capitilo 27

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Myla

llegaba a mi casa después de un largo día en la cafetería. Se escuchó la puerta desbloqueándose. Cuando entré a casa, me quité los zapatos, dejándolos en la entrada, y la puerta se cerró automáticamente. Caminé por el pasillo hasta llegar a la cocina. Llené la tetera de agua y la puse a hervir mientras dejaba mi bolso en el sofá. Me dirigí a cambiarme en mi habitación, me puse mi pijama y al volver a la sala, me dejé caer en mi sofá boca arriba, mirando al techo.

Hice mi cabeza para atrás, viendo en la esquina de la puerta corrediza que daba al balcón, una cachora bebé.

"¡Verga... !"

(comes)

Me levanté rápidamente del sofá, me puse una olla en la cabeza, tomé un guante de cocina en una mano, sosteniendo un vaso en la otra, con la tapa de la olla como escudo.

"¡Chingas a tú madre, cabrón!"

Le dije al reptil cuando puse un banco cerca para poder subirme.

Die

llegaba a casa después de un día cansado. Soportar a Xochimilco no es algo fácil. El elevador abrió sus puertas, y yo salí de este. Di unos pasos hasta mi puerta y al llegar a esta,

"mmm?"

escuché un golpe fuerte que provenía de mi vecino de enfrente, acompañado de un grito que no tardó en convertirse en pasos que se acercaban a la puerta rápidamente. Esta se abrió, y alguien sin pensarlo se abalanzó sobre mí, haciéndome tambalear al punto de casi caer.

Myla.

Al estar frente al animal, este brincó hacia mí, haciendo que me cayera al suelo de espaldas, mientras este quedó sobre mi cara lo suficientemente cerca. Me quedé quieta, lo que pareció ser una eternidad, mientras este animal me sacó por un segundo la lengua haciendome abrir como platos mis ojos.

"¡AHHHHHHH!"

Grité sin pensar, levantándome, quitándome al reptil ese de la cara y saliendo rápido del departamento, asustada y asqueada, saltando encima del que pensaba que era mi mejor amigo.

"Hay una cachora en mi departamento, hijo de la chingada, ¡mátala!"

Die

"Eh? Hijo de la chingada?"

Dije confundido hacia la forma tan casual con la que mi vecina me insultaba. Al escuchar mi voz, abrió los ojos de golpe, y su color pasó a un rojo intenso. Dándose cuenta de que no era la persona que ella esperaba ver, se quitó de encima, apenada, pidiendo perdón.

"Lo lamento."

Decía para después quejarse de que su pie estaba lastimado.

(Por pendeja.)

"No importa, ¿en tu casa tienes un botiquín?"


- "Ah, creo que sí, ¿por qué?"

dal le habia hecho un botiquin y un kit de emergencia por que sabia lo contingente que suele ser myla

Este, sin pensarlo, cargó con un poco de dificultand a la chica como princesa, llevándola dentro de su departamento.

"Permiso."

Dije al entrar, me quité los zapatos y cerré la puerta, aún con ella en brazos. La dejé sobre el sofá y pregunté sobre el botiquín.

"Creo que está en el tercer cajón de la cocina."

sueño de todos realidad de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora