1.- Oh mierda

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Aquino se encontró deambulando por los pasillos del enorme palacio en el que trabajaba como guardia.

Se sentía muy orgulloso de su puesto de trabajo actual, aunque para sincerarse tendría que decir que era muy aburrido, después de haber estado al cuidado de las calles del pueblo por 2 años para mejorar su perfil y poder hacer que lo asciendan al cuidado del castillo; se esperaba mucha mas.

Entiéndanlo, en los dos años que hizo de guarda de todo el pueblo, tuvo muchas aventuras, protegiendo a civiles, resolviendo casos, encontrando cosas; que puede decir, la gente del pueblo lo quería mucho por que siempre se ofrecía a todo aquel que necesitaba ayuda, y no podía quejarse, por que todas las experiencias que vivió lo habían ayudado a recibir el ascenso que siempre quiso; ser un guardia real.

Claro que si alguien le decía que su trabajo no mas iba a consistir en vagar por todo el palacio esperando que nada malo pasara, no hubiese soñado tanto. El pensó que al ser guardia real tendría muchas mas aventuras y que ayudaría a mucha mas gente, no se, que iría a pelear con reinos vecinos si lo ameritaba.

Pero claro que no, el reino se encontraba en una absoluta paz con otros reinos, o eso es lo que aparentaba; Aquino estaba feliz, pero a la vez algo triste, se sentía como la mrd al sentirse así pero quien lo puede culpar. Es como si a los policías que solo quieren que la maldad se acabe en el mundo, pero si se acabara ya no tendrían trabajo.

Y ni modo, le tocara aguantar estar unos meses así, hasta que alguien lo note, y tal vez lo haciendan hacer un guardia personal de la realeza, pero eso era casi imposible, ya que los guardias que se encontraban defendiendo a los reyes y a la princesa, llevaban años en su puesto y nadie los reemplazaba, especial con la princesa.

Al pensar en la princesa, al oji miel, solo le vino a la cabeza el recuerdo de cuando fue la primera vez que la vio.

Recuerda esos ojos filosos, con el inmenso color lila que lo absorbían hacia el; recuerda haberse quedado parado como tonto mientras que todos los demás guardias volvían a su posición, si no hubiese sido por su amigo Locochon, seguro lo hubieran regañado en su primer día.

—Ey, loco!—dijo un chico con lentes y el cabello ruloso revoltoso, posando su brazo por detrás de los hombros del castaño—todo bien?, te quedaste parado como pija en medio de todos— dijo con la voz divertida.

—Ah?!—el castaño se sorprendió por la presencia del otro, saliendo de su estado de ensoñación— si, lo siento, vayamos a nuestros puestos de una vez, antes que nos regañen—saliendo del abrazo del ruloso y caminando apresurado a su posición.

Saliendo de sus recuerdos, se fijo en la hora que era, las 12: 15, hora del almuerzo; así que con calma se dirigió al salón en donde los guardias de primer ingreso se reunían para almorzar.

Una vez llego al salón, se encontró con su amigo Locochon ya en la mesa con su comida a punto de ingerir. Habían otros guardas con los que ocasionalmente hablaba, pero no los conocía en su totalidad como para considerarlos amigos, así que se dirigió con algo de prisa a la cola para poder recibir su comida en su bandeja.

El lugar era espacioso y grande, con grandes mesas, esas largas que normalmente vez en el parque que se utilizan para picnis, con sus sillas que solo son un trozo de madera larga con patas, sin respaldar. Con las paredes de piedra sin ningún tipo de pintura en estas, en estas habían velas y faroles que servían para iluminar el lugar, el cual no contaba con ventanas, ya que se situaba en un lugar muy alejado de la vista del publico, en un roncón del palacio para ser sinceros; y en el techo un solo candelabro algo antiguo y con oxido en el.

Una vez a Aquino le sirvieron su comida, se dirigió al frente de su amigo para comer junto a el.

—Tch!—soltó un quejido el de lentes, haciendo que el castaño dejara de comer para dirigir su mirada al frente— puedes creerlo?, teniendo tantos lugares, nos mandan aquí para comer— expreso enojado su amigo.

No soy 'ella'!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora