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—Un café de vainilla, por favor.

—En un momento.

Seungmin agradeció en voz baja. Miró a la chica colocar su orden en el apartado de pedidos y se retiró a una de las mesas disponibles por ahí para esperar mientras tanto. El día asoleado invitaba a una calma abrumadora sin embargo, el chico no podía dejar de sentirse agobiado consigo mismo.

Había pasado una semana desde que se celebró la boda de Felix. Se sentía avergonzado por la escena que protagonizó esa tarde y aunque Felix no se molestó con él, Seungmin sí que seguía sintiendo las represalias de una cruda moral. No podía irse a dormir sin pensar en ese momento y se ponía todavía peor porque su mente revivía plenamente aquellas escenas donde su exnovio tocaba delicadamente la cintura de su actual pareja y madre de su hija.

Seungmin se puso a llorar como Magdalena apenas llegó a su cuarto de hotel en compañía de Jeongin. Aquellos sentimientos que había guardado por seis años consecutivos, explotaron de una en una sola noche de borrachera. Jeongin creyó que aquello iba a ser suficiente para que su amigo se calmara, pero a juzgar por el deprimente de su presencia presente, era claro que incluso había empeorado su condición sentimental.

No quería saber de la vida ajena, tampoco le interesaba restregarse más el letrero en su frente que gritaba en mayúsculas que era un masoquista de primera.

—¡Café de vainilla para Kim Seungmin!

Su nombre fue llamado en voz alta, el volumen suficiente para despertar y no seguir ahogándose en su miseria temporal. Necesitaba urgentemente llenarse la barriga con esa taza de café y un cigarrillo aún más amargo para poder presentarse correctamente en la reunión de la dirección que debía atender en cinco horas. Su vida profesional era muchísimo más importante que la emocional y definitivamente no podía mandar a la mierda sus logros por un remordimiento viejo.

Obtuvo su pedido, dedicó una sonrisa floja a la chica y se marchó cuando hubo pagado. Bebió un sorbo tranquilo cuando se encaminaba a la salida, expectante por el cigarrillo que consumiría. La alarma de la puerta sonó y disminuyó más su andar para permitir el paso del otro. Estaba tan absorto en su tarea de pescar su cigarrillo que no se percató del cuerpo frente a él.

—Seungmin.

Sus dedos flojearon y sus piernas temblaron. Todo su alrededor se silenció de pronto, sintiéndose como si fuera arrastrado al vacío del que quería escapar. Se ahogó en pánico y ni siquiera su cuerpo pudo reaccionar hasta que el otro le tomó de los brazos para ayudarlo a enderezarse. Fue entonces que cruzó miradas con aquel que abandonó hace seis años y que lanzó a la alberca hace una semana.

—Adiós.

Sus piernas se movieron finalmente, pero no avanzó ni dos pasos cuando su brazo fue sujetado con una fuerza casi notable. Seungmin se giró sintiendo la existencia de un nudo en la garganta. Quería escapar, pero también quería quedarse y fundirse en ese pecho que hace seis años era su zona segura.

—¿Podemos hablar?

La voz de Minho fue amable. Nuevamente parecía que aquel vergonzoso suceso no había existido. Seungmin empezaba a desesperarse y sintió las tremendas ganas de darle una cachetada y recordarle segundo por segundo la manera en la que lo rechazó y lo obligó a marcharse. No obstante, también se sentía aliviado porque al menos no estaba siendo víctima de un odio desmesurado por parte de la persona que tanto amó (y ama).

—Uh... De... De acuerdo —aceptó, sintiendo la falta de su aire.

****

El aire fresco les volaba suavemente las cabelleras. Había silencio y lo único ruidoso era la vida exterior de gente ordinaria viviendo su vida cotidiana con normalidad. No sabían exactamente cuánto tiempo llevaba ahí, pero era evidente la ansiedad de ambas lenguas que exigían expresarse.

Minho veía en silencio la apariencia de su exnovio. Llevaba ojeras, pero sabía que Jennie –su hermana mayor–, le ayudaba a ocultarlas con una inexistente capa de maquillaje. No había cambiado mucho en esos años en los que no lo vio. Aún llevaba ese tono café oscuro en la cabeza y mostraba esos gestos de nerviosismo en su rostro. Aún así, no pudo evitar sentirse decepcionado cuando lo vio chupando el pitillo del cigarro con tanto ímpetu. Aquella dieta de café y cigarros que tanto le había costado terminar, nuevamente había regresado.

Los recordó a ambos en años anteriores, cuando apenas empezaron a vivir juntos. Seungmin se desesperaba por el trabajo y se ponía a fumar bajo la excusa de optimizar tiempos. El menor se ponía en alerta y Minho tenía que arrebatarle el cigarro y besarlo con tanto amor, para hacerle saber que habían mejores opciones que el maldito tabaco. Lee se vio peleando contra aquella adicción durante dos años hasta que eventualmente Seungmin aprendió de su hábitos sanos. No obstante, en ese momento se sintió tan fracasado como irritado porque sus esfuerzos no tenían ni ápice de existencia en el otro.

Despejó su cerebro de aquellos pensamientos. Humedeció la garganta con un sorbo de su propia bebida y miró directamente a los ojos del otro cuando se pudieron encontrar, desprendiendo en conjunto una sensación extraña en los dos.

—¿Por qué quieres huir de mí? —indagó finalmente, interrumpiendo el silencio bajo una tonada melancólica y triste.

Seungmin por fin se vio abandonar su interés en el tubo de papel entre sus dedos. Expulsó el humo en un suspiro y tragó una nueva bocanada de aire.

—Deja de fingir que estamos bien, Minho... Te rompí el corazón de las peores maneras posibles, mi cobardía te arruinó, así que deja de tratarme bien porque los dos sabemos perfectamente que yo soy un grave error en tu vida —se desahogó, sintiendo el desgarre en su pecho y escuchando la voz en su cabeza que le exigía callarse de una vez.

Minho le miró con la ceja arriba. Se quedó en silencio mirando su taza mientras codificaba correctamente las palabras en su cabeza. Desvió la mirada a la carretera a su costado, el ruido del local al otro lado también interrumpía su paz. Estaban en medio de una calle bulliciosa y aún así se sentían tan lejanos de la humanidad. Pensó un par de segundos y volvió la atención al menor cuando lo sintió ansioso, dando una nueva calada exigente. Entonces simplemente negó con la cabeza.

—No eres un error en mi vida —declaró tranquilamente—. Sí, me rompiste el corazón, pero definitivamente tener un ataque de pánico y rechazar mi propuesta de matrimonio no te hace un monstruo detestable.

Seungmin se enrojeció, sus orejas quemaron y evadió aquello perdiéndose en un sorbo del café dulce. Se sintió nuevamente con ganas de huir, sus dedos libres tamborearon sobre la mesa, pero fue detenido porque la mano ajena lo calmó abrazándola.

—Seungmin...

—Sé que Jisung te habló de mí —interrumpió—... Y aunque aún sienta cosas por ti, de una vez te digo que no, no me voy a prestar como un despreciable amante, Eunchae es una mujer muy linda como para que juegues con ella —declaró rápidamente, provocando las miradas de los que pasaban cercanos por ahí.

—Yo no estoy casado, ni estoy saliendo con ella —aclaró.

—¿Su hija es una mentira?

—No —negó sonriente—. Sullyoon sí es nuestra hija biológica..., conocí a Eunchae en un antro, dijo que quería buscar a alguien que le hiciera un hijo y bueno.... Me ofrecí porque estaba despechado gracias a ti —confesó.

—No puedes hablar en serio —jadeó burlón.

—Lo es.

Seungmin se quedó mudo y el otro se burló. Había un cúmulo de emociones creciendo en su estómago. Quería ponerse a llorar y a reír ahí mismo. Ni siquiera sabía si todavía estaba triste o aliviado, incluso estaba dudoso si debía golpearlo o besarlo en ese momento.

—Eres un imbécil, Lee Minho —declaró, chupando un centímetro de cigarro de una para sobrellevar lo que escuchó.

—Lo sé, pienso lo mismo de mí —carcajeó—. Pero Sullyoon me hace saber que la vida es preciosa a pesar de todo.

Seungmin se dio cuenta de la mirada brillante del mayor. Sus ojos parecían un par de diamantes enormes y sentimentales. Pudo notar la belleza y la alegría en sus iris apenas habló de su hija, ni siquiera se pudo sentir celoso, en realidad su corazón explotó alegre por él. Era una de sus metas cuando pensaban que pasarían el resto de sus vidas amándose.

—Me alegra mucho saberlo, Min.

ANOTHER CHANCE [ KNOWMIN // 2MIN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora