26 ◇ Un tiempo muy frío

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Nota: Este es un capítulo sin editar

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—No voy a elegir a nadie.

Ninguno de los presentes había asomado a sus posibilidades esa respuesta. Así como habían intentado presionarte para decidir, los obligaste a aceptar la cruda verdad: desde el principio recalcaste no tener intenciones de estar en una relación. Simplemente, algunos habían insistido, creyendo que te iban a hacer cambiar de parecer, como habían hecho Alfred, Iván y Feliciano. Otros malinterpretaron la situación. Lo mejor era ponerlos a todos en su lugar.

—Para que quede claro de que no tengo intención alguna, seremos compañeros cualquiera y ya.

No te detuviste a oír réplicas, te levantaste del banco y saliste del salón. El sonido de la puerta cerrándose tras tus pasos precedió el silencio en que quedó sumida la sala a causa de la absoluta consternación.

Arthur sentía que el corazón se le iba a salir de la boca. Inconscientemente volteó hacia su contraparte más inmediato. A su lado, el americano había hundido su cabeza en ambas manos, ocultando su rostro bajo aquel pelo dorado desprolijo.

Iván fue el primero en levantarse e irse con paso apresurado y actitud impasible. Ese tipo es un autómata, pensó Arthur. No comprendía como alguien con vibras tan extrañas se vinculaba contigo. Aunque los demás tampoco eran los especímenes más normales.

—Bien hecho —rompió el silencio Francis con evidente sarcasmo.

Se levantó confiado de su silla, sin sentir una pizca de culpa en todo aquello, y salió al pasillo. Más tarde, se enterarían que sería el primero en obtener el perdón de Aurora. Después de todo, había demostrado no estar de acuerdo con ese patético episodio que habían armado. El tercero en levantarse fue Ludwig, sin decir nada, mientras cubría su cara con una mano demasiado avergonzado de ser el autor de tan estúpida idea. Lo siguieron sus dos compañeros del Club dándole palmadas y palabras de apoyo para calmarlo, aunque estaba claro que seguían impactados por cómo había terminado todo.

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Para que ninguno pudiese seguirte, avanzaste corriendo el pasillo para cruzar los arcos que daban a las terrazas del tercer piso. Creyendo que habías sido lo suficientemente rápida, tomaste aire y apoyaste los antebrazos sobre la balaustrada. Te quedaste contemplando los vastos jardines ingleses del Colegio, en tonalidades cada vez más terrosas y marchitas, repleto de arbustos podados con prolijidad para tomar la forma de animales silvestres y atravesado por esbeltos caminos que conducían los edificios externos del principal, como el gimnasio. Exhalaste con profundidad para mantener la calma, intentando descifrar como era posible que te sucediesen tantas cosas en tan poco tiempo. Las caras desconcertadas y desilusionadas de tus amigos, por no decir pretendientes, reapareció en tu mente como recordatorio de tus cagadas. No te lamentaste, puesto que la rabia que te había conducido a tomar esa abrupta decisión volvió para recordarte que no había nada de que arrepentirse. La petición de Ludwig te había sacado de quicio, como si decidir por alguno de ellos fuese como elegir un sabor de helado.

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⏰ Última actualización: Aug 25 ⏰

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