Capitulo 2

61 6 0
                                    

El reloj que aparentaba ser de estaba en la muñeca izquierda de Frederick Ibarra y daba las siete con cinco minutos de la mañana. Este cuando lo vio se sorprendió por la hora. Se suponía que él y la oficial Schuman tenían que ir a ver al tal Kevin pero no pudieron hacerlo todo por la culpa de una mujer loca que se les atravesó en la calle cuando ellos aún estaban en el vehículo.

La perturbada mujer hizo que ambos oficiales de policía detuvieran la patrulla y que bajaran para arrestarla por haberlos insultado por que la llamaron loca demente. Pero aquella mujer no estaba del todo mal de sus facultades mentales, ella más que nadie sabía que algo o alguien habían hecho que un monstruo saliera del mismísimo infierno y que anduviera en la tierra como una persona normal pero sedienta de almas.

—Tienen que hacerme caso ¡Él ha regresado! —les gritaba la mujer mientras la subían a la patrulla a la fuerza.

—Señora por favor tiene que calmarse o nos veremos obligados a hacerlo por usted—le dijo algo disgustada la oficial Schuman después de que la mujer le hubiera jalado su corto cabello.

—No saben lo que están haciendo. Nadie lo sabe—continuó diciendo ya dentro de la patrulla—escúchenme. Si no hacemos algo todos los jóvenes de esta asquerosa ciudad estarán bajo tierra.

—A qué diablos se refiere—le dijo aún enfadada Schuman.

—Freddy. Freddy ha regresado. Pensé que nunca volvería pero me equivoqué—dijo suplicándoles a ambos policías—tienen que hacerme caso. Se los ruego.

— ¿Quién es Freddy? ¿Dónde podemos encontrarlo o cómo? —dijo estérico el oficial Ibarra cuando recordó la terrible muerte que sufrió Lois Callies hace algunas horas.

—Freddy, Krueger—contestó temblando la mujer.

—Él no existe señora, y nunca existió—le dijo Schuman.

— ¿Quién o qué es Freddy Krueger? —preguntó confundido Ibarra. Frederick Ibarra no era originario de la ciudad de Springwood como lo era Moira, el oficial no llevaba más de cinco años viviendo en la ciudad.

—Claro que si existe. Y usted no sabe de lo que es capaz—continuó la mujer.

—Freddy Krueger no es más que una leyenda urbana originaria de esta ciudad inventada por los padres para que sus hijos no fueran tan perezosos. Se trataba de un hombre que supuestamente asesinó a varios jóvenes hace algunos años pero nunca se comprobó su existencia Ibarra.

—Freddy está aquí y estoy completamente segura que ya cobró su primera víctima, él me lo dijo—exclamó la mujer mientras la patrulla seguía avanzando hacia la casa del joven Kevin Marcq.

—Cómo que su primera víctima señora Maggie—le dijo Ibarra justo cuando el auto frenó llegando al frente de la casa de dos pisos de Kevin.

—Él me lo dijo y no se detendrá hasta que nosotros lo frenemos de nuevo.

Lo primero que se escuchó fue el sonido de la batería al estrellarse con las sirenas de la patrulla en la que estaban las tres personas discutiendo. Algo más había caído sobre la parte superior de la patrulla pero la batería había amortiguado el golpe.

— ¿Qué demonios fue eso? —preguntó Ibarra.

—Bajaré a averiguarlo, ustedes quédense en el auto—explicó Schuman.

La oficial pelirroja bajó del carro con serenidad; sus botas crujieron con los pedazos diminutos de cristal que había en el suelo y alguno que otro se quedó incrustado en lo que parecía una impenetrable suela.

—Ibarra ven a ver esto. Parece que tenemos al asesino de la chica—dijo Moira.

—Voy Schuman y, usted quédese en el auto.

La Familia KruegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora