Capitulo 2

42 4 0
                                    

Capitulo 2: Heridas.

¿Por qué escucho murmullos?

Todos dicen lo mismo.

Mi nombre... ¿Cuál es tu nombre?

No puedo quitarme de la cabeza la imagen aterradora de esa puerta.

Corría y corría. Detrás de mí venían mis hermanas. Veía el humo brotar del lugar. Entonces, un temblor sacudió el suelo. Nuestros teléfonos vibraron con la noticia: un terremoto de escala cuatro.

-¿Está temblando? -preguntó uno de los estudiantes.

-Sí, pero no pasa nada -comentó otro.

-¡Oigan, ustedes cinco, no corran! -regañó un profesor, al vernos apresuradas.

Lo ignoramos y corrimos hacia las bicicletas, quitando los candados con prisa. No había tiempo que perder, algo grave ocurría en las ruinas.

Sentía un sudor frío correr por mi espalda. No me gustaba nada lo que estaba pasando. Mientras pedaleaba hacia la puerta, más y más difícil se hacía entender lo que ocurría. El aire parecía más denso, como si algo nos estuviera observando.

-¡¿Qué sucede, chicas?! -gritó Nino, furiosa por la confusión.

-Es la puerta, algo está pasando en las ruinas -respondí, sin aliento.

Llegamos, dejando las bicicletas caer al suelo, y sin pensarlo dos veces, brincamos la barda. Mi respiración era cada vez más agitada, mis piernas ardían mientras corría más rápido que nunca, superando incluso a Yotsuba, la más veloz de nosotras.

El torbellino de humo envolvía las ruinas. Entonces, lo vi: el chico que me había preguntado por la puerta, estaba allí, luchando contra el caos.

-¡¿Qué haces aquí?! -gritó el chico con una mezcla de furia y sorpresa.

-Yo... -tartamudeé, incapaz de explicar todo lo que había pasado.

El suelo temblaba violentamente y una de las placas oxidadas cayó a un lado de mí. Salté a un lado, esquivándola por poco. El viento giraba alrededor de nosotros, levantando polvo y escombros.

De repente, una ráfaga de viento empujó al chico. Corrí para atraparlo, o al menos, amortiguar su caída.

-¡¿Qué haces?! ¡Vete de aquí! -se quejó él, visiblemente herido, pero su mirada era firme, como si estuviera acostumbrado a estas situaciones.

Una viga cayó hacia nosotros. Esta vez, él se lanzó para protegerme, lastimándose el brazo en el proceso.

-¡Tenemos que cerrar esa puerta! -exclamé con urgencia, mientras ambos intentábamos empujar la pesada estructura de regreso a su lugar.

-¡Miku! -gritó Yotsuba, alcanzándonos finalmente.

El chico y yo observamos cómo unas cadenas doradas intentaban contener lo que parecía un gusano gigante, una criatura de pesadilla que emergía de la puerta.

-¡Esto no va a aguantar! -dijo el chico, con seriedad.

Sabía que esa especia de gusano no tardaría en liberarse. Mis hermanas llegaron justo a tiempo, viendo cómo la monstruosa criatura se acercaba peligrosamente hacia nosotros.

-¡Déjanos ayudarte! -gritó Nino, acercándose rápidamente.

Juntas, empujamos la puerta con todas nuestras fuerzas. Sentí el calor en mis manos, el peso de la responsabilidad sobre mis hombros.

-¡No te rindas ahora! -exclamó Yotsuba, tratando de darnos ánimos.

Las cadenas doradas cedieron un poco más, y el gusano intentó romper su confinamiento, aunque no lo dejabamos.

-¡Sigue empujando! -grité con todas mis fuerzas, mientras la puerta se cerraba lentamente.

Musito unas palabras, referentes a todo el ámbito en el qué las ruinas estaban.

Despues de aquello, todos sonreimos por haber logrado cerrar la puerta, miraba al chico quien camino alejandose de nosotras.

El sonido de las bicicletas corriendo por el asfalto era interrumpido por los susurros preocupados mis hermanas mientras estaba metida en mis pensamientos. Todas ellas respiraban agitadamente pero a diferencia de ellas yo no sentia nada, ya que mi atención estaba centrada en el chico herido que sostenía con dificultad sobre la bicicleta.

- No puede seguir así, está sangrando mucho... - dijo Itsuki, con el ceño fruncido, mientras pedaleaba con fuerza para alcanzar a las demás.

- Debemos llevarlo a casa, rápido - respondió Ichika con un tono resuelto, tomando la delantera mientras echaba una mirada preocupada hacia atrás.

El chico apoyado contra mi hombro parecia negar cualquie auxilio, luchaba por mantener el equilibrio, sintiendo la tensión en cada músculo. Sus pensamientos eran un torbellino.

¿Por qué se siente tan familiar?, me preguntaba, intentando ignorar el peso de su respiración entrecortada y el latido acelerado de su corazón.

Finalmente, llegamos a casa. Con esfuerzo, ayudaron al chico a bajar de la bicicleta. El rostro de Nino estaba tenso mientras abría la puerta apresuradamente, y Yotsuba sostenía la puerta abierta mientras sus hermanas lo llevaban adentro.

- Vamos, rápido, déjenlo en el sofá - indicó Ichika.

El chico, apenas consciente, dejó escapar un leve gemido al ser depositado con cuidado en el sofá de la sala de estar. Su brazo derecho estaba envuelto en un vendaje improvisado con una de las bufandas de Nino, y la sangre empapaba parte de su camisa.

- ¿Qué le pasó? - preguntó Itsuki, acercándose con un paño húmedo.

- La viga... lo golpeó cuando intentaba protegerme - susurre, sintiendo la culpa y la preocupación apoderarse de mi.

Mientras las demás comenzaban a ocuparse de sus heridas,no podía dejar de observar su rostro. Había algo en él, algo que no podía quitarme de la cabeza.

Yotsuba trajo un pequeño botiquín, mientras Nino y Ichika preparaban un tazón de agua tibia. La sala, que normalmente rebosaba de risas y charlas animadas, estaba ahora sumida en un pesado silencio.

- No puede quedarse así - dijo finalmente Nino -. Necesitamos que lo vea un médico.

- Primero limpiemos las heridas - sugirió Itsuki, arrodillándose junto al sofá para empezar a atenderlo.

El chico respiraba pesadamente, su cuerpo tenso por el dolor. Sin poder evitarlo, me quede a su lado, sosteniendo su mano mientras las otras trabajaban con rapidez y precisión. ¿Quién es?, me preguntaba de nuevo, intentando darle sentido a lo ocurrido.

En algún momento, el chico abrió lentamente los ojos. Un susurro salió de sus labios, casi inaudible, pero yo estaba cerca, logre escucharlo:

- Gracias... - murmuro de nuevo el chico, solo lo mire con una sonrisa.

- No, gracias a ti, sin ti ese gusano hubiera caido encima nuestro... ¿Cómo te llamas?- pregunte intrigada.

- Soy Uesugi Fuutarou - respondio dandose vuelta para volver a acostarse.

Sus ojos se cerraron nuevamente, y senti un escalofrío recorrer mi espalda. La puerta, el gusano, las ruinas... y ahora él.

¿Qué está pasando realmente?

Sus ojos se cerraron nuevamente, pero en mi mente la puerta, el gusano, las ruinas y Fuutarou se entrelazaban en un torbellino de preguntas sin respuesta. ¿Quién era él realmente? Y, lo más importante, ¿qué rol jugaba en todo esto?"

Sin más palabras, las hermanas continuaron atendiéndolo. El misterio en torno a él solo parecía crecer, pero había algo en su rostro... algo me decia que esta historia apenas comenzaba.

Fin del Capítulo 2

Las Quintillizas Cerradoras De PuertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora