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La noche siguiente, la cafetería estaba casi vacía y Dunk y Force estaban organizando para cerrar. Force estaba contando la caja mientras Dunk limpiaba las mesas y guardaba los utensilios.

—Bueno, parece que ha sido otro buen día —dijo Force, estirándose un poco mientras terminaba con las cuentas.

Dunk se acercó a su amigo con una sonrisa.

—Sí, ha sido un buen día. Force, ¿por qué no te vas ya? Yo me encargo de cerrar la tienda esta noche —sugirió Dunk.

Force levantó una ceja, a punto de oponerse.

—No, Dunk, no es necesario. Puedo quedarme y ayudarte a terminar.

Pero antes de que Force pudiera protestar más, Dunk tomó las cosas de sus manos y lo empujó suavemente hacia la salida con una sonrisa insistente.

—Vamos, Force. Tómate un descanso. Yo me encargaré de todo aquí —dijo Dunk con determinación.

Force rió, viendo la determinación en los ojos de Dunk. Sabía que no tenía sentido discutir cuando Dunk se ponía así.

—Está bien, está bien. Tú ganas, Dunk —dijo Force, levantando las manos en señal de rendición.

Dunk sonrió ampliamente, sintiéndose victorioso.

—Gracias, Force. Descansa bien. Nos vemos mañana —se despidió Dunk, dándole un empujoncito final hacia la puerta.

Force se rió de nuevo, mirando al omega con afecto.

—Nos vemos mañana, Dunk. Gracias por encargarte de todo —respondió Force mientras salía de la cafetería.

Dunk observó cómo Force se alejaba, y luego se dirigió de nuevo al interior de la cafetería para terminar las tareas de cierre. Con eficiencia, terminó de limpiar las mesas, guardó los utensilios y revisó que todo estuviera en su lugar. Después de asegurarse de que la cafetería estaba perfectamente ordenada, apagó las luces y cerró la puerta principal, girando la llave con un clic final.

Suspirando con satisfacción por un día bien terminado, Dunk se dirigió hacia su apartamento, el cual compartía con su buen amigo Phuwin. La caminata nocturna era tranquila y refrescante, y Dunk disfrutaba del aire fresco mientras pensaba en los eventos del día.

Sin embargo, al llegar, se detuvo en seco. Las ventanas estaban rotas, la puerta colgaba de las bisagras y sus pertenencias estaban esparcidas por todas partes. El corazón de Dunk se aceleró y su respiración se volvió entrecortada. Con manos temblorosas, sacó su teléfono y llamó a Phuwin.

—¡Phuwin, tienes que venir rápido! ¡El apartamento está destruido! No sé qué pasó, pero es un desastre. ¡Por favor, apúrate! —dijo Dunk con voz desesperada.

—¿Qué? ¿Qué pasó, Dunk? ¿Estás bien? —respondió Phuwin, claramente alarmado.

—No lo sé, Phuwin, todo está roto. ¡Solo ven rápido! —replicó Dunk, su voz quebrándose.

Dunk, con pasos lentos y temblorosos, se acercó al apartamento, su mente tratando de asimilar el caos que lo rodeaba. Al llegar a la puerta, cayó de rodillas, las lágrimas comenzando a fluir. Con desesperación, comenzó a buscar su caja de ahorros, la cual tanto les había costado a Phuwin y a él.

—Por favor, que esté aquí... —susurraba Dunk entre sollozos, removiendo los escombros y las pertenencias dispersas.

El omega buscaba frenéticamente, cada segundo aumentando su angustia. La caja de ahorros era crucial para ellos, representaba el fruto de su trabajo y sus sueños. Dunk, con el rostro empapado en lágrimas, seguía buscando, su desesperación palpable en cada movimiento.

Destino en Bangkok (Prt.2) - JoongDunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora