Capítulo 5

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Capítulo 5: Formas de obtener energía mágica.

La espada maldita, incrustada en el suelo, vibraba con una energía oscura en el centro del lugar. El nigromante se preparaba para el enfrentamiento. Sus ojos, aunque cansados, eran fríos y calculadores, no mostraban miedo, solo determinación a enfrentarse al enemigo frente a él.

De repente, un rugido infernal resonó en el lugar. El demonio, liberado de su prisión de acero, emergió con una furia descomunal y adoptó una forma de sombras y fuego, donde sus ojos ardían con un odio ancestral.

El nigromante adoptó una postura de combate con sus pies descalzos firmemente plantados en el suelo. Con un grito lanzó una patada giratoria que impactó en el torso del demonio, haciéndolo retroceder. El demonio rugió, lanzándose hacia adelante con garras afiladas como cuchillas. El hechicero esquivó con agilidad y sus movimientos parecían una danza mortal de patadas y golpes precisos.

Cada ataque del demonio era una tormenta de destrucción, pero el nigromante, con su estilo de lucha único, lograba esquivar y contraatacar. Sin embargo, la fuerza del demonio era abrumadora. Un golpe brutal lo alcanzó en las costillas, arrancándole un grito de dolor. Otro ataque rasgó su brazo izquierdo, dejando una herida profunda.

Tras darle un vistazo a su aspecto el nigromante notó que sus heridas sangraban profundamente y concluyó que, por esa vez, no ganaría su lucha, por lo que, con un último esfuerzo, lanzó una patada ascendente que impactó en la mandíbula del demonio, aturdiéndolo momentáneamente. Aprovechando la oportunidad, el hechicero retrocedió y con un gesto rápido, lanzó un hechizo de contención, atrapando al demonio nuevamente en la espada.

Respirando con dificultad, el nigromante se alejó tambaleante. Sus costillas y brazo izquierdo ardían de dolor. Le frustró saber que necesitaría tiempo para recuperar suficiente energía mágica para enfrentar al ser demoníaco, ¿pero cómo conseguir más energía?

—Maldita sea...— susurró con rabia y a pesar del dolor continúo caminando, alejándose de la espada incrustada en el suelo y tras chasquear sus dedos salió del espacio donde contenía la espada y aparecía en el espacio de densa oscuridad donde el peliverde solía merodear y dar vueltas.

Para su sorpresa el moreno estaba sentado en el suelo, poniendo suma atención a lo que sería un recuerdo. Aunque tal parecía que el protagonista del recuerdo no era el peliverde, sino Sanji. Se acercó con lentitud viendo que el peliverde espiaba el recuerdo que Spandam, uno de sus carceleros de Enies Lobby, había logrado extraer de su memoria, debía estar más débil de lo que creía para dejar al aire sus recuerdos.

—Vaya que estás entretenido— habló en voz alta, logrando que el recuerdo se detuviera y comenzara a desvanecerse —Mensaje recibido, no entraré a tus recuerdos y tú evita hacer lo mismo con los míos — dijo con cansancio mientras se sentaba en el suelo, a una distancia prudente del otro.

Zoro lo miró serio, enfocándose en las heridas del otro que poco a poco comenzaban a cerrarse. —Parece que has estado ocupado. ¿Acabaste con la maldición?

—Estoy en eso— gruñó con fastidio. —Pero no tengo suficiente energía mágica para enfrentar a esa cosa— se sinceró ya más tranquilo al ver que sus heridas por fin habían sanado y no había rastro de cicatrices.

—Creí que la obtendrías de tomar mi alma— habló Zoro confuso.

—Tenías razón cuando dijiste que no quedaba mucho de tu alma — dijo en tono venenoso, tono que hizo gruñir al peliverde —y aunque estuviera intacta aún no puedo tocarla porque esa cosa se ha aferrado a comerte vivo. Por lo que necesito obtenerla de otro modo. ¿Conoces las formas de obtener esa energía?

El nigromante ::Zosan::Donde viven las historias. Descúbrelo ahora