A la mañana siguiente, el Senado estaba aún más agitado de lo habitual. La reforma del sistema de salud seguía siendo el tema central, pero un murmullo de rumores y especulaciones recorría los pasillos. Citlali y Lili se movían entre la multitud con la misma profesionalidad de siempre, pero con un nuevo peso sobre sus hombros.
En una esquina del recinto, Citlali observaba a Lili mientras discutía con un grupo de senadores. Sabía que no podían permitirse ningún error, cualquier señal de debilidad podría ser fatal. De repente, su teléfono vibró en el bolsillo. Un mensaje de un número desconocido apareció en la pantalla: "Esta noche. Mismo lugar. Tenemos información."
Citlali sintió un escalofrío recorrer su espalda. No sabía si debía confiar en ese mensaje, pero no podía ignorarlo. Mostró el mensaje a Lili discretamente cuando tuvieron un momento a solas.
—No tenemos otra opción —dijo Lili, sus ojos reflejando la misma mezcla de temor y determinación que Citlali sentía.
Esa noche, volvieron al mismo hotel, la misma suite que ahora parecía más un campo de batalla que un refugio. Estaban listas para enfrentar cualquier cosa, pero el nerviosismo era palpable. Citlali había traído un pequeño dispositivo de grabación oculto, por si las cosas se torcían.
La puerta se abrió y un hombre de mediana edad, vestido con un traje oscuro, entró. Su rostro era desconocido para ellas, pero su presencia inspiraba una inquietante familiaridad.
—Buenas noches, senadoras. Mi nombre no es importante. Lo que tengo que decirles, sí lo es —dijo, cerrando la puerta tras de sí y tomando asiento sin esperar invitación.
Citlali y Lili intercambiaron una mirada rápida antes de asentir, indicando que estaban listas para escuchar.
—Sé que han estado recibiendo amenazas. También sé que tienen razones para preocuparse por su seguridad y su carrera —continuó el hombre—. Trabajo para una organización que se especializa en manejar este tipo de situaciones discretamente.
—¿Y cuál es el precio de su ayuda? —preguntó Lili con frialdad.
El hombre sonrió ligeramente, pero sus ojos permanecieron serios.
—No buscamos dinero. Queremos información. Información que ustedes, con sus posiciones y contactos, pueden obtener.
Citlali frunció el ceño, su instinto le decía que había algo más en juego.
—¿Qué tipo de información? —preguntó.
—Información sobre ciertos movimientos políticos, alianzas secretas y planes futuros de sus colegas —respondió el hombre—. Queremos saber quiénes están detrás de los ataques recientes a sus reformas. A cambio, les proporcionaremos la protección y los recursos necesarios para desmantelar la red que las está amenazando.
El silencio se instaló en la habitación mientras Citlali y Lili asimilaban la propuesta. Sabían que aceptar significaba adentrarse en un juego aún más peligroso, pero también era su mejor oportunidad para protegerse y descubrir la verdad.
El silencio se instaló en la habitación mientras Citlali y Lili asimilaban la propuesta. Sabían que aceptar significaba adentrarse en un juego aún más peligroso, pero también era su mejor oportunidad para protegerse y descubrir la verdad.
—Necesitamos tiempo para pensarlo —dijo Citlali finalmente.
El hombre asintió y se levantó.
—Tienen 24 horas. Después de eso, mi oferta caduca. Les sugiero que tomen la decisión correcta —dijo antes de salir de la habitación, dejando a las dos senadoras sumidas en sus pensamientos.
Cuando la puerta se cerró tras él, Lili se volvió hacia Citlali, su expresión grave.
Esto es más grande de lo que pensábamos. Si aceptamos, nos estamos metiendo en un mundo del que no hay vuelta atrás.
—Lo sé —respondió Citlali, tomando la mano de Lili con firmeza—. Pero es nuestra mejor opción.
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Bajo la Superficie
FanfictionEn el Senado de México, las senadoras Lily y Citlali aparentan ser rivales acérrimas, enfrentándose públicamente en intensos debates. Pero en secreto, son amantes apasionadas, ocultando un amor prohibido que desafía las barreras de la moralidad y la...