Capitulo I

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Meses antes de toda la mierda

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Meses antes de toda la mierda.

¿No podía pasar algo peor?

Mis padres adoptivos habían aparcado en la entrada de un internado donde iba a pasar un año completo, alejada del mundo exterior. Estaba en un pueblo dentro de la ciudad donde viví estos meses anteriores: Un lugar apagado con muchas casas antiguas y demasiados árboles.

En las vacaciones de verano solíamos venir a la casa del pueblo junto a mis padres y también con mis amigos en las buenas fiestas que se hacían en lugares abandonados.

—Aquí está el resto de tus cosas. —Mi padre me pasó la maleta y no le reste importancia en darle las gracias—. Cuídate y pórtate bien.

Esto es una estupidez.

—Cuando salga de este maldito lugar buscare mis cosas y me largó. —No pude ocultar una mueca de decepción.

Otra vez siendo dejada.

—No te metas en problemas Michelle —hablo Bruce frotándose el entrecejo cansado de mi, supongo—. Se que no te gusta la idea de estar aquí pero harás nuevas amistades. Es mucho mejor esto que tus amigas te emborrachen y andes deambulando.

Rodeé los ojos, odiaba que me lo recordará todo el maldito tiempo.

—Esto no era necesario, hubiera preferido que me echaran de casa a estar encerrada en el culo del planeta —resoplé.

Solo disfrute mis fines de semana de fiesta en fiesta, no hay nada malo en ello y tenía mis motivos para tener ese nuevo estilo de vida.

—Será un año Michelle —agregó mi madre adoptiva despidiéndome con un abrazo—. Terminaras tus estudios aquí y luego irás a una buena universidad.

—¡Un buen comienzo al enterarme que aquí retrasan las graduaciones! -sonreí hablando con sarcasmo-. Mi educación va a ser tan excelente al igual que mi comportamiento, adiós —Me despedí agitando mi mano con mala gana.

—Dejaremos tus cosas en la casa de verano —habló Carla antes de meterse al coche.

—¡Como quieran! Siempre salen ganando ustedes. —Me encogí de hombros—, lleven mi auto también.—Lo alcance a decir antes de que desaparecieran.

—¡Odio esto! —grité dando pisadas al suelo como una niña haciendo sus berrinches.

Desvíe la mirada a un niño, que me miraba con las cejas fruncidas desde las escaleras del internado.

¿Qué mierda hace un niño aquí?

Cierto me había olvidado: Este internado iba desde los trece años hasta una edad indefinida.

—¿Tu que me ves? —escupí furiosa.

—Veo lo loca que estas. —Me sacó la lengua y se llevó un cigarro a su boca.

Mi Perversa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora