Capítulo 6

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Toma mi mano.

Después de la conversación que tuve con la madre de Rin, pasaron dos semanas. Y, durante ese tiempo, Rin, no se comunicó conmigo. Pero, eso no fue lo peor, sino que yo, me sentía como un adolecente rechazado.

¡Maldita sea! ¡Había actuado como un imbécil!

Y ¿Por qué? Primeramente, porque me había dejado llevar por mis emociones y le había confesado a su madre mis sentimientos, y segundo; porque había confiado en ella, aun sabiendo que me detestaba.

Si, en definitiva, había sobre pasado mi incompetencia.

¿Qué me había pasado? Confiarle mi oportunidad de volver a hablar con Rin, había sido simplemente una decisión guiada por un impulso irracional. Por desesperación.

Ya lo sabía, desde el momento en que su madre mencionó que Rin se había marchado con su esposo, supe que mi oportunidad se había ido con ella. No obstante, no quería volver a rendirme. Necesitaba hablar con ella, asegurarme, confirmar que era verdad mi sospecha de sus dudas. Necesitaba que ella me lo dijera (aunque no fuera textualmente) necesitaba escucharlo para poder regresar a la vida. Porque si, desde haberla visto usando ese anillo en su dedo, mis días comencé a pasarlos, como si estuviera muerto.

Es por eso que, a pesar de que la poca racionalidad que me quedaba, me decía que Rin, nunca dejaría a su esposo, decidí no pensarlo demasiado y con la misma motivación de esa mañana, el viernes de la segunda semana, fui a buscarla.

Sabía que, el parque donde la había vuelto a ver, era el lugar que cruzaba para llegar al colegio donde estaba su hijo, así que, fue ahí, a donde me dirigí. Era ya medio día cuando llegué. Me detuve frente a la fuente donde volví a escuchar su voz, vi alrededor y una profunda nostalgia me inundó.

Obviamente, no planeaba quedarme en la fuente, así que busqué otro sitio donde pudiera pasar desapercibido. Un lugar donde Rin pudiera pensar que, solo fue coincidencia encontrarnos. Y para mi suerte, lo encontré. Era una de las bancas del parque. Estaba justo debajo de un roble, por lo que, daba una sombra perfecta. Me senté en medio, y aunque como mencioné, me encontraba bajo la sombra, no me aparté mis gafas de sol. De cada uno de mis brazos remangué mi camisa y después de soltar un suspiro, me dispuse a encontrarla. Por la gente que comenzó a aumentar junto con el ruido de niños, supe que ya había terminado su horario de clases, así que Rin, no debía tardar en aparecer.

Desafortunadamente, no fue así. Primero pasaron veinte minutos, después cuarenta. La gente ya se había dispersado, pero Rin, no aparecía.

No lo sé, quizás fueron mis nervios o que cada vez me volvía más vulnerable pero, cada minuto que pasaba, crecía mi desesperación. ¡Demonios! ¿Realmente había llegado a ese grado? ¿A acecharla? ¿A sentirme vulnerable? Solté aire, llevé mis manos a mi cabeza y cerrando los ojos intenté controlarme.

Pasado un tiempo, (no sé cuánto exactamente) levanté el rostro, preguntándome si ya era momento de marcharme cuando entonces, la vi.

Venía caminando, tomaba de la mano a su hijo, y juntos, sonreían felices. El pequeño comía un cono de helado, mientras parecía no terminar de hablar. Rin, por su parte, lo escuchaba atenta, mientras lucía como un ángel, usando un hermoso vestido blanco con flores naranjas.

Pasé saliva, ¡Por Dios! No podía verla sin que sintiera mi alma querer desprenderse de mi cuerpo. Y no era porque no lo disfrutara, sino porque al mismo tiempo, me dolía.

Si bien, había planeado que nuestro encuentro en el parque, debía ser con un aire inesperado, en cuanto mis ojos la capturaron, no pude evitar el quedarme como un idiota embelesado. Y, aunque una parte de mi razonamiento me dijo que volteara la mirada o que al menos me levantara y me acercara a ella, no pude hacerlo. Simplemente, no podía dejar de verla. No cuando esa imagen de ella, sonriendo tan radiante, me hizo regresar al primer momento en que la vi. Me hizo confirmar que era la misma mujer, que era ella, la misma dulce y sexy Rin, de quien me enamoré a primera vista.

Toma Mi ManoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora