"𝒊 𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖..."; Kiribaku ʸᵃⁿᵈᵉʳᵉ ᵃᵘ.

𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸 𝓚𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲.

𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸 𝓚𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲. (Yandere Au¡!)
Part Two.
¡No Quirks!

"Juguemos un poco más".

Su plan funcionó, todo lo que hizo valió la pena, los momentos de tensión, la satisfacción, el cansancio, todo había rendido frutos, estaba haciendo que su corazón temblara.

Sostenía las mejillas de Kirishima mientras lo besaba suavemente atrás de la escuela, con delicadeza, sin rudezas, pero tampoco dudas, un beso firme y en el que Eijirou le otorgaba ese aire inocente e inexperto, lleno de ternura.
Podía sentir incluso el corazón del contrario chocando contra su caja torácica.

- Me gustas mucho, Blasty. - dijo con esa vocecita tan suave, y sus ojos brillantes, abiertos y  mirándolo como un cachorrito, con sus mejillas rosadas, agarrando su uniforme, aferrándose a el en el beso, mareado. Siempre lo estaba cuando se besaban, parecía como si en lo único que pudiera pensar fuera en el, sus manos tambalearon ante la idea.

- A mi también me gustas mucho, Ei. - le sonrió, cómo solo lo hacía para el, una sonrisa de verdad.
No entendia porque se obsesiono tanto con Kirishima tan rápido, seguramente fueron lo que más le gustaba de el; sus ojos.
Más de una vez se había quedado encimismado viéndolos, ese rojo parecía traspasar su alma, ver sus sentimientos, entender el inmenso amor que le tenía.

Enmarcados en largas pestañas negras, la cicatriz de párpado hasta un poco de las pestañas bajas, una suave linea un poco mas obscura causada por tal vez los terrores nocturnos de los que podia sufrir el moreno. Rojo, rojo, rojo.
Rojo como la sangre, rojo como los organos expuestos, rojo; como un beso.

La temperatura empezó a subir, siendo atribuida a la llegada del verano, las últimas clases antes de ingresar a la preparatoria.
Mentiría si dijera que no pensó en que el universo o el destino, a pesar de todas las cosas que a echo, no lo recompensó.
Kirishima entraría a la UA, bastante prestigiosa en varias ramas de la educación, el también puso esa como primera y única opción, por lo cual, gracias a sus notas, entró. Estaría a su lado.

- ¿Quieres ir a mi casa, Ei-chan? - sonrió cuando el muchachito se estremeció ante el apodo.

- S-si...- contestó torpemente, con los nervios a tope y la lengua enrredada, cuando Katsuki invitaba ir a su casa, era para largas sesiones de besos y otras cosas un poco más subidas de tono, lo cual le avergonzaba, esas proposiciones no se hacían en voz alta. Inocente.

El blondo tenía otra cosa en mente, algo más, más placentero, más indecente, algo en lo que pensaba constantemente, poniéndolo en práctica en la soledad de su habitación, en el baño. Sabía de antemano que Kirishima aceptaría inmediatamente, conocía como era y como sus hormonas controlaban su mente cuando estaban juntos, era adorable. Por lo cual tomó suavemente su mano, pasando sus dedos hasta su muñeca, buscando provocarle un escalofrío, lo cual logró.

Necesitaba que su casa estuviera sola, y en cuanto se enteró que sus padres saldrían por la tarde, pensó en aprovechar para poder escuchar en todo su esplendor los gemidos roncos que Kirishima hacia cuando pasaba sus manos por su miembro o besaba su cuello, los jadeos necesitados y las peticiones indecorosas, cuando la calentura lograba nublar sus sentidos, su misma personalidad tímida, quería sentir las manos de este aferrándose a su cintura, clavando sus uñas para poder mover sus caderas más rápido, frunciendo su ceño ante el inminente orgasmo.

Eijirou Kirishima tenía de ingenuo solo la cara, ya conocía bien la forma en la que sus precoces hormonas adolecentes le hacían efecto, lo cual le había sorprendido de gran manera, solo bastaron un par de besos y roces ligeros para tumbar la máscara vergüenza que tenía pegada, bastante fácil, fácil para el. Autosuficiencia.
Eso no hacía más que emocionarlo más, impaciente.