Capítulo 3: twisted

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Advertencia: menciones de negligencia parental y abuso/escenas un tanto explícitas.

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Tu madre te aísla de todos apenas ordena a tus hermanos abandonar el salón principal y regresar a sus puestos; no pasa mucho tiempo, ella se abalanzó sobre ti, jalándote del cabello y llevándote arrastras por un pasillo como solía hacer cuando te castigaba, tu voz hace eco, pidiéndole que se detenga, que hay otras formas de abordar esto, pero ella te ignora y te dirige hacia la zona más oscura de la casa: el viejo sótano, donde llevan a los prisioneros capturados en las batallas, para obtener información de las otras Facciones.

El terror te embarga mientras te arrastra escaleras abajo, el frío y la humedad del sótano te calan hasta los tuétanos. Las lágrimas corren por tus mejillas y tu corazón palpita con fuerza, sabes que algo terrible te espera en ese oscuro lugar. El último capturado... solo recuerdas el cuerpo siendo llevado a la hoguera, para ser cremado y sus cenizas esparcidas, siquiera recuerdas su nombre.

- ¡Por favor, madre, no me hagas esto! -suplicas, pero ella permanece impasible, con la mandíbula apretada y los ojos llenos de furia.

-Es hora de que aprendas tu lección -murmura tu madre con voz gélida-. Lo que le hacemos a los traidores.

Cada paso que dan resuena en las paredes húmedas, como si el propio lugar las observaran. Las antorchas parpadean, arrojando sombras grotescas sobre las piedras desgastadas, cadenas oxidadas cuelgan de las paredes, recordándote que este sótano ha sido testigo de sufrimiento inimaginable. Finalmente, llegan a una puerta de madera, crujiente y desgastada. Tu madre la abre, revelando una celda pequeña y lúgubre.

Sin cuidado, como si fueras escoria, te arroja al interior de la mazmorra, el sonido de la puerta cerrándose con un golpe sordo resuena en la oscuridad, dejándote sola con tus pensamientos y temores. El aire es denso y viciado, el olor a moho y putrefacción se cuela por tus sensibles fosas nasales, haciendo que te estremezcas de asco, pensando en cada prisionero que ha estado antes que tú. Las paredes parecen estar vivas, cubiertas de musgo y hongos que se retuercen y se contorsionan en la penumbra, como si fueran seres malignos que te observan con sus ojos invisibles.

-Tu castigo acaba de empezar, Enid.

Sentencia desde el exterior, donde no puedes verla, y se marcha poco después, sus pasos escuchándose hasta que el ruido murió y el silencio se apoderó del lugar.

En las sombras, oyes susurros y gruñidos, el roce de garras sobre la piedra y el chasquido de mandíbulas hambrientas. Sabes que no estás sola en este, las voces de aquellos a los que les has arrebatado la vida están contigo, esperando su oportunidad para alimentarse de tu miedo y desesperación. El frío cala hasta tus huesos, haciendo que tiembles, te acurrucas en un rincón, tratando de encontrar algo de consuelo en la oscuridad opresiva, pero solo encuentras más terror y desolación.

¿Qué harás ahora? ¿Buscarás alguna salida o esperarás a que tu madre decida tu destino?

Piensas en las horas antes, cuando tu espada chocó con la de Wednesday, cuando sus ojos te miraron y te sentías en paz... La oscuridad del sótano te envuelve, y el aire contaminado parece oprimir tus pulmones. El eco de tus súplicas aún resuena en tus oídos mientras te encuentras encerrada en esa celda desagradable. El olor a humedad y moho se impregna en tus sentidos, y las paredes parecen cerrarse sobre ti.

La incertidumbre y el miedo se entrelazan, y la única compañía que tienes es la oscurana y tus propios pensamientos. Qué patético, piensas mientras te asqueas por ti misma, por creer que esto duraría para siempre. Cierras los ojos, sumergiéndote en el recuerdo de la noche anterior, cuando Wednesday dejó su túnica en tus aposentos.

war or love | Wenclair 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora