Ya no hay nada que demostrarle a nadie, ni tampoco pensamientos los cuales retener sin razón alguna. Ahora solamente hay instancias en las cuales tengo que ser selectivo, pensar con bastante detenimiento qué tomar en cuenta y qué dejar de lado, esperando pacientemente a que se esfume en mis memorias. La insatisfacción siempre estará como un acompañante en la vida de cada persona, sobre todo un acompañante fiel y lea en mi propia vida. No logro deshacerme de ella, pues a donde sea que yo vaya, siempre está ahí. Es como el creador de los momentos en los cuales me encuentro, porque pareciera que es lo fundamental. Es el origen de todo. Es el origen del todo como tal. Todo lo que nace y lo que muere en mi vida está empapado de ciertos rasgos y sesgos de eso, de esa insatisfacción, de esa amargura, de esa inconformidad…de esa sensación de que algo más podría haber sucedido, de que algo más podría haber pasado. Todo eso siempre está ahí. Pareciera que es algo así como un Dios dentro de mi propia vida, un Dios que fue y creó todos los momentos que he estado viviendo a lo largo de mi existencia y que cada situación la ha empapado con sesgos y rasgos característicos de su existencia, lo cual explicaría, por cierto, mi constante incapacidad de ir y obtener la felicidad, incluso en momentos en los cuales simplemente estoy siendo feliz. Basta con darme cuenta de que “¡Oye, esto es un momento, no una constante!” para arruinar todo. Basta con pensar para arruinar toda mi existencia. Resulta y acontece que me es imposible no pensar. Para que eso sucediera, mi cabeza tendría que golpear contundentemente contra algún objeto y que eso provocara un daño profundo, lo cual consistiría limitar y condicionar verdaderamente mi capacidad de pensar y razonar. Pero yo no quiero hacer eso, porque bueno, estaría limitando bastante mi vida y las cosas que puedo hacer y cómo me desenvuelvo en mi día a día. Todo eso estaría condicionado por ese accidente o ese percance, esa situación en la cual mis capacidades físicas y mentales se vieron limitadas, pero al mismo tiempo, quizás de esa forma sería más feliz, quizás…No, no lo creo. No creo que un inválido o una persona que está privada de sus sentidos, producto de mala suerte o algún accidente que haya tenido en su vida, sea realmente feliz con lo que tiene. O quizás ni siquiera es capaz de darse cuenta qué es lo que sucede y simplemente vive ya. Es algo así como ser… incapaz de ser consciente… Tengo que considerarme afortunado por tener todos mis sentidos intactos, por tener una salud relativamente estable. Aunque no sé qué depara mi futuro y no sé qué me vaya a pasar, no sé cómo voy a morir. La única certeza que tengo es que la muerte algún día va a llegar y bueno, recién ahora que estoy exponiendo todo esto... Me doy cuenta de que sí, efectivamente, si yo muriera en 10 segundos más, estaría profundamente decepcionado con mi propia persona. Porque bueno, todas esas cosas que me propuse, todas esas metas que me propuse conseguir, esos cambios que propuse hacer muchas cosas, simplemente quedaron en el aire y no se movieron a una realidad. No se traspasaron a una acción, simplemente quedaron ahí. Muchas cosas que me propuse hacer nunca las hice, ya sea por pereza o por falta de energía o por falta de organización, o por falta de tomarle la real importancia que tenía realizar esa acción. Pero en general hay muchas cosas en mi vida que simbolizaban quizás una gran idea, un gran cambio… y nunca se concretaron. Así que, bueno, si muriera en 10 segundos más, efectivamente sentiría un lamento profundo y bueno, como en la escena de Los Simpsons de ese tipo gordo que vendía cómics, antes de explotar la bomba, yo también diría ”He desperdiciado mi vida”
No tuve que haber visto ese capítulo con mi hijo… ¡Es más! ¿Por qué permito que mi hijo vea esa serie?
¿Bueno, quién sabe? Algunas cosas, simple y sencillamente, se nos escapan de las manos y punto. ocurre así y ya. Amaría tener todo controlado, porque me gusta que las cosas ocurran como deberían de ocurrir, aunque al mismo tiempo me gusta saborear esos imprevistos, esas cosas que aparecen y suceden de la nada, esas sorpresas, ya sean positivas o negativas, que nos expulsa el destino y uno simplemente tiene que recibirlo. Ello producirá enojo o felicidad, frustración, sorpresa, sentimiento de que no nos merecemos eso que se consiguió, o sentimiento de que quizás se debería haber conseguido algo más…
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El monstruo de la ventana
Teen FictionUn hombre, más monstruo que hombre producto de sus acciones, se encuentra contemplando la vida estando vivo, pero sintiéndose ajeno a lo que supuestamente forma parte, pues estar vivo y vivir resultan contradicciones más que semejanzas...