0:05°: AFTER ALL🪐

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OST: Angel numbers/Ten toes by Chris Brown

ATMOSPHERE 350°•

La semana más extraña de su vida estaba marcada con rotulador de color azul cielo y pegatinas de osos. Kim Taehyung no bromeaba, las señales del apocalipsis llegaban a él desde que sus padres tuvieran la genial idea de "presentarlo" a la familia Jeon.

Como era de esperarse, el niñato de Jungkook no desperdició la ocasión para hacerle sentir incómodo y todo lo fuera de lugar que se puede estar en una cena de negocios, para la cual ellos solo formaban parte del ornamento.

Por qué demonios no superaba aquella apuesta de la que fue víctima solo al llegar a la ciudad. Taehyung no era rencoroso. No que él recordara, pero no podía evitar entornar sus ojos color avellana cada vez que observaba a Jeon pavonearse del otro lado del campus como si fuera el rey de un variopinto país.

—Dios, puedo escuchar cómo preparas la silla eléctrica para su ejecución. Se va a dar cuenta que le estás asesinando con la mirada si sigues así.

La melódica voz de Jimin llegó desde algún punto a la derecha del de lentes de montura negra y cabello color chocolate. Taehyung resopló.

—Usamos el sarcasmo porque matar es ilegal.

Fue su ruda respuesta mientras la bandeja del almuerzo pagaba los consecuencias de sus frustraciones. El día estaba despejado. Algo inusual contando la inestabilidad de la primavera en la ciudad.

Jimin disfrutaba de la hora libre antes del último período del viernes en compañía de su mejor amigo, ese que le había relatado con explicaciones y subtítulos su "experiencia" en la residencia de los Jeon.

Para ser un asunto sin importancia, como quería alegar Taehyung, solo tenía que coincidir en algún espacio abierto con el actual capitán del equipo de baloncesto de la preparatoria para que un huracán de maldiciones y quejas le rellenara los labios.

—Cierto, el sarcasmo antes que la violencia. También cabe la posibilidad de poner su nombre en una Death Note.

Bromeó Jimin, provocando un resoplido en su amigo. Para aquel entonces Jeon Jungkook y su séquito de admiradores se desplazaban en dirección a la mesa de ambos con una sonrisa burlona en los labios.

—¡Jiminshi! Dichosos los ojos que por fin logran verte...

El pelinegro canturreó mientras casi se dejaba caer sobre el asiento del rubio. Casi, porque con una velocidad digna de algún superhéroe Kim había unido su silla a la de Jimin y ahora el más bajo de los tres veía los nubarrones en los ojos claros de su mejor amigo.

—Ah... Eras tú ¿Cuándo es la próxima cena de negocios, Kim? Deberías invitar a Jiminshi, seguro que él si sabe mantener una conversación sin parecer una lechuza aburrida.

¿Qué clase de insulto era ese? Jimin se preguntaba pero tuvo la previsión suficiente como para bloquearle el campo visual a Jeon y asumir el desafío.  Si no lograba que esos dos se llevaran al menos como seres humanos sabía que su último año de preparatoria se convertiría en una maldición.

—Jungkook, es cierto. Casi no hemos coincidido esta semana.

La sonrisa donde los ojos del rubio se convertían en dos pequeñas ranuras llegó cómo una especie de bálsamo sanador. Aunque por el ruido de la silla arrastrándose sobre la losas de la cafetería, Jimin supo que solo era el inicio del fin.

—Jimin no nos acompañará nunca, y mucho menos a ti solo. Él está comprometido con un objetivo mayor que destilar testosterona o ser un hijo florero.

•ATMOSPHERE•350°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora