali tomaba café, su mirada fija en las notas dispersas sobre su escritorio. Había pasado la noche pensando en Lily, en la complejidad de su relación y en cómo manejar la dualidad de sus vidas. Mientras se dirigía al pleno, se prometió a sí misma que no dejaría que sus sentimientos interfieran con su trabajo. Pero esa promesa se volvía cada vez más difícil de cumplir.

Esa mañana, el Senado no discutía una nueva reforma ni un proyecto de ley. En cambio, era una reunión interna entre varios comités, una oportunidad para las senadoras de influir en las decisiones futuras. Lily y Citlali, como siempre, estaban en comités opuestos, sus opiniones chocando en cada oportunidad.

Al finalizar la reunión, Lily se retiró a su despacho, intentando concentrarse en los documentos que tenía frente a ella. Pero sus pensamientos volvían una y otra vez a Citlali. Cada interacción pública estaba cargada de una tensión que solo ellas podían entender.

Un golpe suave en la puerta la hizo levantar la vista.

-Adelante -dijo, intentando que su voz sonara firme.

La puerta se abrió y Citlali entró, cerrándola tras de sí. Sin mediar palabra, se acercó a Lily con determinación. Antes de que Lily pudiera reaccionar, Citlali la tomó por la cintura y la atrajo hacia ella, sus labios encontrándose en un beso ardiente.

Lily respondió de inmediato, sus manos deslizando hacia el cabello de Citlali. El beso se profundizó, cargado de una pasión que ambas habían reprimido durante demasiado tiempo. La sensación de la piel de Citlali contra la suya era un alivio y una tormenta al mismo tiempo.

-Nos estamos arriesgando demasiado -dijo Lily cuando se separaron, sus respiraciones entrecortadas.

-No me importa -respondió Citlali, sus ojos brillando con intensidad-. No puedo seguir fingiendo.

Lily la miró con la misma mezcla de desesperación y deseo.

-Entonces, ¿qué hacemos?

Citlali sonrió, un destello de travesura en sus ojos.

-Aprovechar cada momento.

La atrajo hacia el sofá de su despacho, donde se sentaron juntas, sus manos explorando con avidez. Citlali deslizó su mano bajo la blusa de Lily, acariciando su piel cálida y haciendo que Lily jadeara.

-Te he deseado tanto susurró Citlali, sus labios recorriendo el cuello de Lily.

Lily cerró los ojos, entregándose a las sensaciones. Sus manos encontraron el borde de la blusa de Citlali, desabotonándola con urgencia. Cada capa de ropa que caía al suelo era un obstáculo menos entre ellas.

La intensidad del momento las envolvía, y el mundo exterior parecía desvanecerse. Lily sintió cómo el control se le escapaba, pero en brazos de Citlali, la pérdida de control era una liberación. Los suspiros y gemidos llenaron el despacho, una sinfonía secreta de pasión.

-Te necesito murmuró Lily, su voz apenas audible entre besos y caricias.

-Y yo a ti -respondió Citlali, su voz ronca de deseo.

El tiempo pareció detenerse mientras se amaban en el silencio del despacho. Cada movimiento, cada caricia, era una declaración de amor y una promesa de más. Cuando finalmente se quedaron quietas, sus cuerpos entrelazados y sus respiraciones aún aceleradas, sabían que habían cruzado un umbral del que no había vuelta atrás.

-Nos descubrieron -dijo Lily, su mente volviendo lentamente a la realidad.

-Entonces tendremos que ser más cuidadosas -respondió Citlali, acariciando el rostro de Lily-. Pero no pienso renunciar a esto, a nosotras.

Lily asintió, sintiendo una renovada determinación. Sabía que su relación con Citlali era peligrosa, pero también sabía que era lo único que la hacía sentir verdaderamente viva. Con un suspiro, se incorporaron y comenzaron a vestirse, preparándose para enfrentarse al mundo una vez más.

Cuando Citlali se dispuso a salir, se volvió hacia Lily una última vez.

-Nos vemos en la próxima reunión -dijo, sus labios curvándose en una sonrisa cómplice.

Lily asintió, su corazón latiendo con fuerza.

-Ahí estaré.

Afuera, la vida continuaba con su rutina implacable, mientras dentro de sus corazones, un juego de poder y pasión se desarrollaba en secreto. Y así, con cada día que pasaba, su vínculo se hacía más fuerte, desafiando a quienes las veían solo como rivales y recordándoles a ellas mismas que, bajo la superficie, había mucho más en juego.

Bajo la SuperficieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora