II

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La brisa del invierno le daba en la cara mientras tenía a la chica acostada. Habían pasado treinta minutos desde que se durmió, y en ese momento Tanjiro comenzó a despertar.

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Se sentía extraño, nada parecido a lo que había sentido antes. Era un deseo, una necesidad inmediata. Su estómago comenzaba a rugir con un hambre que nunca había experimentado. Su mente se nublaba, similar a cuando se concentraba únicamente en talar. No podía sentir su alrededor; su cuerpo, con el que había convivido durante catorce años, no era el mismo. No lo sentía igual, era una sensación difícil de explicar. Sus sentidos estaban en su máxima expresión, sentía el cuerpo más ligero, todo aumentaba. Junto con eso, el hambre seguía creciendo. Quería comer. ¿Qué comidas le gustaban? No podía recordar mucho. ¿Qué estaba haciendo antes? ¿Y antes de eso? Sentía que sus recuerdos se alejaban, pero no era momento para eso. La comida era lo único en lo que pensaba.

Escuchó unos sonidos. Al mirar al frente, vio a dos personas: un chico con el cabello negro y largo, atado en una coleta baja, y unos ojos de un profundo azul oscuro. A su costado, una chica de pelo largo y negro con ojos rosados. Al verla, su corazón latió más rápido, y una sensación de calor se esparció en su pecho. No sabía por qué, pero en ese punto solo podía pensar en devorarlos. Iba a acercarse, pero seguían hablando. Poco a poco, dejó de entender las palabras. A este punto, no le importaba; solo quería deshacerse de esa sensación de hambre dentro suyo.

Puso un pie en la nieve y se impulsó. Estaba sorprendido por su velocidad. Sentía que su cuerpo no estaba acostumbrado a esa rapidez. Ya lo había logrado... En ese momento, solo pudo abrir los ojos. El hombre que se suponía estaba al lado de la chica lo sujetaba del cuello. No lo vio venir. ¿En qué momento?

Tanjiro luchaba contra la presión en su garganta, sus manos se aferraban a las de Giyu. Sus pensamientos eran caóticos, una tormenta de hambre y confusión. Sin embargo, en medio de ese caos, una palabra soltada por la chica llegó a sus oídos: - ¡HERMANO! - Un grito desgarrador acompañado de lágrimas por parte de su emisor. Ese calor en su pecho volvió más fuerte que antes, y un destello de memoria brilló. Recordó a su familia, sus risas, sus voces... Nezuko. Ella estaba allí, frente a él, llorando. No quería, odiaba que ella llorara. El hambre seguía ahí, pero, si era por su hermana, no le importaba. Al final, ya había pasado noches sin comer antes; esta vez haría el esfuerzo.

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Giyu sintió el cambio en Tanjiro. La resistencia frenética había disminuido, y en su lugar, había una mirada de reconocimiento y desesperación. Bajó a Tanjiro cuidadosamente, manteniéndolo bajo vigilancia.

Nezuko corrió hacia su hermano, arrodillándose junto a él. - ¡Tanjiro! ¿Estás bien? - preguntó con la voz temblorosa, llena de esperanza y miedo. La espada de Tomioka seguía afuera; era muy probable que si el demonio intentara algo sospechoso lo decapitara al instante.

- Grrrrrr - fue todo lo que salió de la boca de Tanjiro. Al verla, lágrimas salieron de sus ojos, todo esto frente a un expectante Giyu que para sus adentros sentía una mezcla de satisfacción y sorpresa. En eso, la mirada del demonio se dirigió hacia el pilar que guardaba su espada, poco a poco, sin soltar el mango. – Grrrrrrrr - fue un segundo rugido, acompañado de una mirada furtiva. Parecía que no le agradaba, algo normal considerando que el chico casi lo decapita.

- ¡No! Debes darle las gracias al señor Giyu; gracias a él podemos estar juntos de nuevo. - Ante esto, Tomioka miró al chico desde arriba con una pequeña sonrisa, comportamiento que hizo enojar a Tanjiro, quien desvió la mirada hacia la derecha con un semblante enfadado. - Hump, hermano malo. -

- No importa, no es que necesite el reconocimiento de un demonio. - Después de un tiempo, soltó el mango de su espada, desvió su mirada hacia la chica y continuó: - Por otro lado, me alegro de que pudiera controlarse. Sin duda, es algo sin precedentes. Mi trabajo aquí está hecho. - Si bien tenía como objetivo reclutarla, después de ver esta escena no quería poner en riesgo su vida. Era solo una niña de 12 años; tendría a su hermano para que la protegiera. Solo esperaba que no sucediera nada trágico.

- ¡Espera! ¿Hay alguna forma para que mi hermano vuelva a ser humano? -

- Lamentablemente, eso es imposible. No hay manera en que esto suceda. -

- ¡Nada es imposible! Viste cómo Tanjiro pudo evitar comerme, ¿verdad? Seguro hay una forma para hacerlo. -

- Si es que hay una, todavía no se ha descubierto. Lo siento, pero no te puedo ayudar con eso. Si me disculpas, tengo que continuar con mi trabajo. -

- ¡Espera! - El chico ya estaba comenzando a molestarse. Entendía la situación, pero estaba haciendo más complicado el hecho de irse de manera triunfal, y eso le molestaba. - Si no hay una cura, yo encontraré una. Por favor, señor Giyu, ¡entréneme! -

Era gracioso, no tuvo ni que pedírselo, y eso que evitó darle razones para luchar. Si le contaba sobre Muzan, muy probablemente ella se hubiera ofrecido desde que se sentaron mientras esperaban a su hermano en busca de venganza. Aunque, que él la entrenara era demasiado.

- Lo siento, yo no te puedo entrenar. -

- ¿Eh? ¿Por qué no? -

- Mi nivel es demasiado alto y no cuento con el tiempo necesario para ser maestro. No podría enseñarte nada y me afectaría en mi propio entrenamiento. -

La cara de la chica se entristeció notablemente. - Pero... -

- Pero, si bien yo no puedo, te mandaré con alguien que sí. -

Ante eso, la cara de la chica volvió a cobrar vida, sonriendo. - ¿En serio? -

- Sí, ten. - Sacó un papel y tinta con los que apuntó una dirección. - Si sigues por ese camino, podrás encontrar a mi antiguo maestro. Él te enseñará lo necesario para ser cazadora de demonios. Yo le mandaré una carta con tu situación. Espero que lo soportes. -

- Lo haré y lograré que me entrenes tú mismo. -

- Jajaja, eso espero. Entrena, vive, experimenta, siente, afronta, ve la realidad y hazte más fuerte. Avanza todo lo que puedas por este camino de muerte. Espero que puedas llegar hasta mí. Si lo consigues, podrás ser mi sucesora. ¿Es un trato? -

- ¡SÍ! Señor Giyu, créame, lo alcanzaremos y verá lo fuertes que nos vamos a hacer. -

- Eso espero. Confío en que tú y tu hermano podrán lograrlo. No te rindas. - Tras decir esto, desapareció, como si un arroyo siguiera su camino. La chica no pudo ver cómo lo hizo.

- Increíble, ¿no es el señor Giyu muy genial, Tanjiro? -

- Grrrrrrrr. -

- ¡Ay, qué enojón! -

En otra parte:

- Na, soy increíble. El curso de retiradas épicas era necesario, y Shinobu que decía ¿Para qué quieres eso? No va a servir. Debería aprender más de Tengen. Aun así, espero que no muera. Siendo sincero, no creo que logre encontrar una forma para devolver a su hermano a la normalidad, pero decirle lo que necesita escuchar es algo necesario para esto. También debería aprender un poco más de ti en ese sentido, jaja. -

De vuelta en el bosque:

Se sentía feliz, a pesar de todo lo que paso, un sentimiento de alegraría se cernía sobre ella, pensó que estaba sola, creyó que había perdido a toda su familia y su esperanza había desaparecido, pero gracias a Tanjiro eso no era así, tenia a alguien, alguien que había superado lo que se creía imposible, por eso estaba feliz, fue así como mientras caminaba en busca de Urokadaki, nombre que había escrito Tomioka en el papel, pudo tener un momento de alegría con su hermano.

Nezuko miró a Tanjiro, que caminaba a su lado, y aunque él no podía hablar, sus ojos reflejaban una determinación inquebrantable. Cada paso que daba era una prueba de su voluntad de protegerla, de mantenerse firme a pesar de su nueva naturaleza. Nezuko sabía que el camino no sería fácil, pero con Tanjiro a su lado, sentía que podían superar cualquier obstáculo.

Palabras: 1405

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