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—Como toda chica, quiero tener una buena pareja a mi lado, ¿sabes? Alguien tierno, amoroso, pero que sea muy ardiente— La tonta risa de colegiala salió de sus labios como una melodía dulce y con sus ojos brillando con una mezcla de anhelo y diversión.

Suguru Geto la observaba atentamente desde el otro lado del aula vacía. El salón estaba en penumbra, con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas, creando un ambiente íntimo y casi mágico. Los viejos pupitres y las pizarras llenas de ecuaciones parecían ser testigos silenciosos de su conversación.

—¿Y qué piensas de alguien como yo?— Suguru inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos oscuros fijos en ella con una intensidad que hizo que aquella chica sintiera un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que ella despertaba algo en él, pero quería asegurarse de que él también causaba el mismo efecto en ella, así que camino hasta sentarse frente a ella

La castaña con mechones platinados se sonrojó levemente, sus mejillas adoptaron un tono rosa suave que contrastaba con su piel clara. —Bueno, tú...— Sonrió tímidamente mientras sus dedos jugaban con la mano de Suguru, que estaba apoyada sobre la mesa entre ellos. —Eres el sueño de cualquiera

Suguru levantó una ceja, una sonrisa juguetona curvando sus labios. —Soy el sueño de cualquiera, pero tú no eres cualquiera. Quiero saber si soy tu sueño también— Sus palabras flotaron en el aire, cargadas de un deseo y una curiosidad que hicieron que el corazón de ella latiera más rápido.

Sin perder un instante, Yunah sonrió con una mezcla de arrogancia y decisión. Con confianza, tomó el rostro de Suguru entre sus manos, sintiendo la calidez de su piel bajo sus dedos. Sus ojos se encontraron por un momento, y sin dudarlo, se inclinó hacia él y unió sus labios con los de él en un beso suave pero lleno de promesas.

Cuando se separaron, susurró con una sonrisa traviesa. —¿Eso lo aclara?

Suguru Geto y Yunah Mei se habían sentido atraídos desde hacía tiempo, desde aquella misión en la que estuvieron solos y tuvieron la oportunidad de conocerse verdaderamente. Para Suguru, la actitud coqueta y segura de Yunah era como un imán irresistible. Para Yunah, la personalidad encantadora y la mirada profunda de Suguru habían capturado su corazón desde el primer momento.

El silencio del aula fue roto solo por el sonido de sus respiraciones entrelazadas y el suave murmullo de las hojas de los árboles afuera. En ese instante, supieron que su atracción era mucho más que superficial, era el comienzo de algo verdadero y profundo.

—Me lo aclara bastante bien— Suguru saboreó el brillo labial con sabor a cereza que Yunah había dejado en sus labios. Había algo en ese sabor dulce y fresco que lo hacía desear más. —¿Te gustaría salir conmigo?— preguntó, sus ojos brillaban con interés y esperanza.

Yunah respondió acercándose de nuevo para darle otro beso, más profundo y significativo que el anterior. Luego, sin soltar su mano, lo guió fuera del salón vacío. —¿Esto responde a tu pregunta?— dijo mientras caminaban juntos por los pasillos, sus manos entrelazadas como si fueran dos piezas de un rompecabezas que finalmente encajaban.

Así fue como comenzó una de las relaciones más envidiadas del mundo, al menos en los ojos de Yunah, quien a sus 16 años veía en Suguru a alguien especial. Estaba saliendo con uno de los estudiantes más fuertes y de mejor apellido, un verdadero sueño hecho realidad para ella.

Cuando salieron al patio, se encontraron con Satoru, quien no pudo evitar notar las manos entrelazadas de la nueva pareja. —Así que por fin se animaron a dar el paso— dijo con una sonrisa amplia y con  sus ojos brillando con una mezcla de alegría y burla. —Por fin, ya me tenían harto con esas miraditas

Please - Suguru GetoWhere stories live. Discover now