Capítulo 10

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Jonas Castrell.


La incertidumbre de los días siguientes me dejan mal, no como bien y tampoco pienso en hacerlo, los dolores de cabeza me obligan a tomar medicamentos no prescritos y el tener a toda la familia Meyer metida en la central, aumenta mis jaquecas

A pesar de que trato de mantener la compostura, cada ruta que no me lleva a nada me llena de enojo y me encierro en mi oficina buscando otra y otra, pero no hay nada, ni una miseria pista.

La quiero encontrar, la quiero tener frente a mí sana y salva y después preguntarle de nuevo si todo lo que dijo fue verdad, quiero que me lo vuelva a decir, quiero verla a los ojos y…solo quiero verla.

Necesito eso.

Me coloco un pantalón camuflajeado y una simple playera, antes de salir de mi habitación directo a la oficina de nuevo, solo paso por un café a la cafetería y camino hacia el lugar donde paso horas, evitando a todos los demás.

Empujo la puerta deteniendome para observar a Asen Petrov, quien tiene un cubo Rubik en sus manos, jugando, en mi oficina, con los pies encima del escritorio.

—Largo.

Señalo la salida.

—No gracias, aquí estoy bien, Coronel.

—¿Qué quieres?

Cierro la puerta dejando la laptop encima de la mesa y el café a un lado. Sigue en la misma posición y solo le echa un vistazo a lo que dejé sobre la madera.

—Tengo un plan.

—Felicidades, ahora largo.

Rueda los ojos y baja los pies solo para estirar el brazo y tomar mi café, dándole un trago para luego dejarlo en su lugar formando un gesto de desagrado.

—Esta horrible, ¿Quién toma esa porquería?

—Nadie pidió tu puta opinión, largo de mi oficina.

Sigue sin moverse y me estresa.

—Nicholas se puso en contacto con Nathalie hace una hora exactamente.

—¿Qué? ¿Y por qué carajos nadie me dijo nada?

Se encoge de hombros.

—No lo sé, ¿Tal vez será porqué no quieres ni acercarte a ellos? —forma una mueca. —En fin, sus palabras exactas fueron “Entrégame a mi hija y yo te daré la tuya”

—¿Solo eso? ¿No hay prueba de vida? —Se queda callado. —¿La hay? Responde de una puta vez.

Se pone de pie hundiendo sus manos en los bolsillos del abrigo.

—Solo ella y Hunter la vieron, por qué…

Salgo sin esperar a que termine de hablar y atravieso medio edificio en busca del ala que le asigné a los Meyer. Asen Petrov me sigue de cerca esperando detenerme, pero no lo logra.

¿Cómo es posible que no me hayan informado de algo así?

Empujo la puerta de la sala de juntas y los encuentro a ambos hablando uno frente al otro. Hunter Meyer se pone de pie a pesar de que su esposa le pide que lo haga con cuidado. Aún no se recupera del tiro que le pegué y la verdad es que no me importa.

—Quiero verla. —exijo. —Quiero ver la prueba de vida que enviaron.

—No, largo de aquí. —demanda Hunter. —¿No me escuchaste? ¡Largo!

Prohibida Tentación 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora