La Sirenita (Bluey)

Capítulo 9

Mackenzie: Sujétate, ya te tengo.

Se levanto el perrito Mackenzie para ayudar a la perrita Bluey a levantarse mientras detrás suya el bote estaba boca abajo y del agua salían los dos cocodrilos.

Miraron la escena con maldad Brutus y Nero para reír bajito y tomárselo satisfechos y felices de que su plan haya funcionado.

Judo: Bien hecho muchachos, estuvo cerca.

Judo hablaba desde su hogar mirando a la burbuja delante suya donde se reflejaba a Bluey siendo levantando por el príncipe Mackenzie, ambos empapados.

Judo: ¡Demasiado! ¡Ay! Pero es tan resbalosa, es mejor de lo que creí.

Golpeo debajo suyo con su puño molesta para pasar su mano por su cabello y mirar hacia otro lado enojada.

Judo: ¡Arg! a este ritmo estará besándola para el anochecer.

Se levantó dirigiéndose a su estantería llena de botellas con animales dentro, hizo todas a un lado tirándolas y rompiéndolas.

Judo: ¡Bien! ¡Es hora de que Judo meta sus tentáculos en el asunto!

Del fondo sacó una burbuja de cristal con una mariposa monarca dentro, en la otra mano llevaba dos botellas, una rosada y otra verde oscuro, nado hacia su caldero y lanzó las botellas con furia.

Judo: ¡La hija de Bandit será mía! ¡Haré que Bandit se retuerza de dolor como un gusano en el anzuelo!

Del caldero comenzó a salir humo y destellos, metió la burbuja con la mariposa comenzando a sacar una luz anaranjada mirando con enojo, tomó con sus manos el caracol sobre su collar y lo apretó, lo miró sonriendo con maldad para elevarse un poco arriba del caldero.

Judo: ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Una luz amarilla comenzó a rodearlo mientras reía y sostenía en sus manos el caracol, poco a poco su figura comenzó a cambiar dejando de ser un pulpo para convertirse en una perrita, su voz cambió a una más fina y menos gruesa.

La noche había caído y en el jardín cerca de uno de los muros de castillo estaba el príncipe Mackenzie tocando su flauta la tonada de la canción que le había cantando aquella misteriosa perrita , tenía un pierna arriba del muro mientras llevaba una capa que se movía con el viento, detrás de él se acercaba su sirviente mirándolo con curiosidad.

Capitán: ¡Mackenzie, oye!

El príncipe Mackenzie dejó de tocar para recargarse sobre su pierna y mirar al horizonte con melancolía, el llamado de su sirviente le hizo que se voltearse.

Capitán: Pero mejor que la perrita de tus sueños sea uno de carne y hueso.

El perrito miraba hacia abajo sonriendo para tomar el hombro de su sirviente y mirarlo, este solo miraba hacia abajo pensando.

Capitán: Cariñoso y amoroso, que además tienes enfrente.

El capitán sonrió para señalar hacia la ventana de Bluey y alejarse lentamente, Mackenzie la miró por unos segundos para después mirar hacia la ventana, donde Bluey se peinaba su cabello y se quitaba, sonrió feliz.

Mackenzie: ¡Ah!

Suspiro mirando su flauta apretándola con la mano para levantarse y tomarla con su otra mano mirándola serio, se hizo para atrás y después se impulso hacia al frente lanzando su fruta al agua.

Gracias a la luz de la luna hizo un reflejo en la flauta y por el viento provocó un sonido antes de perderse entre las olas del mar.

Miró hacia la ventana de la habitación de la perrita y comenzó a caminar en dirección a el.