Capitulo 9

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Martina

Termino de cenar y me preparo para acostarme, al menos eso es lo que quiero que mis padres crean. Me sabe mal mentirles, pero sé que de decirles la verdad me dirían que estoy jugando con fuego, que esta amistad no lleva a ningún lado, me da miedo que me den razones suficientes para ver que llevan razón y alejarme de Jorge. Pues en el fondo yo ya sé todo eso, se que esta amistad no lleva a ningún lado y que yo...

Cierro los ojos y respiro hondo, y una vez más hago lo imposible por ignorar, pues se que una vez que de voz a la verdad, no podré negarla. Trago el nudo que se me ha formado en la garganta y me quedo a la espera de que mis padres se acuesten y de que Jorge me llame, cuando son más de las doce y en la casa reina el silencio, pienso que a final ha decido no venir, tal vez sea lo mejor...pienso al tiempo que el móvil suena durante unos instantes. Lo cojo y veo que tengo una pérdida de Jorge. Hoy no llevo el pijama, llevo un chándal pues sabía que vendría. Salgo sin hacer ruido y voy hacia la habitación trasera que mis padres usan de trastero para abrir la ventana que está cerrada con una llave que está colgada en el marco y salir por la escalera de hierro. Cuando salgo a la fría noche veo a Liam de espaldas observando la arboleda que hay a pocos metros de la casa.

Al empezar a bajar me escucha y se gira. Viene hacia mí, al terminar de bajar él ya está a mi lado.

-¿Están durmiendo tus padres?

-Si, y duermen como troncos, no se enteran de nada por la noche.

-Bien, pues quería llevarte a un lugar. ¿Confías en mí?

Jorge me tiende la mano y no dudo en cogerla.

-Ya sabes que sí.

Empieza a andar y no me suelta la mano, yo me aferro a ella. Nos adentramos en la arboleda y Jorge me gira como un experto, cuando salimos al lago no se ven luces artificiales de ningún tipo, solo una brillante luna plateada.

-Por la noche parece diferente. Cuando era niño me escapaba muchas veces de palacio y venia aquí, me pasaba horas mirando las estrellas y mientras las miraba, pensaba que seamos quienes seamos, el cielo es el mismo para todos.

Miramos la noche estrellada y nos quedamos en silencio observando sus estrellas y constelaciones.

-Pero luego volvía a casa y la realidad me golpeaba, el cielo seria el mismo para todos, pero en la tierra, existían clases y yo estaba en la que muchos admiraban. Siempre me he preguntado por qué yo no. De niño llegué a pensar que era un egoísta por no saber valorar lo que tenia. Al fin y al cabo. ¿Quien no querría ser educado diariamente desde niño para ser rey? ¿Quien no querría tener la vida ya decidida incluso antes de nacer? Pocas veces he podido elegir en mi vida.

-Ahora has podido elegir a Cande...

Jorge se ríe sin ilusión.

-Mi padre me comentó el otro día que si yo no la hubiera elegido ellos me hubieran forzado a la elección. Estaba algo bebido y se le fue la lengua, por eso supe ver que él y el duque ya tenían el matrimonio cerrado. Como puedes ver esta vez tampoco he elegido yo.

Me entristezco y pienso en decir algo para alegrarlo.

-Piensa que pese a eso la elegiste a ella y no a otra. Quizás eso sea por algo...

Jorge se gira y me mira. Casi no puedo verlo por la poca luz que tenemos, pero pese a eso puedo sentir sus ojos verdes observarme.

-¿De verdad crees que la elegí? O porque no mejor decir que me resigne una vez más.

-Mucha gente debe resignarse en esta vida. Yo me resigne a ir siempre por delante de mis compañeros, a no ser más que la pequeña cerebrito de mis clases, a no tener amigos en ellas, a que mucha gente piense que prefiero estar metida en mis libros a hablar de temas banales. Soy como ellos, pero prefieren prejuzgarme. Pero ya lo he asumido, desde que con seis años me adelantaron varios cursos, lo tengo más que asumido.

Mi error fue amar el príncipe ( adaptada ) JortiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora