prólogo

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Se encontraba preparando la comida mientras tarareaba aquella canción que le cantaba su madre en aquellos días de niñez.

Suspiró con una sonrisa determinada: apartando partes del sudor de su frente al tenerla lista.

Era tiempo de enfocarse en otras cosas. Miró la ropa sucia: yendo decidida para lavarla, pero una pequeña mano blanquecina se lo impidió: jalando sutilmente de su kimono antes rosa, ahora de un verde manzana claro.

Hizo cabizbaja: asombrándose de la pequeña silueta de un niño blanco como la nieve y de cabellera del mismo color: con extrañas puntas cobrizas.

Se inclinó hasta que su rostro llegó al de él: sin apartar su vista de aquellos ojos de pragmático rasgado y rojo Borgoña, de característico brillo: recordando los de su hermano de cierta manera.

—¿ocurre algo, Sōta? —le cuestionó, pero el niño le sonrió: elevando su mano y dejando ver un lirio de extraño azul el cuál tomó sin saber la razón. —¿Dónde encontraste esto? —le cuestionó, pero el niño corrió lejos: quedándose ella con la flor y está: pasando a ser roja y carnosa que se adhería a su cuerpo: como si fuera un líquido simbiótico.

Gritaba al intentar apartarla, pero está penetraba su piel: remarcando sus venas y poniendo sus ojos en aquel blanco poseído.

Podría sentir su cuerpo arder, estaba sintiendo su cuerpo estremecerse de un dolor extraño: queriendo escapar de aquello que le asustaba... dándose cuenta de la figura sobre ella: con aquella mirada gentil que la hizo sentir tranquila apenas despertó.

—Nezuko...

one shot -kny- sanezuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora