Al mudarse, tu madre decide enviarte a la mejor Academia internacional del mundo. Allí descubrirás que no todos tienen los mismos tratos, y que tu respeto en la escuela se define por la Lista de los mejores alumnos.
Para tu desgracia, quedas en la p...
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Nota: Este es un capítulo sin editar.
Nota2: Es algo que debería editar porque creo que no describí bien en el capítulo anterior, pero aclaro acá para quienes ya lo hayan leído. Natalia va a la fiesta y saca ella misma las fotos, no va su amiga. Esta nomás le avisa que Aurora fue. Pos eso, disculpen la confusión xd.
Los celulares vibraron y sonaron dentro de sus bolsillos y las reacciones no tardaron en llegar. Alfred, que desde el incidente con los hermanos Kirkland, había adquirido fama de problemático y no había sido admitido en ningún club desde entonces, generalmente se iba a su casa a esa hora. No le quedaba otra que esperar en la Biblioteca o en el jardín. Se acomodó en la mesa más alejada de los alargados ventanales. Quizá la bibliotecaria no lo iba a reprender si se quedaba en esa esquina oscura, generalmente vacía por la falta de luz para leer. Luego de leer tu confirmación sobre encontrarse en el Hall, decidió echarse a dormir una siesta así no se quedaría intentando especular de qué hablarían. Apoyó la cabeza sobre sus brazos, dejándose llevar por el sueño. El día anterior se había quedado hasta tarde mirando películas con Matthew y desde el hospital había ido a la Academia.
Un tintineó repentino lo forzó a levantar los párpados con curiosidad. El mensaje anterior tuyo se había borrado y en cambió leyó lo siguiente: Te espero en el Hall, ahora. Y debajo cinco fotos.
Los ojos azules se le abrieron como platos.
Dos pisos más arriba, tus compañeros del Club de Periodismo salía de la enfermería cuando el celular de Feli sonó como una campanita y el de Kiku vibró en el bolsillo de su saco. Ludwig se intrigó al observar las caras de desconcierto de sus amigos frente a la pantalla. Una oleada de celos y remordimiento los embargó mientras observaban a Aurora tan cerca de Bonnefoy y Kirkland, e incluso cuando la veían en brazos de su amigo.
—Arthur-san —murmuró Kiku con culpa.
—¿Qué pasa? —preguntó el alemán sin entender.
Feliciano le pasó su celular y Ludwig comenzó a pasar cada imagen sin mostrar emoción alguna. Su cerebro intentaba unir los cabos de lo que estaba viendo.
—Salgo mal —se lamentó Feli absurdamente.
—Quiere que vayamos al Hall —dijo Kiku con voz temblorosa— ¿Creen que estarán los demás?
Sus amigos levantaron la vista, esperando lo que Ludwig tenía para decir.
—Sí —sentenció con firmeza—. Pero es Aurora quién mandó esto, alguien se está haciendo pasar por ella.
El nipón asintió, concluyendo que aquello tenía mucho más sentido.
—¿A ti no te llegó nada, Ludwig-kun?
—No, supongo que sólo sabía de ustedes dos.
—¿Qué hacemos?
—Yo sugiero que vayamos los tres —dijo el delegado con el semblante serio—. Esto traerá problemas.
