Capítulo III

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Si me permitía ignorar por unos segundos el pánico que me estaba consumiendo, aquel sujeto era extremadamente hermoso. No podía tener más de veinticinco años, aunque esa barba de dos o tres días lo hacía ver como un completo alfa de posición económica. Una piel ligeramente bronceada, los labios finos y rosados, un tamaño ligeramente menor del promedio aunque estuve agradecido por eso, y un cuerpo de total Dios griego mostrándose a través de aquel traje negro. ¿Dónde había estado escondido aquel hombre cuando estuve tomando las fotos y porque no se presentaba a los bares que yo frecuentaba? En un día normal podía bien desear estar bajo ese precioso cuerpo, aunque ahora no fuera un día normal.

—Disculpe. —Internamente desee golpear a mi omega por ese estado de sumisión, me disculpé con un completo extraño por mantener la mirada conectada con la suya o por escanearlo con mis ojos, mejor dicho. Sabía que mi omega salía a flote debido al celo, pero él no era más que yo para que me disculpe, tampoco es como si él no hubiera estado haciendo lo mismo conmigo, aunque estoy completamente seguro que se debe a mi olor.

Di un par de pasos torpes hasta la entrada, rogando internamente porque el alfa se mantenga quieto en su lugar, y aunque por un segundo consideré que lo estaba logrando, antes de que mi cuerpo pase por la puerta principal del baño, sentí una fuerte mano tomar mi antebrazo, deteniendo mi andar.

De acuerdo, estaba acabado.

—¿Vas a salir así? —Escuché su aguda pero cargada voz. Mierda, mierda, mierda, el tipo estaba excitado. Sin embargo, su mirada no mostraba alguna señal de que me iba a meter a un cubículo y violarme, él me mostró una sonrisa prepotente que no lo diría en voz alta pero Dios, amigo, necesito que vengas a los bares que frecuento—. Hueles demasiado fuerte, ¿realmente piensas salir?

Cuando lo escuché de nuevo, mi cabeza hizo un clic y consideré sus palabras, tenía razón ¿A quién engañaba? Definitivamente yo no regresaría a mi casa esa noche, a cada segundo el celo incrementaba en mí ser, mi omega pedía con urgencia atención y afuera se encontraban millones de sujetos que con una simple mirada me tendrían restregándome contra ellos. ¿No era mejor quedarme y permitir que este tipo me haga lo que sea que quiera hacerme antes de salir y permitir que cualquiera de los de afuera lo hiciera? Él al menos tenía una buena apariencia, afuera me arriesgaba a que me toque hasta la peor persona.

—Creo que no es una buena idea —dije.

El hombre hizo más suave su agarre hasta que su mano en mi antebrazo pareció solo una leve caricia, observé sus delgados dedos sobre mi piel y mi omega gimió complacido y feliz con tener a un alfa tocándome, se sentía tan bien. Pasaron unos segundos en los que ninguno dijo nada, sabía que me había calmado, su dulce tacto fue una especie de arrullo y no pude agradecerle más, al menos ahora no parecía un ambientador de feromonas de omega asustado para toda la exposición.

Continué con la mirada sobre sus zapatos negros, se veían caros, aunque para ese momento no los observaba por interés en la marca o en donde los había comprado, lo hacía porque no podía mirarlo a los ojos, no me nacía mirarlo a los ojos a menos que él me lo permitiera. Esto es tan patético.

—¿Tu nombre es...? —Al fin habló, de nuevo no pude contener aquella felicidad de saber que no se iría, temía que se fuera. ¿Por qué temía que se fuera? Sí, porque para este momento mi omega estaba más que ilusionado con disfrutar más de ese dulce tacto que me entregaba en mi brazo. Relamí mis labios, no dejando que pasen más segundos sin hablar, podía ser de mala educación.

—Valentín —murmuré, y tras no escuchar nada, consideré que quizás él esperaba una respuesta un poco más larga—. Valentín Carboni. Soy fotógrafo de la revista... Mmm. —Las suaves yemas de sus dedos bajaron por mi piel hasta que su mano tomó la mía con firmeza, acercándome un poco más a su cuerpo, impidiéndome recordar siquiera lo que le estaba diciendo.

—Bueno, Valen, te sacaré de aquí.

No respondí, solo asentí con la cabeza, permitiendo que ese hombre, del que deseaba tanto saber su nombre, me guiara hasta la salida del baño, caminando por la galería. No me gusta exagerar, aunque a veces lo hago, sin embargo no en este instante cuando digo que apenas nuestros cuerpos fueron visibles para el público en general, todas las miradas se enfocaron en nosotros y por puro instinto me acerqué más a él, apoyándome ligeramente en su espalda, reconociendo muchas de esas miradas como puro hambre alfa deseando al dueño de semejante olor: yo. Incluso algunos estaban a nada de atacar, de acercarse, yo ya no estaba marcado, no olía a un omega marcado y jamás en mi vida había deseado tanto tener una mordida en mi cuello con tal de alejarlos. Ellos no pueden tocar a un omega marcado, son las reglas.

Me sorprendí cuando un gruñido me sacó de mi nube de miedo, regresé a la realidad y era él, el chico con quien estaba tomado de la mano, él le gruñó a uno de los tipos que se encontraba más cerca de nosotros. Pude observar la confusión en el rostro del chico, incluso luego otro hombre se acercó, dando dos pasos con cautela, aunque este parecía definitivamente mucho más seguro de sí.

—Alejandro, ¿qué estás haciendo? —Lo escuché decir, refiriéndose al chico que yo estaba usando como escudo. Así que se llamaba Alejandro, era un bonito nombre, me gustó o por el ligero sonido que emitió mi omega, imagino que a él también.

—Me lo voy a llevar.

Hubiera deseado evitar aquel gemido complacido cuando dijo eso, y recé internamente porque solo él lo haya escuchado y solo él note como ahora me encontraba totalmente apoyado en su espalda, disfrutando de su olor, de su calor, no fue buena idea, sentí como mi cuerpo se calentaba de nuevo, aunque ahora no se debía al vino, y lo podía confirmar por como tuve que contraerme para evitar que mi ano empiece a lubricar.  Cerré mis ojos por unos segundos, entregándome a la calidez de la suave tela de la ropa de Ale, hasta que escuché la voz de una chica y me atreví a observar, la situación no había cambiado, las personas a nuestro alrededor nos observaban, mientras el tipo que habló se debatía entre que decir, aunque ahora una preciosa omega de ojos miel y cabello castaño con ondas, se acercaba a nosotros. Ale no se movió, no se tensó tampoco, supuse que la conocía. Una corriente de tristeza me invadió y culpé a mi omega de sentirse celoso por un alfa que acababa de conocer hace menos de una hora.

—Ale —habló ella, aparentemente mucho más segura, ahora solo se encontraba a unos pasos, había avanzado más que cualquiera en la habitación, tremendo espectáculo—. ¿Qué haces? No le hables así a tu padre. —Bueno, todo tenía sentido—. Ven, deja a ese chico y vamos, la subasta está por comenzar y recuerda que tu mamá desea que le compres un cuatro.

—Tú puedes comprarlo. —Escuché a Ale y volví a cerrar mis ojos, hice una ligera presión donde se encontraban nuestras manos entrelazadas, temiendo que ceda ante las palabras de la bonita y delgada chica vestida con un caro vestido de color azul metálico—. Encárgate tú, Eva. Me llevaré a Valen conmigo. —De nuevo solté otro gemido de gusto y sentí el pulgar de Ale acariciando el dorso de mi mano.

La voz llena de autoridad y decisión con la que habló, hizo temblar a la chica, lo noté, porque incluso mi omega me pedía arrodillarme ante semejante alfa, para mi suerte y autocontrol, mis piernas no iban a obedecer, está bien que esté haciendo ya una escena digna de salir en la revista donde trabajaba, pero eso no significaba que iba a doblegarme como un perfecto omega totalmente sumiso entrando al celo, aunque eso sea, al parecer.

Entonces todo pasó muy rápido, nadie dijo nada más, nadie intervino, nadie lo detuvo, Ale me sacó a paso acelerado de la exposición y no me soltó hasta que estuve seguro en el asiento del copiloto, era un hermoso Ferrari negro el que conducía, él se subió y arrancó sin más, escuché el delicioso ronroneo del motor y pensé que ni aunque trabajara nueve vidas podría comprarme un auto igual.

The perfect omega [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora