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Ese día en particular parecía más brillante a ojos del Michizō, quien despertaba con la vista del pelirrojo que tanto se la pasaba en su cabeza, estando éste dormido aún.

Nunca se había fijado tanto en él a la hora de despertar, usualmente cuando iba a visitarlo de sorpresa, se iba en cierto punto de la madrugada, por lo que era la segunda vez que realmente despertaba junto al otro, la primera fue cuando durmieron en el sillón, pero el primero en despertar esa vez fue el Tanizaki.

Era muy temprano aún, por lo que se acurrucó un poco más cerca del otro, y decidió dormir un poco más, habían sido muchos días de insomnio para ambos y despertar un poco más tarde no les vendría más.

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Sí bien su día empezó de una linda forma, siendo despertado con pequeños besitos en las mejillas dados por su ahora novio, él no se caracterizaba por tener buena suerte, por lo que ahora estaba llegando tarde al trabajo y para colmo, estaba seguro que al llegar lo recibirían con un interrogatorio.

Porque conocía bien a sus compañeros de la agencia, al menos a unas cuantas personas que harían lo posible para sacarle todos los detalles sobre lo de la noche anterior.

Eso incluía a su hermana, quien subía las escaleras junto a él y Haruno, ambas haciendo pucheros al no lograr sacarle información alguna hasta el momento.

Además había cometido cierto error del que recién se dió cuenta casi al llegar a la oficina.

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Tener que reunirse en grupo tan temprano era algo poco frecuente para los miembros de Black Lizard, y justo ahora era una molestia más grande sabiendo que tuvo que dejar la comodidad del futón y su novio para que cada uno fuera a su respectivo trabajo.

Pero tan pronto como llego, supo que esa reunión no era específicamente para un trabajo.

No cuando los otros lo miraban con esas sonrisas cómplices... Excepto Gin, no podía decir si estaba sonriendo o no cuando llevaba ese cubrebocas.

No era particularmente alguien tímido o que le incomodaran las miradas ajenas, pero justo ahora, sentía que había algo en él que llamaba tan particularmente la atención de los otros.

Creyó que era su imaginación hasta que recordó algo, una diferencia en su vestimenta de hoy.

No llevaba su camisa habitual.

Quizás fuese un detalle mínimo, algo de lo que nadie se percataria fácilmente, pero ellos obviamente lo notaron y una gran cantidad de preguntas sobre el día anterior fueron echas por la rubia.

No había forma de escapar de la vergüenza.

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- ¿Entonces, podrías hablarnos sobre esa camisa nueva, Tanizaki-kun? -

- ¿Ésto no es un poco... Excesivo, Dazai-san? - pregunto nervioso el albino.

A veces dudaba de la salud mental de sus superiores, la escena era un poco exagerada a sus ojos.

Más ahora, considerando que sus mayores habían atado a una silla giratoria al pelirrojo de la agencia.

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