La mañana se paseaba libremente a través de la ventana. El cielo azul del verano era especialmente precioso y el canto matutino de los pájaros le daba ese toque de sosiego. Las habitaciones del hotel eran lujosas y enormes. La iluminación natural del sol era la justa, y las habladurías de los presentes dejaban en claro que el día había dado inicio oficialmente.

-Seungmin, deja de fumar.

El aludido todavía miraba a través de la ventana abierta. El humo se expulsaba con suavidad de sus labios y sus ojos melancólicos perseguían de manera insistente al vuelo de los pájaros por ahí. Maniobró el tabaco entre sus dedos y abandonó el tubo, aplastando la punta quemada contra el metal del cenicero. Suspiró con un aire nuevo y se giró sobre su sitio, encontrándose con los ojos largos de su amigo.

-Necesito despejarme -excusó.

-Sé perfectamente que estás en contra de que Felix se case porque sigues atado a esas leyendas familiares tuyas -señaló-. Seungmin, tú has visto la relación de Changbin y Felix, han pasado por mucho, sé empático y dales tu apoyo.

Seungmin aplanó los labios, sintiendo una presión en el pecho que lo hizo humedecer los ojos.

-Sólo... No quiero que sean infelices.

-Te adoro Seungmin, pero te recuerdo que tú seguiste tus propios consejos y la semana pasada se cumplieron seis años desde que abandonaste a Minho en esa hacienda y ya no volviste a verlo -reprochó, abrazándolo-. Todo mundo tiene sus buenos y sus malos días, no tiene nada que ver con el matrimonio.

La mención de aquello le dolió como cuchillo incrustado en la boca de su estómago. Se aferró más al abrazo de su amigo y cerró los ojos tanto como pudo para no terminar llorando.

-Te daré cinco minutos, Felix quiere que estés con él.

-De acuerdo.

El menor salió y el azabache suspiró, parpadeando frenéticamente hasta despejarse de aquel nudo que se estaba instalando en su garganta. Aún tenía ganas de impedir la boda de sus amigos, pero las palabras de Jeongin bloqueaban sus palabras como una clase de advertencia dolorosa. Y resultaba gracioso porque al final del día, Seungmin seguía teniéndolo todo, excepto al amor de su vida.

Su crisis aquel día había sido la peor, extendiéndose por casi una semana entera. Desapareció de la faz de la tierra y cuando volvió a casa, se dio cuenta de que Minho se había marchado. Todavía le dolía recordar aquel gesto del otro cuando lo rechazó. Y aquel sentimiento de agobio lo seguía atormentando a pesar de los años.

Todo por una leyenda familiar.

Se sacudió los recuerdos y se dirigió al baño de la habitación para espantar los pensamientos fastidiosos. Para cuando salió de la habitación, el ruido de las palabras se volvió un poco más intenso. Se dirigió a la habitación del novio y el abrazo asfixiante del mismo lo saludó.

Felix lucía precioso fundado en un traje blanco con detalles de flores bordadas en el frente de la camisa. Su cabello blanco estaba recogido en una trenza que dejaba relucir sus facciones suavemente tapizadas por un maquillaje casi invisible. Sus pecas relucían maravillosamente gracias a la luz y en sus ojos se podía distinguir la felicidad que en ese momento le ahogaba.

-Te ves muy guapo, Lixie, te deseo lo mejor -musitó, besándole la mejilla.

-Gracias, Seungminnie~ -canturreó-. Uh, por cierto... Mi hermano dijo que vendría así que...

Seungmin se estremeció. Sabía que era inevitable y no podía abandonar a su amigo por miedo a ser repudiado por su exnovio. No sabía cómo reaccionar y eso le aterró. ¿Qué si le reclamaba?, ¿que iba a hacer si lo ignoraba?, ¿cómo iba a reaccionar si lo veía feliz al lado de otra persona?

ANOTHER CHANCE [ KNOWMIN // 2MIN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora