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❝ 𝐎𝟐. un último adiós... ❞
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▬▬▬▬ La princesa, odiaba las injusticias y maldades. Era tan consciente como todos a su alrededor que el reinado de su tío, no fue el más adecuado ni el de su padre se asemejó a la grandeza que hicieron las reinas del rey Aegon el Dragón en sus días. Aún así, era la única en darse cuenta que el reino vivió en paz y prosperidad luego de la conquista porque había mujeres al mando de las diligencias y no un hombre que no veía más allá, sabía con todo su corazón que su hermano, Jaehaerys no era como su tío ni como su padre, pero no era rey sino un niño igual que ella y que estaría amarrado a un regente hasta su mayoría de edad y lamentablemente Alyssa, su madre no era la reina Rhaenys ni lord Rogar era la reina Visenya.
Ella fue la primera en abandonar el consejo, luego de haber aplastado aquella pequeña pero escurridiza araña. Completamente horrorizada por las palabras de su madre, al insinuar he incitar el asesinato de la princesa Elaena a favor del reclamo ilegítimo de su hermano, en contra de lo dicho en el consejo y a espaldas de todos, saludo cortésmente al carcelero de las mazmorras de la fortaleza, bajando por las escaleras de caracol hasta llegar al tercer nivel, dónde estaban las Celdas Negras.
La planta de las celdas estaba desolada, luego de haber liberado a todos los prisioneros que Maegor tenía bajo su sometimos, para que jurarán su lealtad a Jaehaerys, de casi veinticinco celdas, sin ventanas y puertas de madera maciza solo tres estaban en uso. La princesa raspó sus pequeñas y delicadas manos al abrir con todas sus fuerzas las puertas de madera, de cuatro pulgadas de espesor y tachonadas de hierro, sacando de las penumbras a Tolos de Pentos y a ser Harlon Rollingford, leales a la princesa de Rocadragón. Pero, al abrir la tercera celda, fue recibida por una oscuridad absoluta y al igual que cuando los Guardianes de Dragones llegaron para llevarse a Azogue a Pozo Dragón, la princesa Elaena la recibió con una inquietante serenidad.
—¿Que quieres Alysanne?—
Elaena, siempre había sido alguien de aura y presencia similar a las de su padre y abuela pero ahora que la veía tan de cerca y a solas, estaba claro que la princesa era la memoria de la reina Visenya, la conquistadora que sobrevivió a sus dos hermanos menores. Parecía estar esperando su llegada, arrodillada en la paja de su celda, pareciendo tan tranquila aun con el repugnante aroma a orina y heces de aquellas celdas pero con sus perlas amarillas, brillando como los ojos de un gato, un inusual color aún para un Targaryen.
