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Daniela terminaba de acomodar sus cosas, teniendo mucho cuidado con su equipo de trabajo por lo delicado que era.

Los nervios se le habían calmado al notar que no había nadie en el avión todavía; había llegado bastante temprano. Si tenía suerte, el plantel llegaría cuando ella estuviese dormida. No sabía cómo reaccionaría si se le aparecía el mismísimo Lionel Messi. ¿Y si aparecía Paredes? Ella era fanática de Boca a morir, y la reacción más mínima que esperaba tener era tirársele encima, gritar, desmayarse, todo eso en cualquier orden.

-¿Necesitás ayuda con algo? -Daniela volteó a ver quién hablaba y se quedó de piedra. Era el mismísimo Damián Emiliano Martínez.

Ella, como toda fanática del deporte, pero sobre todo del fútbol, sabía perfectamente quién era. Nadie le tenía fe; Scaloni fue criticado duramente tras convocarlo y, al menos en los medios amarillistas, lo único que sabían hacer era desmerecer al arquero. Dani, sin embargo, había visto el potencial que tenía y estaba segura de que él la iba a romper, tenía fe.

Estaba en shock; además, su altura era intimidante, pero debía mantener el profesionalismo. Así que negó con la cabeza mientras sonreía tímidamente. Era como si le hubiesen comido la lengua los ratones.

Se creó un silencio incómodo que hizo que Daniela deseara que la tierra la tragara.

-Gracias, igual -respondió con amabilidad, sintiendo las mejillas acalorarse por la vergüenza.

El arquero sonrió y le extendió la mano mientras se presentaba:

-Emiliano Martínez, me dicen...

-El Dibu -Daniela lo interrumpió, estrechando su mano con emoción y sintiendo pudor nuevamente. No podía con su fanatismo. En cambio, él se sorprendió gratamente-. Sí, te conozco, sos un genio. O sea también, es parte de mi trabajo conocerlos a todos, ¿no?

Ella soltó una sonrisa nerviosa, pero, a pesar de que Dani quería hundirse en la capa más profunda del océano, al "Dibu" ya le había caído bien.

-¿Y vos sos...? -preguntó Emiliano, alargando la última palabra.

-Daniela. Daniela Zabala, soy parte del equipo de fotografía.

-Bueno, un gusto, Dani. Me voy a acomodar antes de que vengan los otros -le palmeó ligeramente el brazo y ella se volvió a acomodar en su asiento.

Si así se había puesto con Emiliano "Dibu" Martínez, ¿qué sería del resto? Tenía que acostumbrarse ya mismo a que los vería todos los días, los prepararía para sesiones de fotos, y los acosaría con la cámara mientras entrenaban y en los partidos. Debía mentalizarse que solo eran personas, nada más.

Suspiró, cerrando los ojos y liberando la tensión y los nervios que se anudaban en su estómago.

Apenas terminó de soltar todo el aire, escuchó unas voces subiendo al avión: Otamendi y Messi charlaban animadamente, con el equipo de mate ya listo para que el capitán comenzara a cebar.

Por dentro, Daniela era una explosión de felicidad y fanatismo. Tenía a unas leyendas, tenía historia misma acercándose a ella. No entraba en sí de la emoción.

«ES MESSI, ES MESSI, MESSI, VAMO LA PULGAAAA, MI CAPITÁN, TE AMO LIO» pensaba ella.

Tenía ganas de saltar y gritar por todos lados, llamar a su familia y contarles todo (aunque no haya pasado nada realmente). El capitán y el defensor saludaron amablemente cuando pasaron por su lado y ella se paró para saludar y presentar sus máximos respetos.

«EL GENERAL, CAUDILLO, GLADIADOR»

Soltaba gritos internos de euforia, pero por fuera, lo más profesional posible. Aunque, si le mirabas la cara, tenía las mejillas encendidas de un alegre color carmesí y podías notar cómo sus ojos centelleaban como un cielo nocturno repleto de las estrellas más brillantes.

CONTRASTE || Enzo FernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora