La transpiración es una aberración.
Es pegajosa, apestosa y desagradable. A veces no soporto ni mi propio sudor, por eso procuro mantener siempre frescas mis axilas con antitranspirante Rexona, ya que nunca me abandona, llevo conmigo unas toallitas de papel para secar el sudor de mi frente y cuando me ejercito... alguna vez lo hice, intento hacerlo en lugares con una buena ventilación. Tengo una fijación con mi cama y mi almohada, no soporto que se acuesten en mi maldito colchón, especialmente cuando están todos sudorosos o que se les ocurre hablar mi almohada. Boludos de mierda. Carrera odia que le recuerde mis fobias pero es que el no conoce límites al parecer y le encanta joderme la existencia. Yo no bromeo cuando le digo que está comportándose como un hipopótamo remojándose en el lodo siempre que se arroja sobre mi cama diciendo:
"tus sabanas están heladas y hoy hace un calor de la puta que te parió"
¿qué maldita culpa tengo yo o mis inocentes pertenencias? Entrar a las duchas en la escuela también era una tortura porque la peste era tanto al volver de gimnasia que podía desmayarme. Maldito sea el momento en que Dios, Alá o Krishná decidió que siguiera la línea XY para ser un hombre de potentes fluidos corporales. ¿Por qué no podían causarme asco las cucarachas como a toda persona normal? No, yo tenía que ser el raro al que le daban náuseas el sudor y la saliva.
Hasta cuando debíamos tomarnos de las manos con el resto de nuestros compañeros era una tortura de la época de la Santa Inquisición. No es un secreto que a todos nos sudan las manos con regularidad y que cuando las entrelazamos con alguien más, por mera termodinámica vamos a sudar aún más. Bien, siempre estuve incómodo con el concepto pero había aprendido a vivir con ello a lo largo de mi vida, sin embargo aún creo que alguien se burlaba de mí en el cielo porque por alguna razón siempre me tocaba sujetar manos con las personas más sudorosas del país.
Una cosa es secarse el sudor de las palmas en los jeans una vez cada cinco minutos, pero estas personas se tenían que secar las manos cada treinta segundos. Yo sufría internamente y solo podía desear que mi castigo acabara por fin. Esta era una situación a la que tenía que enfrentarme en mi día a día y tenía que soportar sin enojarme demasiado.
Ciertamente el sudor me provoca la misma necesidad de repudiarlo que las cucarachas. Eso hasta que mi enano y adorable novio apareció en mi bella vida de argentino. Si bien Juan no era de esas personas con problemas de sudoración excesiva, sudaba con la misma regularidad que un ser humano promedio.
Esto quiere decir que cada vez que sujetaba mi mano, ocurría un intercambio natural de temperaturas y como era de esperarse nos sudaban las manos a ambos. Bueno, esto quizá debería haberme asqueado como regularmente, pero no me había dado cuenta del hecho de que en efecto ni siquiera lo había notado hasta que Carrera me lo dijo.
- Eres un boludo, Iván. ¿Cómo puedes quejarte del sudor de tu propio hermano y no decir nada de tu extraño novio? - Y solo hasta entonces me di cuenta de que Rodrigo Carrera tenía razón, yo estaba sobrellevando a la perfección todo porque al estar con Juan ni siquiera podía pensar en las cosas que me asqueaban, mi cerebro masculino no me permitía hacer ambas acciones al mismo tiempo y vaya que eso era bueno.
Sin embargo ese no fue el mayor de los sucesos relacionados a esta excreción. A Juan le gustaba jugar fútbol (a mí también me encanta el fútbol, lo amo y lo adoro, viva Messi) y como su acto romántico mayor y último de la preparatoria, decidió que después de un partido importante iba a besarme y abrazarme frente a todos, haciendo que ambos viviéramos nuestro más dulce y rosado cliché.
Todo era una situación tan romántica y hermosa de ensueño, casi como si fuera mi princeso gay que llegaría a rescatarme en su bonito caballo. Pero había un problema, y es que Juan estaba jodidamente sudoroso. Me había informado de sus planes con anticipación, así que yo estaba tan nervioso, incluso había pensado en fingir mi muerte para que no hiciera aquello frente a tanta gente, aunque no funcionó.
El Mariana me llevó arrastrando hasta el partido y se encargó de mantenerme prácticamente encadenado a las gradas. El equipo de nuestra escuela ganó pero no fue precisamente gracias a Juan que se la había pasado mandándome besos y corazones desde su puesto de medio campo. Yo traté de devolverle cada gesto con naturalidad y una sonrisa, pero cuando acabó el partido y el árbitro dio el silbatazo final, supe que era mi fin. Debía enfrentar mi destino. Lo vi correr hacia mí con su enorme sonrisa y con gotas de sudor escurriendo por sus mechones de cabello castaño y de pronto fue como si solo pudiera concentrarme en lo reluciente de su sonrisa, por cierto, Juan lleva Brackets. Sí, se me olvidó decirlo.
Llegó saltando hasta las gradas mientras el resto del equipo celebraba su última victoria como equipo oficial de la preparatoria, al menos para los alumnos de último grado como Juan. Y me sentí infinitamente conmovido hasta casi hacer que se me derramaran algunas lágrimas. Juan estaba ahí buscándome aún cuando el resto de sus compañeros lo buscaban a él para continuar la celebración. Mordí mi labio tratando de controlar mi sonrisa de pelotudo y en cuanto vi el gesto que me hizo con la mano para que por favor lo acompañara, salí disparado como resorte hasta el final de las gradas donde me esperaba mi princeso gay.
A pesar de la pequeña barda que nos separaba yo hice el mayor parkour de mi vida, cuando toqué el pasto lo abracé con todo mi cariño. Cargué a Juan y le di vueltas sobre mi propio eje, él no paraba de besarme hasta que lo bajé en el suelo. Y solo hasta entonces lo miré con una sonrisa al mismo tiempo que mis dedos se hundían entre su cabello húmedo y le dije.
- En verdad lo hiciste... Bueno, lo hicimos! -
- Te dije que así sería, Iván Buhajeruk. Ahora que nos vamos de la prepatoria, necesito que les quede perfectamente claro que este partido le perteneció a la pareja más fabulosamente homosexual que ha tenido esta escuela -
Juntamos nuestras frentes sin importarme que la humedad se pegara a mi piel y entonces sonreí aún más grande. Volvió a besarme mientras yo lo volvía a cargar para darle un par de vueltas en el aire, pronto nos detuvimos porque uno de sus compañeros de equipo vino a buscarlo para que le arrojaran el agua al entrenador. Juan me miró como si pidiera permiso y yo me apresuré a decirle.
- Ve a festejar con ellos, te veo en un rato, che - Asintió agradecido y depositó otro beso sobre mis labios antes de ir con el resto del equipo.
Sentí mi cara humeda igual que mi remera, todo gracias al sudor de Juan, pero en lugar de asquearme solo pude soltarme riendo a carcajadas porque tenía un novio boludo. Y me encantaba que fuera así, con todo y su sudor. Era un pelotudo, pero era mi pelotudo. Y eso era lo que más me gustaba.
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Ya saben que voy a decir 🥺💅
ESTA HISTORIA NO ES MÍA, SIGAN A LA PERSONA QUE HIZO LA HISTORIA ORIGINAL, ESTO SOLO ES UNA ADAPTACIÓN CON MODISMOS ARGENTINOS
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Wakala! q riko - Spruan
FanfictionDos palabras:Fluidos corporales. El chiste se cuenta solo, ¿no? Si no ha quedado suficientemente claro, todas esas sustancias son repugnantes a un nivel ilegal. Ahora, dos palabras más:Juan Cubito No sé, pero hay algo muy raro que para todo lo que...