🔞tus manos alivian🔞

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A Vaggie le gustaba su vida.

Le gustaba su pelo, lo largo que por fin lo tenía tras una larga lucha por encontrar los productos adecuados, le gustaba el parche que llevaba en lo que una vez fue su ojo y cómo le hacía sentirse un poco mejor consigo misma.

Le gustaba el olor a miel y vainilla de sus almohadas cuando hundía la cara en ellas después de un largo día de trabajo, le gustaba su apartamento cutre y destartalado en el lado equivocado de la ciudad y le gustaban sus suelos baratos, y la lavandería asombrosamente barata de la calle de al lado.

Pero cuando Vaggie se despertaba cada mañana, lo que más le gustaba, con diferencia, era Charlie Morningstar.

La alta, pálida y ruidosa Charlie Morningstar que roncaba y rodeaba la cintura de Vaggie con sus larguiruchos miembros mientras dormía y babeaba por toda la zona de la camisa de dormir que le cubría las tetas.

Charlie Morningstar que era su novia.

Novia, novia, novia. Charlie Morningstar era su novia.

Como, en toda regla, comprometida, novia de una relación seria. Como, estoy totalmente enamorado de ti, novia. Nos mudamos juntos, novia.

El corazón de Vaggie bailaba en su pecho sólo de pensarlo.

Así que sí, a Vaggie le gustaba, no, tacha eso, amaba su vida.

La amaba tanto, de hecho, que estaba dispuesta a superar su desagrado por madrugar y desenredarse de los brazos de su novia para prepararles el desayuno.

Vaggie salió a hurtadillas de su dormitorio, despacio y con cuidado de no pisar la tabla del suelo que chirriaba demasiado y que el casero aún no había arreglado (Maldito seas, Alastor), y se dirigió al baño.

Después de lavarse la cara y atarse el pelo con la pinza más grande que tenían (tiene mucho pelo, ¿vale?), volvió a bailar entre las tablas del suelo y entró en la cocina.

Vaggie bostezó y estiró los brazos por encima de la cabeza, el tipo de estiramiento que te hace querer caerte, pero ella lucha contra el impulso de tumbarse en el suelo, y se pone a preparar un poco de té.

La mayoría bebería café, a su vecina de al lado le parecía ridículo beber té, de todas las cosas, a primera hora de la mañana, pero Charlie no estaba de acuerdo, afirmando que necesitaba estar lo más tranquila posible para afrontar el día que tenía por delante.

Y Vaggie, bueno, Vaggie también bebía té. Porque Charlie bebía té, y a ella no le gustaba beberlo sola, y Vaggie quería a Charlie más que a cualquier taza de café que pudiera tomar.

Pero, de todos modos, Vaggie continuó con la preparación del desayuno, huevos, tostadas, tocino y, por supuesto, té, con un poco de azúcar, tal como le gustaba a Charlie.

Mientras Vaggie colocaba con cuidado dos finas lonchas de beicon en la sartén que chisporroteaba, sintió que dos brazos fríos la rodeaban por la cintura y se deslizaban bajo su camisa para manosearle el estómago, un par de labios dejaban caer un casto beso en la curva entre su hombro y su cuello.

"Buenos días, cariño. ¿Has dormido bien?" Ella sonrió, agarrando la espátula cerca de la estufa para presionar el tocino.

Sintió que Charlie la apretaba un poco más, inhalando y frotando sus labios contra la piel de su novia, "Mhm... Te he echado de menos.."

Vaggie rió con cariño, "Sólo he estado fuera 15 minutos, hun. Estabas dormida". Le dio la vuelta al beicon y el olor llenó el apartamento como ella había deseado.

Charlie permaneció callada, prefiriendo dar más besos a lo largo del cuello de Vaggie, presionando un poco más en el punto de su pulso, metiendo disimuladamente las manos por su cintura.

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